SALUD Y BIOÉTICA

Diferencia entre valores y virtudes
por Sonia  A. Muñoz F. MD
 
Tanto los valores como las virtudes provienen exclusivamente de los actos humanos que se realizan en forma consciente, voluntaria y libre. Y se derivan de los principios morales fundamentales, que son objetivos y universales.

Se denominan valores a aquellas cualidades que son apreciadas por el mismo hombre, y que amplían sus posibilidades humanas de actuación. “Un valor es algo valioso que yo puedo admirar en los demás”. Por lo tanto, los valores son cambiantes de acuerdo a la época, a la cultura y a las costumbres. Son subjetivos y dinámicos.

Como virtudes conocemos la definición de “hábitos operativos buenos”, es decir, son aquellos hábitos que adquirimos en forma consciente y voluntaria porque son buenos y sabemos que nos ayudan en nuestro camino de perfectibilidad. Estos hábitos son estables, objetivos y siempre nos llevan a obrar bien.

Principales diferencias:
• La virtud está en el ser, el valor en el tener.
• La virtud siempre es compatible con la unidad de vida; el valor puede ser compatible con la doble moral.
• La virtud es una cualidad solamente humana; el valor puede ser atribuible a un ser humano, pero también a cualquier forma o ser real.
• Todas las virtudes son valores; no todos los valores son virtudes.
• La virtud es un hábito de vida; el valor es una actitud que puede ser ocasional.
• La virtud nos lleva a realizar la acción en el presente. El valor es la disposición previa a la acción (puedo realizar  o no un determinado acto).
• La virtud es la repetición de actos buenos; el valor puede ser un acto aislado.
• Dios es el Valor Absoluto y es, en Sí, cada virtud.


Los invito a que revisemos la escala personal de valores y que la hagamos realidad por medio de la práctica de las virtudes.

HOGAR-EMPRESA

La importancia de la agenda
por María Constanza Tafur Mayor

¿A quién no le ha pasado que olvidó una cita importante, que se retrasó en un pago, o que pasó la vergüenza de pasar por alto un evento familiar?
El remedio es la agenda. Tan pronto lo escribimos, nos resta estrés porque ya no tenemos que estar tratando de no olvidarlo.

Lo primero que debemos hacer, es elegir la agenda adecuada, la que nos facilite su manejo, el suficiente espacio para escribir y que la podamos llevar fácilmente para evitar hacer anotaciones en papeles sueltos que después se extravían y hacen perder tiempo tratando de encontrarlos. Las hay en formato diario, semanal o mensual, en diferentes tamaños; puede ser agenda electrónica o de papel.


Debemos decidir para qué queremos utilizarla. Lo más común son los registros de llamadas telefónicas que tenemos que hacer, fechas o eventos importantes, manejar gastos y pagos pendientes o compras.


La autodisciplina es fundamental. Para que la agenda sea útil, es importante que la forma de manejarla se convierta en un hábito y acostumbrarnos a anotar todos los compromisos o actividades a realizar durante el día, semana o mes, a medida que surgen, señalando con precisión el día y la hora en que se va a realizar. También debemos consultar la agenda con frecuencia, revisando los compromisos del día y de los próximos días.


El uso de la agenda nos permite:
• Organizar nuestro tiempo
• Controlar el cuándo y el cómo de nuestras actividades.
• Llevar un registro de llamadas telefónicas y apuntes al respecto de ellas.
• Recordar una fecha importante, un aniversario, cumpleaños o evento.
• Tener detalles para con los demás, apuntando sus preferencias.
• Manejar los gastos y los pagos pendientes.

 

FAMILIA

Autoestima desde el hogar
por  Elizabeth Aguilar

Hace poco, una joven de catorce años se quitó la vida porque su padre no le quiso pagar una cirugía para adelgazar. Por otro lado, un ejecutivo de una multinacional estuvo entre la vida y la muerte por dos meses después de someterse a una cirugía para adelgazar porque su esposa lo abandonó por gordo y feo.
Hay que enseñarles a los hijos desde pequeños a quererse y aceptarse como son, que estén seguros del amor de su familia y de Dios que los creo a su imagen y semejanza. No compararlos con nadie, menos con sus hermanos, cuidar lo que les decimos, en especial en momentos de ira que nos pueden llevar a pronunciar palabras hirientes que los pueden afectar para siempre.
Enseñarles desde pequeños a cuidar su cuerpo y su salud, comiendo sano, bebiendo suficiente agua, haciendo deporte, cuidando sus horas de sueño. Inculcarles que se puede tener una buena apariencia personal sin necesidad de usar prendas de marcas costosas, y que podemos estudiar y comunicarnos sin necesidad de tener el equipo electrónico de última moda.
Apoyarlos en sus proyectos y en lo que quieran aprender fuera del colegio, siempre que esté al alcance de nuestro bolsillo, y si es imposible, explicarles el por qué y buscar otra alternativa. Que estén al tanto de la situación económica de la familia, que aprendan que el amor y la unión familiar son más importantes que las cosas materiales y, en especial, el cultivar su vida espiritual, lo que tenemos por dentro, los valores, el amor, la generosidad, el perdón hacia los demás y a uno mismo. 

Muchos padres llenan a sus hijos de juguetes y de lujos porque a ellos les faltó, pero se equivocan: lo que les faltó fue que sus padres les dedicaran más tiempo, los abrazaran y les dijeran que los amaban; eso es lo que necesitan los niños de todos los tiempos.
Los esposos también deben aceptar al otro como es, sin afectar su autoestima. Lógicamente es importante estar bien presentado y agradable para el otro, pero dentro de lo normal y sin tener que tomar medidas extremas que arriesguen la salud o la economía familiar.


También hay que aprender a recibir las críticas sin que nos afecten, discernir si son importantes o no, y de quiénes vienen.


En cualquier etapa de nuestra vida, todos necesitamos que nos digan que nos aman y que reconozcan nuestros logros, pero lo más importante es que nos sintamos bien con nosotros mismos, con esa persona con la cual pasamos más tiempo en nuestra vida. Aprendamos a disfrutar de nuestra compañía, lo más importante es saber que Dios nos ama como somos y siempre está a nuestro lado.

ETIQUETA

Cortesía para todos los días 
por  Lily Mosquera de Jensen

Resumo algunas sugerencias sobre buen comportamiento, cuando afrontamos diferentes situaciones que a todos se nos presentan a lo largo del día.

• Cuando usted sabe el nombre de la persona que lo está atendiendo, dígaselo. Al recordar el nombre, usted le demuestra respeto y a la otra persona le gustará.

• Si está sentado en un sitio aglomerado y una persona mayor no tiene puesto, cédale su silla
• Al subir a un ascensor de primero, sosténgalo hasta que las otras personas entren.
• Cuando, en el supermercado, alguien con dos artículos está en la caja detrás de usted, déjelo pasar primero.
• Si en el supermercado el espacio es estrecho y lleva su carrito lleno, empújelo con cuidado, no tropiece a nadie ni estorbe el paso de los demás.
• Si lleva a su niño al supermercado o a algún almacén, no permita que coja la mercancía de los estantes. Tampoco le permita abrir los paquetes y empezarlos a comer sin haber sido cancelados.
• Al llegar al teatro y entrar en la fila en que ya hay personas sentadas, pida excusas y pase de frente a ellas, no de espaldas.
• Al comer en el cine, no haga ruido con papeles o con lo que mastica.
• Al salir de cine, recoja los papeles, latas o botellas de lo que se comió y no deje reguero de basura.
• En el templo, no pise la banca de arrodillarse.
• Si su voz es muy destemplada, no cante con mucho volumen en la misa.
• Si lleva a sus niños pequeños a la iglesia, enséñeles que allí no se juega ni se habla en voz alta.
• Al final de una ceremonia, no haga visitas como si estuviera en el club, antes de salir del templo.

¡Qué grato sería este mundo si todos hiciéramos un poco de esfuerzo en ser considerados y amables con las personas que vemos en nuestra rutina diaria, así las conozcamos o no! Ojalá les provoquemos una sonrisa en su rostro y así añadiremos alegría a nuestros días.
 

MODA

Vestir para la Primera Comunión
por Eva María de Trujillo

Ya llega la fecha esperada por muchos niños y niñas que recibirán a Jesús Sacramentado por primera vez. La ocasión es muy solemne, pero no se compagina con la ostentación, por lo cual conviene cuidar la sobriedad, tanto en el vestido como en la reunión que se programe para después de la misa.

Las niñas no han de parecer ni princesas, ni novias en miniatura,  sino lucir sencillas y tiernas de acuerdo a su edad, en un clásico vestido impecablemente blanco, elaborado en muselina, organdí o organza, con alforzas y letines o encajes. Como el color blanco es símbolo de la pureza del alma que se ha preparado para el encuentro con Dios, el vestido no debe llevar ningún lazo de otro color en la cintura ni en el corte princesa. Siempre tendrá mangas, cortas o largas, según el clima; la forma de la manga puede variar; actualmente se han impuesto las mangas lisas, menos abombadas que antes.
El atuendo  se complementa con medias y zapatillas blancas (p.ej. tipo bailarinas) y un bonito peinado que no sea demasiado sofisticado. La mamá decidirá  si conviene que lleve en la cabeza un velo de organdí suizo, o una  coronita de florecitas o unos lazos blancos. Verá si conviene o no llevar guantes y un bolsito compañero del vestido; pero lo que realmente importa es que la niña no se distraiga en la ceremonia religiosa por tantos adornos que le roban su atención.


Cuando el vestido se hereda de la hermana o de la mamá (lo cual es una hermosa costumbre que conservan muchas familias), habrá que prever el tiempo suficiente para “restaurar esa joya familiar”, hacerle los arreglos necesarios y lavarlo con toda la delicadeza del caso para que el vestido guardado recupere su blancura.


Los varones, dependiendo del clima, estarán perfectos de traje o blazer, camisa blanca, corbata o corbatín; en el trópico vale la guayabera de alforzas o bordados, pantalón largo beige o blanco. Complemento indispensable es el zapato de cuero cerrado.


La mamá se destacará por su elegancia discreta, llevando un atuendo  (preferentemente en tonos pastel) muy sencillo y muy sobrio, que no llame la atención ni por el escote, ni por lo corto o lo ajustado de la falda. El papá le hará honor a la ocasión vistiendo también chaqueta y corbata, o en el trópico, su mejor guayabera.

Las fotos de ese gran día serán grato recuerdo por generaciones; pero es importante insistir en que quienes vayan a tomar las fotos no perturben la ceremonia, ni distraigan a los niños de lo esencial, que el encuentro sacramental con nuestro Señor.