SALUD Y BIOETICA

La grandeza del amor humano
por Sonia  A. Muñoz F. MD
 
El amor humano es la plenitud de todas las manifestaciones que podemos tener como personas. Son decisiones razonadas, libres, voluntarias y concretas, no solo sentimientos, tan hermosos como variables.

A continuación les transcribo una historia que llegó a mi correo y que nos pone de manifiesto cómo el amor se demuestra con actos, día tras día, frente a todos los que son objeto de nuestro amor. Solo necesitamos ponernos en el lugar de otro y amarlos. ¡A amar se aprende amando!

Se titula ‘La Muñeca’:
Cuenta la historia, que el escritor Franz Kafka, se encontró con una niña en el parque al que iba a caminar todos los días. Ella estaba llorando, había perdido a su muñeca y estaba desolada. Kafka se ofreció a ayudar a buscar a la muñeca y se dispuso a reunirse con ella al día siguiente en el mismo lugar. Incapaz de encontrar a la muñeca, compuso una carta "escrita" por la muñeca y se la leyó a la niña cuando se reencontraron:
 "Por favor no me llores, he salido de viaje para ver el mundo. Te voy a escribir sobre mis aventuras...”
Este fue el comienzo de muchas cartas. Cuando él y la niña se reunían, él le leía estas cartas, cuidadosamente compuestas de aventuras imaginarias sobre la querida muñeca. La niña fue consolada. Cuando las reuniones llegaron a su fin, Kafka le regaló una muñeca. Ella obviamente se veía diferente de la muñeca original. Una carta adjunta explicó: "Mis viajes me han cambiado... "
Muchos años más tarde, la chica, ahora crecida, encontró una carta metida en una grieta desapercibida dentro de la muñeca.
En resumen, decía: 
“Cada cosa que amas, es muy probable que la pierdas, pero al final, el AMOR siempre volverá de una forma diferente".

ETIQUETA

El café y los licores 
por  Lily Mosquera de Jensen

La pasión por el café llegó a Europa durante el siglo XVII y desde entonces se le ha dado significado de placer y de bienestar. Desde aquella época, las altas clases sociales y los círculos culturales lo servían como bebida elegante que proporcionaba momentos de gozo y de lucidez mental.

Se ha cultivado desde entonces la costumbre de servir café y licores después de la cena, como un sello de distinción y deferencia con los invitados.

Después de servir una elegante cena, la anfitriona sugiere levantarse de la mesa y pasar al salón o a la biblioteca, donde se suele servir el café y los licores. Los invitados pueden charlar con aquellos con los que no han tenido la oportunidad de hacerlo. Antiguamente los hombres pasaban a un salón diferente donde podían fumar, beber y tomar café, pero más que nada hablar de temas que no interesaban a las señoras o que no eran aptos para ellas. Hoy día, los grupos se forman en corrillos, unos de pié, otros sentados, mientras el personal de servicio ofrece café o aguas aromáticas en teteras de plata o porcelana.

Las tazas pueden ser de la misma vajilla o de una diferente. El tamaño de las tazas de café es pequeño, y la aromática puede servirse en las tazas de te. Algunas vajillas muy completas traen unas tacitas de tamaño intermedio que son las más apropiadas para las infusiones. Se pueden ofrecer también chocolates, trufas o cualquier otro dulce. El mesero los dejará distribuidos en distintas mesitas para que los invitados puedan cogerlos.

Los licores o ‘puscafés’ se ofrecen después del café, con el fin de prolongar la tertulia. No es necesario tener una gran variedad de licores pero sí de buena calidad. Los más habituales son el cognac, el armagnac, el cointreau, o algún licor de hierbas, como crema de menta, o de frutas, como el calvados. Es probable que algunos invitados opten por el whisky o vodka, que posiblemente estaban tomando antes de la cena.

Cada tipo de licor se sirve en copas diferentes. El cognac y el armagnac se sirven en copa de tipo balón y se sostiene abrazándola con la mano. Los licores de fruta o hierbas se sirven fríos, en vasitos o copas muy pequeñas.

FAMILIA

Pasión por tu hogar
por  Elizabeth Aguilar

No es fácil sacar adelante un hogar. Si el día del matrimonio el sacerdote nos hubiera enumerado la gran lista de cosas que debemos hacer, además de amar y respetar a nuestro esposo hasta que la muerte nos separe, seguramente habríamos salido corriendo. Es verdad, llegamos con muy pocos conocimientos a comenzar la gran empresa del hogar, en especial las mujeres, que tenemos el 80% de responsabilidad como gerentes.

Hace muchos años, un vecino que asistió con su familia al cumpleaños de mi segundo hijo, viendo los detalles de decoración de nuestro recién estrenado primer apartamento, me dijo: “Ustedes las mujeres hacen magia”.
Yo le contesté: “¡Magia no! Es la gracia de Dios, sentido común y mucho amor.”


Hoy, le agregaría: Sentir pasión por cada aspecto del hogar: el cuidado del esposo, de los hijos, la cocina, la lavandería, el aseo, la salud, el orden: un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar. Los horarios: hora de levantarse, de acostarse, trabajo, estudio, comidas, oración, hacer compras, visitas y celebraciones familiares, entre otras. Si tenemos organizada y administrada  cada área de nuestro hogar, nuestra familia será muy feliz.

En esa época lo aprendí de mi madre, de mi suegra y matriculándome en diferentes cursos; hoy ya todo se consigue por internet, y  los señores  participan más en las actividades del hogar.


Si en otras empresas, en donde nos desempeñamos profesionalmente, cumplimos con horarios, realizamos cronogramas y planificamos nuestro trabajo, ¿por qué no hacerlo con la empresa más importante que tenemos entre manos? Nuestro hogar.


Un hogar llevado con orden permite, entre otras cosas, que todos salgan de casa bien vestidos, bien alimentados, para enfrentar su día y con deseos de retornar con alegría a casa.


Un hogar bien administrado nos hace tener “cara de viernes” todos los días y, cuando el nido queda vacío, sentirás nostalgia de aquellos años en los que muchas veces te provocaba ser Hechizada, mover tu nariz y que todo se ordenara por arte de magia; pero luego sentirás una gran satisfacción por la tarea bien cumplida; y estarás dispuesta a dar un consejo o una mano cuando te lo pidan.

DOCTRINA Y VIDA

Jueves Santo: La Ultima Cena del Señor
por Concepción Campá

Acabo de ver por TV el oficio del Jueves Santo celebrado por el Papa Francisco para los presos del complejo penitenciario de Rebibbia, en la periferia de Roma. ¡Qué belleza el Papa celebrando la Misa de la Cena del Señor, con el lavatorio de pies a doce presos y a un niño, hijo de una de las reclusas!  Lloraban ellos y ellas y yo también he llorado.
 
El Papa, en la homilía, se veía tan conmovido que sus palabras fueron lentas, salidas del corazón y dichas para llegar al corazón de cada uno de ellos. Repetía una y otra vez que Cristo “nos ama a todos hasta el punto de dar la vida por nosotros” y que cada uno puede decir “ha dado su vida por mí”. Aseguró que  “el amor de Jesús no defrauda jamás, porque no se cansa de amar, como no se cansa de perdonar, no se cansa de abrazarnos”.

Este es el ejemplo que nos da, para que aprendamos a ser misericordiosos, como lo fue Jesús que se acercaba al pobre, al paralítico, a la mujer adúltera, a la samaritana...

Y ahora en esta Semana Santa se acerca a tí y a mí y nos dice: He muerto en la Cruz para salvarte, para que tú también me ayudes a salvar a otros con tu fe mejor vivida.


En Jueves Santo, se conmemora el sacerdocio, la Eucaristìa y la caridad.
Es un día para reflexionar: ¿Tengo algo que perdonar? ¿Tengo algo que debo compartir con alguien? ¿Debo acercarme al sacramento de la confesión para que sea Dios el que me perdone?


Estas y muchas más preguntas nos podemos hacer en estos días santos. Recemos, acompañemos al Señor, y recomencemos una vida nueva, de amor, de perdón y de paz. 

MODA

El vestido tiene respuesta
por Eva Maria de Trujillo

Vestir es una forma de comunicación. Las mujeres sabemos que, según el modo de arreglarnos, podemos pasar o desapercibidas, o al contrario, podemos agradar y alegrar, podemos enaltecer una ocasión e iluminar el panorama, podemos atraer, pero también  – y eso no es lo mismo – podemos provocar, abochornar, despertar emociones e instintos básicos.

Las más jóvenes ni se imaginan las consecuencias que trae una determinada forma de vestir. Ignoran que ser atractiva no es lo mismo que ser provocativa. Inocentemente usan ropa frívola que ofrece el comercio y, buscando ser aceptadas en su entorno, imitan lo que ven usar a las compañeras vanidosas que tienen un desmedido afán de exhibirse.


No saben que el vestido emite un mensaje que recibe respuesta. Con su manera de vestir en forma insinuante, determinan la calidad o el “nivel” de relación que se puede abordar con ellas. Según la perciben, así las tratan. Así como ellas se presentan, así les salen al encuentro.


Conviene preguntarle a la chica:  ¿Cómo quieres tú que te traten? ¿Qué clase de relación buscas?


No se trata de renunciar a embellecerse  ni de esconder el cuerpo. Se trata de  autoestima, conciencia del propio valor como persona; se trata de presentarse de tal manera que el otro responda con respeto y admiración.


Se equivocan las que creen que son más femeninas mostrando mucha piel y  escotes profundos, usando prendas apretadas o demasiado cortas, porque con el  exagerado énfasis en sus atributos sexuales, ellas mismas se degradan a objeto. Tarde se dan cuenta de que, cuando lo erótico se pone en primer plano, el resto de la persona queda opacada; se “despersonaliza”, se vuelve una cosa.

HOGAR-EMPRESA

Control de gastos innecesarios
por María Constanza Tafur Mayor

La economía en el hogar puede convertirse en fuente permanente de discordia o de armonía.

Una de las conductas que más influye en el malestar económico de una familia es la presión de la sociedad de consumo. A través de los medios masivos de comunicación nos presenta gran cantidad de productos y servicios, llevándonos a crearnos falsas necesidades.

El satisfacer estas ilusorias necesidades hace que nos endeudemos cada vez más, contribuyendo a deteriorar nuestra situación económica cuando gastamos más de lo que ganamos sin medir las consecuencias.
Si los padres de familia, quienes tienen la responsabilidad de administrar el dinero del hogar, no están firmes y claros en el manejo del presupuesto y terminan cediendo ante las presiones de sus hijos, aceptarán que se realicen gastos innecesarios e insostenibles, lo cual conlleva a vivir situaciones de tensión económica.

Un hogar organizado en sus gastos genera estabilidad  y paz en su interior. Es necesaria vivir la templanza para renunciar a aquello que no es conveniente, aunque la sociedad nos lo trate de imponer por moda o consumismo.

El orden o la prioridad de los gastos en el hogar debe ser el siguiente: la alimentación, la salud, la ropa, la vivienda, los servicios, la educación, el ahorro, la diversión y las comodidades cuando el ingreso después de ahorrar nos lo permita.
Los recursos deben distribuirse equitativamente entre los miembros, para que todos tengan la misma importancia e igualdad de oportunidades.

Evitemos las deudas siguiendo el consejo de San Pablo en la Carta a los Romanos (13:8): “No debáis nada a nadie, a no ser el amaros unos a otros”.