DOCTRINA Y VIDA

RENOVAR EL AMOR
por Concepción Campá

Estamos estrenando año nuevo, ilusiones que pueden sorprendernos, afanes que no esperamos, pero todo envuelto en lo más importante de nuestra vida que es el AMOR.
El amor que nos hace más felices es el amor que Dios nos tiene y que notamos a diario, porque…

• Nos despertamos con la alegría de un día nuevo.
• Encontramos gente amable que nos sonríe.
• Ante las dificultades que nunca faltan, alzamos la mirada y hay Alguien – Dios - que nos da las luces necesarias para resolverlas.
• Aceptamos la soledad y, en lugar de ponernos tristes, sentimos una paz interior única…
La lista sería interminable.

Y con el corazón lleno de amor podemos darlo a los demás haciendo más felices a los que nos rodean - familia, compañeros de trabajo, amigos que nos necesitan -  dando una voz de aliento al que sufre enfermedad, un trabajo duro o el desempleo, porque en este nuevo año cualquier sorpresa la vida nos puede dar.

El año empezó con una fiesta de la Virgen: Santa María Madre de Dios, acoge a tus hijos y haznos santos.

MODA

POR SER VOS QUIEN SÓIS
por Eva María de Trujillo


Se puede amanecer creyendo que aún estamos de quince… Sí, eso pasa, en serio; pero antes de vestirnos como se nos viene en gana, conviene reflexionar quién soy yo y a quién voy a vestir. 

Es necesario autodefinirse, ubicarse, mirarse al espejo y situarse en la realidad.
No puedo fingir ser otra persona, ni imitar a alguien, ni quitarme veinte años. Sería ridículo querer parecer ser alguien que ya no soy o nunca fui ni seré. Sería falta de personalidad.
Tengo que vestir como quien soy. Y resulta que yo no soy “yo” a secas, sino que formo parte de una familia y de una sociedad. Soy hija, madre, abuela, esposa, titular de algún cargo, encargada de una función, siempre ejemplo para alguien, etc. Así que no puedo vestir como me dé la gana. 

Por eso, déjame preguntarte: 
Y tú, “por ser vos quién sóis”, ¿cómo debes vestir?

¿Vistes según la posición que ocupas? ¿Tu imagen refleja también tus responsabilidades? 
¿No debes vestir también a la hija de tus padres? ¿A la esposa de tu marido? 
¿Vistes pensando en que eres una mamá? ¿Cómo te ven los amigos de tus hijos? 
¿No debieras vestir también como la abuela de tus nietos? ¿O quieres negarlos con tu forma de vestir? 
También vistes a la directora o profesora de tus alumnos. ¿Cuál es la imagen que les debes a ellos? 
¿Te vistes según el cargo que ocupas en tu trabajo? 
De una embajadora, por ejemplo, se espera que su imagen esté a la altura de su país; que sepa representarlo con honor.

Para vestir bien en ciertas circunstancias, tengo que preguntarme acerca de mi función concreta en ese evento: ¿soy la anfitriona o una invitada? ¿soy la novia o soy su prima?  ¿soy la hija de la persona agasajada? Debo estar de acuerdo a ese homenaje. 
Y si acaso soy la nieta del difunto, no me quedaría nada bien ir a la misa por su alma vistiendo un jean roto. 
Por eso, define quién eres antes de arreglarte.


DE TODO UN POCO

AÑO NUEVO, VIDA NUEVA
por María Beatriz Toro de Luna

Esto lo hemos escuchado y bailado en las fiestas de fin de año: “Año nuevo, vida nueva, más alegres los días serán...”

Al finalizar el año hacemos un balance, que a veces resulta negativo porque no apreciamos todo lo recibido gratuitamente de Dios, pero también nos podemos sentir felices y supuestamente “realizados" al ver que logramos casi todo lo propuesto como meta. Después de este balance nos formulamos una lista de propósitos  para el nuevo año que tienen que ver con nuestra salud, la imagen y las finanzas personales; y entre estos están: haré ejercicio todos los días, me apuntaré a un gimnasio; me pondré a dieta, cuidaré mi salud, dejaré de ser una compradora compulsiva, seré la esposa y madre ideal, seré mejor miembro de familia, etc. Propósitos buenos y posiblemente demasiados, que pueden fallar por nuestra inconstancia y falta de seguimiento.

¿Será que lograremos esa constancia, si nuestros propósitos tienden más a darle un nuevo sentido a nuestra vida? ¿Tal vez si nos proponemos cuidar con más amor a nuestros seres queridos y al prójimo, y mejorar nuestra relación personal con Dios? 
Por ejemplo: 
1) Planear comidas más variadas y sanas para nuestra familia;  y en este caso tenemos que estudiar un poco y hasta tomar algunas clases. 
2) Hacer una labor social, como visitar a ancianos, llevar alegría a niños, trasmitir a otros lo que sabemos, comprometernos apoyando a alguna fundación;  todo eso requiere que salgamos de nuestra zona de confort personal.
3) Si nos gusta cultivar el espíritu, ¿qué tal si formamos un club de lectura con un grupo de amigas, con la orientación de una persona que conozca de buenas lecturas, literarias y formativas?
4) Y si, como  Sócrates  y su discípulo Platón, nos damos cuenta de que "solo sé que nada sé", podemos asistir a clases de doctrina, a cursos sobre la educación de los hijos, la felicidad en el matrimonio, o ponernos al día en nuevas tecnologías y temas de actualidad.

Sea cuál sea el propósito que hagamos, para que no lo dejemos tirado a la vuelta de una semana, se requiere no solo nuestro esfuerzo personal, sino el  seguimiento de una buena amiga con formación humana y moral, que sea idónea para ayudarnos y exigirnos; algo así como un coach espiritual para que en este nuevo año podamos encontrar un nuevo sentido a la vida, siendo y obrando como Dios quiere.

SALUD Y BIOÉTICA

EL SECRETO PARA MEJORAR EL MUNDO
por Sonia  A. Muñoz F. MD

Cada año que finaliza nos deja buenas noticias y también algunos sinsabores. La gente no se comporta siempre como debería; en los medios de comunicación nos enteramos cómo unos hacen daño a otros, y nos preguntamos en el inicio del 2017: ¿cuál es el secreto para mejorar el mundo?

Pues no es tan complejo y lo tenemos a la mano, pero a veces no le damos la importancia que se merece: Se trata de cuidar la familia. 
Es allí donde nacen las personas, donde se crían, donde se forman. Ese es el semillero para la conformación de nuevos hogares y de donde van a salir las personas que nos van a reemplazar en las nuevas generaciones.

¿Queremos que el mundo cambie para bien? 
Pues examinemos como está el ambiente de nuestro propio hogar; revisemos las normas y veamos si son adecuadas a las edades de nuestros hijos; dediquemos más tiempo a permanecer juntos en las noches y a dialogar; hablemos de los sentimientos que cada uno guarda en su intimidad; mostremos a un Dios de amor y misericordia; seamos coherentes con la autoridad; no demos todo lo que nos piden  – uno de los males de nuestra época es la limitada capacidad de frustración que tienen los más jóvenes -; tratemos de que todo sea ganado con base en el esfuerzo y la responsabilidad; dejemos muy en claro que libertad es diferente a libertinaje; pongamos límites a nuestras vidas; dejemos muy en claro que todos debemos hacer lo que nos corresponde, aunque cueste y no solo lo que nos gusta o lo que queremos.

Pensemos que cada persona que afecta negativamente la vida de otro - llámese delincuente, homicida, abusador, infractor, embaucador, etc. - viene de un hogar que tuvo muchas carencias afectivas, que no tuvo los padres y el amor que necesitaba.

Entonces, el año nuevo nos debe mover a ser mejores personas, excelentes padres, familiares y profesionales. ¡Solo así, nuestro mundo será cada vez mejor!