FAMILIA


Los pequeños detalles y el amor
Por  Elizabeth Aguilar

Se ha comprobado que más del 70 por ciento de las separaciones matrimoniales no se deben a malos tratos, infidelidades o faltas graves al cónyuge. En cambio, tirar la ropa sucia al suelo, descuidar la buena educación o la higiene personal, olvidarse de la fecha del cumpleaños, la ausencia de caricias y palabras cariñosas son las quejas más frecuentes.

 El valor de los detalles en una relación de pareja es extraordinariamente alto  y de ellos depende que con los años no se marchite el amor.

Una falta muy grave se puede perdonar y superar, pero pocos  matrimonios sobreviven al desamor cotidiano que se manifiesta en la ausencia física o mental, llegando habitualmente tarde a casa sin motivo, enfrascándose en su computador o su  móvil, acostándose solo a ver televisión durante horas, prefiriendo compartir todos los fines de semana con los propios amigos y familiares, o quedándose en casa dedicado a sus asuntos, como si la esposa o el esposo y los hijos no existieran.

Si quieres conservar tu matrimonio, no esperes fechas especiales o tener dinero para dar un detalle; el mejor momento es ahora.

Recuerda  todas aquellas cosas que años atrás hacías con tu pareja, aquellos detalles que tenias con él o ella; revive las  pequeñas locuras que realizaban juntos y que ahora erróneamente te pueden parecer ridículas. Te invito a que tomes papel y lápiz  para anotar todo lo que se te venga a la mente y pueda hacer feliz a tu cónyuge. Te aseguro que así tú también lo serás.

ETIQUETA


Aprender a Amar
Por  Lily Mosquera de Jensen

Todos sabemos que las relaciones humanas no son siempre jubilosas. Sigmund Freud  analizó la felicidad como el centro de la vida humana. “Todo ser humano quiere hacerse feliz”, afirmaba. El sufrimiento es la mayor causa de infelicidad y puede provenir de las enfermedades, de las destructivas fuerzas de la naturaleza, pero la más dolorosa causa de infelicidad es la originada por un deterioro en nuestras relaciones con los demás.
Lo importante es percibir a los demás como una fuente de felicidad en vez de que sean un estorbo. Compartir una manzana y regalarle al otro la mitad, puede proporcionar más felicidad que comérsela solo.
Debemos tratar de prevenir situaciones lamentables y evitar que los disgustos sucedan, aunque nos cueste bastante  esfuerzo. Debemos entrenarnos en aprender a adquirir este  comportamiento correcto,  poniendo de verdad voluntad en ello para actuar civilizadamente.
Cuando hayamos desarrollado la sensibilidad para percibir los sentimientos y las necesidades de los otros, hemos aprendido a amar.
El problema no es que los humanos sean por naturaleza incapaces de saber amar sino que las circunstancias de la vida a veces les impiden aprender. Pero, igual que se aprende a leer, a nadar, a montar en bicicleta, se necesita que alguien le enseñe y que decida practicarlo.
Primero que todo disciplinar nuestro ego a mirar mas allá de nuestras necesidades inmediatas; así tendremos la oportunidad de entender lo que es el amor. Que en nuestro trato con los demás tratemos de complacer, de agradar, para lograr unas buenas relaciones y por añadidura viene el amor. Esas buenas relaciones implican buenos modales, consideración, benevolencia,  respeto.
Por otro lado, ese entrenamiento requiere limpieza de corazón. La persona amargada, malintencionada y cargada de rencores que corroen el corazón, estará lejos de lograrlo, por lo tanto, la felicidad le será esquiva y en su vida diaria no experimentará esos pequeños momentos de alegría deliciosa que proporcionan las buenas relaciones con los demás, que gratifican tanto el espíritu.
No hay nada más reconfortante que un abrazo cálido, sincero, que trasmite buenos deseos y verdadero afecto. No pocos distanciamientos se han solucionado con un abrazo cariñoso que hace olvidar el agravio y recompone la relación.
Para aprender a amar, sea comprensivo con los sentimientos de los demás, combata el egoísmo, tenga buen modo, buenos modales y no deje que su corazón se endurezca.

SALUD Y BIOÉTICA


La paz  y  yo
Por  Sonia A. Muñoz F. MD

 El ser humano es un ser social por naturaleza. No podría vivir sin su familia que le da amor, cuidados para crecer, formarse y lo acepta tal como es. Tampoco podría vivir sin la sociedad civil, que lo provee de los múltiples bienes que necesita para la supervivencia. Ese arte de relacionarse bien consigo mismo y con los demás, es lo que se llama el bien común.
Este bien común tiene tres componentes indispensables que necesitamos satisfacer en nuestra red de relaciones y son: el bienestar material, la paz y los valores.
El bienestar material, lo componen todos los elementos necesarios para vivir dignamente, como los alimentos, la vivienda, el vestido y los servicios sociales, como la salud y la educación, entre otros.
Los valores son aquellas cualidades que vemos en otros, que admiramos y que nos gustaría imitar.
La paz, es un término que viene del vocablo latino 'pax', y que significa "estado de tranquilidad y calma, ausencia de violencia, sosiego del espíritu, concordia voluntaria”.
Es en este punto donde la paz se relaciona contigo, conmigo y con todos, porque la paz es un estado del alma (cuyas potencias son la inteligencia y la voluntad), que no funciona en forma eficiente cuando es impuesta, ni obligada; sino cuando entiendo que se trata de una decisión voluntaria que me impulsa a actuar teniendo en cuenta a los demás.
No debemos perderla, porque  quedaríamos bajo los efectos de la violencia y de las tensiones.
Recordemos también que “el mayor atentado contra la paz, es el miedo”, que nos paraliza y no nos deja actuar; reemplaza el “¿qué puedo hacer?” por el “¿qué me pueden hacer?”.
Y ya en la vida cotidiana, valdría la pena revisar si  estoy atentando contra la paz, cuando digo “yo no le hago mal a nadie” o  “por mí nunca se forma una pelea”; pues  “la paz a cualquier precio” es muchas veces una forma velada de agresividad pasiva o de evitación de una sana confrontación.
Vale la pena, preguntarnos: ¿Cuál es la relación de hoy entre la paz y yo?, procurando que la respuesta sea: yo trabajo a diario en tener paz interior y la irradio a los demás, en mis gestos y en mi comunicación. 
¿Cómo contribuyo con la paz de mi comunidad y del mundo?...
La respuesta estará reflejada en mis acciones y oraciones.


DOCTRINA Y VIDA



Natividad de la Santísima Virgen María
Por Concha Campá
 
Todos los padres piensan, cuando nace un hijo, que es incomparable. También debieron de pensarlo San Joaquín y Santa Ana cuando nació María y ciertamente no se equivocaban. Todas las generaciones la llaman bienaventurada.

“Que se alegre tu Iglesia, Señor (…), y se goce en el nacimiento de la Virgen María, que fue para el mundo esperanza y aurora de salvación”, reza una oración en la Misa de esta fiesta que se celebra el 8 de septiembre.


La devoción a la Madre de Dios es la más universal, amada y agradecida por todos los hijos de la Iglesia, tenemos una Madre, María que nos ama, nos cuida, nos protege, nos acompaña en nuestro diario caminar y nos defiende de tantos peligros  como nos amenazan en este mundo.

Dios Padre, al contemplar a María recién nacida, se alegró con una alegría infinita al ver a una criatura humana sin el pecado de origen, llena de gracia, purísima, destinada a ser la Madre de su Hijo para siempre.

Al contemplar la vida normal y corriente de la Santísima Virgen aprendemos a obrar de tal modo que vivamos nuestra vida diaria de cara a Dios, a servir a los demás sin ruido, sin hacer valer los propios derechos, a terminar bien el trabajo que tenemos entre manos.
En este mes tan lleno de fiestas de la Santísima Virgen amemos a Jesús a través del amor a María. 

MODA


Mamá, ¿mi  asesora en moda?
Por  Eva Maria de Trujillo
 
Durante la adolescencia, el vestir puede convertirse en tema de conflicto para madres e hijas, si antes no lograron construir una relación de confianza y amistad. Lo ideal sería que la niña aceptara a mamá como su asesora de moda y a papá, como miembro del jurado calificador de belleza, porque sus padres -si son personas sensatas- por amor jamás le aconsejarían usar algo que la rebaje, distorsione su imagen y la ponga en peligro.

Ella necesita acompañamiento cariñoso, pues aún no se identifica con su cuerpo cambiante, vive preocupada por una fealdad imaginaria, por su cutis, su nariz ancha o delgada, larga o respingada, su cabello crespo o liso, sus piernas cortas o largas, su busto, en fin, ella no se halla aún en su actual corporeidad.

Es normal a esa edad que, por un lado, busque autoafirmarse y sentirse ‘grande‘ y que, por el otro, le falte autoestima y se sienta horrible si no lleva lo que le dicen es la última ‘fashion‘. Es muy probable que, por adolescente, ‘adolezca‘ de falta de seguridad y que, en el fondo, su miedo más grande sea lo que digan los compañeros de su generación. Lo que más le preocupa es ser aceptada: “¿Quién querrá quererme?“.
 
Mamá, ¡no la dejes sola ahora! ¡Ayúdale de mujer a mujer: enséñale a vestir! Nunca antes la juventud ha estado tan manipulada, tan engañada con falsos valores. La sociedad de consumo busca ‘zombies‘ que obedezcan ciegamente los imperativos de una publicidad que ofrece cosas cada vez más excéntricas como preguntando: “¿y quién se atreve a más?“.

Admiro a quienes saben acompañar a sus hijas con cariño de mamá y autoridad de  experta, aportándoles siempre la visión positiva de una belleza que dignifica a la mujer.
 

VARIEDADES


¿Amor y amistad?
¿o deshojando margaritas? 
Por Martha Olga Botero

El amor es la receta para vivir feliz. Sin amor vamos agonizando, encapsulados en el egoísmo, en un sinsabor constante que tiñe la vida en una gama de grises con acentos muy oscuros.
El amor nos permite ver la vida de color de rosa, nos hace vibrar, soñar, perdonar, pasar por alto los escollos y abrazar. En otras palabras, es vivir la vida con el corazón abierto hacia los demás.

¿Quién no se derrite de amor ante un niño indefenso? ¿Quién no siente vibrar el corazón al ver una parejita de enamorados? ¿Quién no se alegra mirando a una familia disfrutando juntos una tarde de domingo? ¿Quién no se conmueve ante un anciano, tallado y arrugado por la vida, quien le regala con ternura una sonrisa mueca? ¿A quién no se le ablanda el corazón viendo jugar unos cachorros? ¿Quién no se asombra viendo revolotear de flor en flor a una mariposa?
 
“Amor es ver amanecer cada mañana, es ver las rosas mirar celosas…“, así reza la canción de nuestra compositora caleña Graciela Arango de Tobón.

Al vivir el amor con palabras y obras tendremos una familia unida, que estará a nuestro lado siempre, y buenos amigos que nos querrán sinceramente. No tendremos que deshojar una margarita para saber si abrimos a alguien nuestro corazón. No la deshojemos, sino tomemos la opción fundamental de querer a todas las personas y dar gracias siempre por toda la belleza de la creación, desde la tierra hasta el cielo y hasta las profundidades del mar.

¡Feliz día del amor y la amistad!