FAMILIA

Un día a la vez
por  Elizabeth Aguilar

Algunas personas dicen: “si me dieran dos meses de vida”, me dedicaría a viajar, sembraría un árbol, escribiría un libro, visitaría  a mi familia y les diría que los amo, invitaría a pasear más a mi esposa, jugaría con mis hijos, escalaria un monte, me lanzaría de un paracaídas, comería todo lo que me gusta, bailaría, sonreiría, abrazaría y besaría más.; me reconciliaría con Dios, asistiría a misa; haría obras sociales y repartiría lo que tengo…, entre otras muchas cosas.
¿Por qué tenemos que esperar? ¿Por qué no vivir cada día como si fuera el último, haciendo lo que debemos y en las circunstancias que vivamos? Hay que disfrutar y aprovechar cada día con paz, con agradecimiento por lo que tenemos y con alegría, ya sea trabajando, compartiendo con la familia, estudiando, gozando unas vacaciones; dando lo mejor de ti a los que te rodean, disfrutando cada momento y sorprendiéndote, con capacidad de asombro,  como lo hacen los niños.


Dejamos de vivir y disfrutar nuestros días cuando nos mortificamos por sucesos del pasado o nos preocupamos demasiado por el futuro; también cuando le damos mucha importancia a una actividad y descuidamos lo más importante, que son nuestra alma y las personas que nos rodean.


El último día de la vida de mi esposo, muy temprano rezó sus oraciones y  compartimos un romántico desayuno, me besó y besó a sus hijos antes de salir alegre a su trabajo. Entre las anécdotas que conozco de ese su último día:  le llegó con sus palabras al corazón de un comandante del ejército, cambiando su vida y la de su familia positivamente. Visitó y se tomó una deliciosa taza de café con su madre, compró la golosina que cada día nos llevaba a casa al llegar de su trabajo y perdió la vida haciendo algo que amaba, trabajando y ayudando a una persona. No sé qué otras cosas realizó aquel día, pero estoy segura de que lo vivió plenamente, como lo hizo siempre.

DOCTRINA Y VIDA

40 años este 26 de junio:
#JuneForFamilies

por Concepción Campá

Este 26 de junio, la Iglesia Católica celebra la fiesta de san Josemaría, quien falleció hace 40 años, en 1975. “El santo de la vida ordinaria" fue como lo llamó el Papa san Juan Pablo II con motivo de su canonización.
Como su labor sacerdotal benefició y sigue beneficiando a millares de familias, durante este mes de junio, bajo el hashtag  #JuneForFamilies, se ofrecen en las redes sociales muchos de sus escritos sobre el noviazgo, el amor matrimonial y la vida familiar. Escogeré solo unas cuantas frases, siempre actuales y motivantes, que les ofrece a los esposos:


Evitad la soberbia, que es el mayor enemigo de vuestro trato conyugal” (Es Cristo que pasa, 26).

El amor debe ser recuperado en cada nueva jornada, y el amor se gana con sacrificio, con sonrisas y con picardía también”. (Conversaciones, n. 107)


El secreto de la felicidad conyugal está en lo cotidiano, no en ensueños. Está en encontrar la alegría escondida que da la llegada al hogar; en el trato cariñoso con los hijos, en el buen humor ante las dificultades.” (Conversaciones, n. 91)


 “No olvidéis que entre los esposos, en ocasiones, no es posible evitar las peleas. No riñáis delante de los hijos jamás: les haréis sufrir y se pondrán de una parte, contribuyendo quizá a aumentar vuestra desunión. Pero reñir, siempre que no sea muy frecuente, es también una manifestación de amor, casi una necesidad.” (Es Cristo que pasa, n. 26).


Y acerca de la santificación en la vida familiar dice san Josemaría:


Santificar el hogar día a día: crear, con el cariño, un auténtico ambiente de familia.“( Es Cristo que pasa, n. 23)


Cada hogar cristiano debería ser un remanso de serenidad, en el que por encima de las pequeñas contradicciones diarias, se percibiera un cariño hondo y sincero, una tranquilidad profunda, fruto de una fe real y vivida. ( Es Cristo que pasa, n. 22)


San Josemaría ahora nos ayuda desde el Cielo, pídele lo que necesites, y dile que quieres darlo a conocer.

 

HOGAR-EMPRESA

Organizar reuniones de trabajo 
por María Constanza Tafur Mayor

En nuestro día a día frecuentemente toca organizar reuniones de trabajo, ya sea en la empresa, en la vecindad, en una labor social o con un grupo familiar.
La palabra reunión (re-unión) significa reagrupamiento y unificación; es un evento especial para comunicar a un grupo un mensaje con el máximo impacto emocional.
Debemos decidir cuándo es necesario realizarlas.
 
Algunos de sus objetivos pueden ser:
• Para descubrir, analizar o resolver un problema u obtener reacciones inmediatas a un tema que ha sido descuidado.
• Para consolidar un acercamiento entre los miembros.
• Cuando las decisiones deben tomarse colectivamente.
• Cuando las responsabilidades no están bien definidas y deben clarificarse.
• Para recibir o proporcionar información como guía.
 
Tips a tener en cuenta para realizar una reunión:
• Planear la reunión, estableciendo objetivos a lograr.
• Elaborar la agenda, asignando los temas a tratar y tiempo.
• Identificar los participantes necesarios y confirmar su asistencia.

Durante la reunión:
• Construir una atmósfera creativa.
• Establecer reglas
• Pedir que las intervenciones sean concisas, cortas y claras.
• Controlar y coordinar las intervenciones.
• Respetar el tiempo de todos.
• Escuchar atentamente sin interrumpir.
• Concentrarse y desarrollar la temática acordada.
• Ser duro con el problema y suave con las personas
• Resumir y llevar nota de todos los acuerdos logrados

Al final de la reunión:
• Verificar el cumplimiento de los objetivos.
• Resumir las decisiones, compromisos y responsabilidades de cada uno de los asistentes.
• Finalizar la reunión positivamente a la hora acordada.
 
Después de la reunión:
• Hacer un seguimiento respetuoso a los compromisos; de esta manera se le hará sentir a los participantes que su opinión es muy importante.

MODA

¿Con qué intención me visto?
por Eva María de Trujillo

En todo lo que hacemos, la intención es un elemento clave para que esa actividad que estamos haciendo, sea verdaderamente meritoria.

Pienso que toda mujer normal, bien intencionada, se arregla para sentirse más bonita y para brindarle a los demás el obsequio de un panorama  agradable. Generalmente ella piensa mucho qué se va a poner, para estar lo mejor posible, de acuerdo a cada ocasión y al lugar que ella ocupa en su mundo;  también para manifestar su aprecio a los demás y para que los demás la traten con el debido respeto, admiración y aprecio.


¿Será posible que una mujer puede no estar obrando rectamente cuando se viste? ¿Cuáles podrían ser las posibles motivaciones equivocadas?
- Para verme igual a fulanita y así me admiren todos
- Para que se den cuenta de lo que tengo
- Para oír piropos y así subir mi ego
- Para hacer alarde de mi capacidad económica
- Para que a las otras le dé envidia
- Para pescar miradas de maridos ajenos
- Para con encantos insinuados obtener beneficios, etc.


Una cosa es insinuarse, provocar y jugar con instintos ajenos, y otra muy distinta es querer ser lucir atractiva, atrayente, agradable.

¿Cuál puede ser entonces una intención recta en el arreglo personal de una mujer?
La recta intención en el vestir está relacionada con la conciencia de la propia dignidad de ser una persona única e irrepetible. La motivación ideal tiene que ver tanto con la sana autoestima, como con la caridad con los demás; porque esa misma caridad exige que ella reserve su ingenio seductor exclusivamente para aquel hombre afortunado a quien ella ha entregado toda su vida.