ETIQUETA


El arte de atender en casa
Por  Lily Mosquera de Jensen

Algunas personas se sienten acomplejadas porque su apartamento es muy pequeño o porque la decoración está pasada de moda y con estos motivos se abstienen de invitar a su casa. Hoy día el convencionalismo de la decoración de la casa ha tomado fuerza desproporcionada. Por ejemplo, el baño de visitas se ha convertido en el punto de medida de una casa elegante.
Por favor, no nos dejemos llevar por frivolidades que nos pongan limitante en nuestra relación con los amigos. Sabemos que la decoración minimalista está “in”, con techos altos, paredes blancas y espacios amplios, pero el ambiente de un hogar donde todos los rincones se han llenado a lo largo de los años con muebles, cuadros, adornos y fotos de familia que reflejan su historia, demuestra un encanto singular. ¿No tienen más valor los sentimientos?
Lo valioso de una persona no radica en la decoración de la casa, ni en que sepa preparar platos exquisitos. No hace falta. A veces las comidas más sencillas son las más sabrosas. Lo importante es que los invitados se sientan bienvenidos y que haya buen ambiente. Quien es auténtico no edifica su ego en las apariencias.
Por otro lado, la autenticidad no es incompatible con la elegancia. Hay personas que poseen casas hermosas, que invitan a sus amigos y saben lucir toda la calidad y belleza de sus muebles, vajillas y cristales, y a la vez, con un don especial de anfitriona perfecta saben atender con exquisita elegancia pero impregnada de sencillez y naturalidad.
Igual de descomplicada debería ser la persona que vive de una manera modesta. El buen ambiente de la reunión lo dan los dueños de casa. Lo importante es atender con su propio estilo y sentirse cómodo.
Sus amigos, si son verdaderos, no lo van a valorar por lo que no tiene. La amistad auténtica se construye y se conserva por lo que Ud. lleva por dentro y por lo que sea capaz de dar.

SALUD Y BIOÉTICA


La salud y la enfermedad
Por  Sonia A. Muñoz F. MD

La salud y la enfermedad son procesos vitales que afectan ostensiblemente nuestra manera de actuar. La salud como “un proceso dinámico y equilibrado en la situación existencial del hombre” y la enfermedad como “un acontecer humano que remueve nuestra experiencia vital y nos permite observar la realidad de otra manera” (Osorio, 1993).

Todos hemos experimentado en nuestra vida muchos momentos saludables y hemos padecido alguna que otra enfermedad; otros han tenido padecimientos crónicos, muchas veces desde temprana edad o han sufrido problemas inesperados y acaso absurdos. Sin embargo, lo más importante es cómo nos sentimos acerca de estos procesos que indefectiblemente afectan al ser humano. Podemos estar sanos y sentirnos y comportarnos como enfermos, como en el caso de las personas hipocondriacas o podemos estar enfermos y comportarnos como una persona saludable. 

La enfermedad no afecta solo nuestro ámbito físico, afecta también las esferas psicológica, espiritual, familiar y social.

Pero… ¿dónde se aprende a responder en forma adecuada o inadecuada frente a la salud y a la enfermedad? Es necesario retornar al seno familiar. Allí aprendimos por ejemplo a llamar la atención cuando siendo infantes nos caímos y, al llorar, nuestra mamá nos cargaba, le cantaba a la rodillita herida, ponía vendas y nos daba una bebida cálida o empezamos a ser fuertes, si ella nos decía “párate que no es nada, sigue jugando” y si acaso nos ponía una cura.

Es importante saber que todos tenemos un umbral genéticamente determinado para el dolor físico, por ejemplo las personas afro-descendientes son mas lábiles al dolor que otras.
Pero el umbral para el sufrimiento humano (léase la actitud frente a la vida) depende de las experiencias vividas y de los hábitos operativos buenos (virtudes) que nos hayamos propuesto aprender; como la resiliencia, la fortaleza, y el amor por la propia vida junto al sentido de trascendencia.

Solo analizando así estos dos conceptos, podremos entender nuestras carencias, si es que estamos sanos y nos vivimos quejando; o podemos ser un ejemplo de vida frente a la enfermedad que padecemos, pero que nos manifiesta frente a los demás como personas alegres, que no se quejan, que ofrecen su dolor al Altísimo y que le encuentran el verdadero sentido  a la vida y a sus padecimientos.

DOCTRINA Y VIDA


El Papa Francisco
Por  Concepción Campá
Hemos vivido con intensidad la Jornada Mundial de la Juventud  y sentimos tanta alegría y agradecimiento, que nos mueve a seguir todas sus enseñanzas para servir a la Iglesia  dentro de la misión que nos corresponde a cada uno, padres, educadores, jóvenes llenos de ilusión.


Quiero compartir con ustedes algunos puntos de su homilía en el Santuario de la Aparecida el día 27 de julio:

“Hoy en vista de la Jornada Mundial de la Juventud que me ha traído al Brasil, también yo vengo a llamar a la puerta de la casa de María –que amó a Jesús  y lo educó- para que nos ayude a todos nosotros Pastores del  Pueblo de Dios, padres y educadores a transmitir a nuestros jóvenes los valores que los hagan artífices de una nación y de un mundo más justo, solidario y fraterno.”

El Papa nos señala tres sencillas actitudes: 

  • mantener la esperanza,
  • dejarse sorprender por Dios
  • y vivir con alegría.

Llevemos esto a la oración y saquemos un propósito personal para llevar a cabo la Nueva Evangelización con mucho Amor de Dios y empeño personal.

FAMILIA


Tu familia, lo primero
Por Elizabeth Aguilar

En el artículo anterior, hablé sobre la importancia de sacar un tiempo solo para la pareja, lo cual nutre la relación y beneficia a toda la familia. Muy distinto a ello es una modalidad actual que está afectando gravemente a la familia y en especial a los hijos, y consiste en que cada esposo reclama su espacio y su tiempo independiente de la familia: ella sale en la noche con sus amistades y él con las suyas, o simplemente debe quedarse con los niños mientras su pareja sale a divertirse hasta altas horas de la noche o regresa al día siguiente.


Ellos no te pidieron que los trajeras al mundo, tú lo hiciste y es tu responsabilidad cuidarlos y hacerlos felices pese a tu estudio, tu trabajo y compromisos sociales, a los cuales sí hay que asistir de vez en cuando, pero sin afectar el tiempo de tu familia.
Tu pareja  y tus hijos deben ser lo más importante para ti. El tiempo que puedas dedicarles, en especial cuando están pequeños o adolescentes, no se reemplaza con todo el oro del mundo.

El tiempo vuela y los hijos crecen y se van de casa, llevándose todo lo bueno y lo malo que recibieron de sus padres. Permíteles volar con los mejores recuerdos, en especial con los valores y buenas costumbres que sembraste en ellos. Dedícale tiempo con mucho amor a tu familia y a cada uno de forma especial e individual. Ellos te necesitan.

¿Que tienes que hacer un trabajo en grupo de la Universidad?  Recíbelos en tu casa.
¿Que papá va a practicar su deporte favorito?  Que lleve a su familia. 
Que quieres compartir con tus amigos? Invítalos a tu hogar.

MODA


Vestir evaluando mi figura
Por  Eva Maria de Trujillo
Antes de comprar o ponerme cualquier prenda, debo hacer un acto de sinceridad conmigo misma. Debo dejar que me hable el espejo, que no miente, además de hacer memoria de fotos y videos que -aún más implacables que el espejo- me muestran mis imperfecciones; y luego debo aceptar con toda humildad mi realidad y también mi edad.  Lo más probable es que ahora no sea el momento de salir con camiseta de tiritas, ni blusa strapless, ni leggins, ni minifalda, short o jean apretado.
¡Bienvenidos los trucos ideados por expertas para realzar discretamente mis aspectos positivos y esconder lo más posible los negativos! Tendré que reconocerme en esa tipificación del cuerpo triángulo, rectángulo, reloj de arena o triángulo invertido y aprender a disimular mis defectillos, escogiendo un corte que me favorezca, usando el color oscuro en la parte que desee reducir ópticamente, y manejando prudentemente las rayas, los estampados y los adornos.

En todo caso, jamás pensaré que usando ropa apretada me veré más delgada,  y – mientras no la rebaje con gimnasia - procuraré ocultar la tripita debajo de una blusa holgada que llegue hasta la cadera. Ya me consta que los brazos gruesos y flácidos están reñidos con la manga sisa y, más todavía, con el escote ‘palabra de honor’. Y que los shorts y las minifaldas, por mucho que estén de moda, sólo se ven lindos en piernas perfectas de ‘Barbie’ y en un lugar como la playa.

Recordaré que en el mundo hay tres mil millones de mujeres, de las cuales sólo unas diez son supermodelos perfectas y que, por tanto, las 2.999.999.990 restantes tenemos figuras muy normales con imperfecciones  y no tenemos por qué tener ningún complejo por no poder usar ahora ciertas prendas ‘fashion’ que nos harían hacer el ridículo.

VARIEDADES


¡Recuperemos el civismo! 
Por Martha Olga Botero


Recuerdo vivamente cuando Cali era la ciudad más cívica, ordenada y amable de Colombia, pero parece que en algún momento infortunado vino una borrasca y se llevó aquellas buenas conductas ciudadanas y valores morales que nos enorgullecía.

¡Cómo me gustaría que muchas personas volvieran a leer ese clásico que es la Urbanidad de Carreño! Y que los niños puedan aprender esas bases de convivencia civil y de comportamiento ético que en nuestro momento conocimos las personas que ya pertenecemos a la tercera edad.
Saludemos mirando a los ojos y despidámonos con una sonrisa. Pidamos con un “por favor” y demos gracias; pidamos permiso y excusas. Respetemos los turnos. Caminemos por los andenes y crucemos las calles por las zebras; cedamos el paso a otros; no atropellemos a nadie; no tiremos basuras ni chicles al suelo. Reparemos todo daño que hayamos hecho. Pulamos nuestro vocabulario, no ofendamos, respetemos a nuestros semejantes. No hagamos a otro lo que no nos gusta que nos hagan a nosotros.
Atendamos los semáforos, los límites de velocidad, las flechas y pares marcados en el piso. Conduzcamos en sano juicio, a velocidad moderada, respetemos al peatón y consideremos a los guardas y autoridades que tratan de ayudarnos a ser mejores ciudadanos.
¡Basta de permisivismos con los hijos! Si no abrimos los ojos ya, nos comerá el tigre, como dice el refrán.  Para recuperar el civismo, comencemos por donde debe ser, demos buen ejemplo. El ejemplo arrastra y vale más que mil cantaletas -como ésta- juntas.