SOLIDARIDAD


CENA DE SOLIDARIDAD

Invitamos a nuestros amigos y colaboradores a acompañarnos en nuestra tercera CENA DE SOLIDARIDAD,
una noche especial con un propósito. 
Contamos con ustedes, como siempre.
Martes 28 de noviembre a las 7.00 p.m. en el Hotel Dann Carlton de Cali. 

Informes y boletas:

320 6196638 
3206871228


FAMILIA

EDUCAR CON EL EJEMPLO
por Marta Cecilia Vergara A.

¿Quieres que tus hijos sean alegres? Sé alegre. ¿Quieres que tus hijos tengan buenas amistades? Ten buenas amistades. ¿Quieres que tus hijos sean piadosos? Sé piadoso. ¿Quieres que tus hijos sean honestos? Sé honesto.  
Y así sucesivamente, con todas las virtudes que quisieras para tus hijos. Porque ellos las aprenderán viéndote. 
Claro que no será una garantía, porque los padres nos equivocamos o a veces no somos coherentes, y porque además los hijos también imitan otros comportamientos y actitudes del ambiente en que se mueven.
Pero desde pequeños los niños necesitan esas bases ciertas, unos principios vividos que puedan ser los cimientos de su personalidad. Querrán desarrollar aquellas virtudes que los hacen más felices, aquello que les ayuda a ser mejores personas. Aprenderán inconsciente y constantemente lo que ven hacer a sus padres. Esos valores que han aprendido en su familia serán la base en el momento de tomar decisiones; buscarán vivir como lo han aprendido en su casa.
¿Qué valores ven nuestros hijos en nosotros? 
¿Qué están aprendiendo como base para su vida futura? 
El cariño es siempre más efectivo que el castigo. La ternura abre las posibilidades de comunicación, posibilita el aprendizaje y permite la mutua confianza. 
Por ellos, los padres somos capaces de convertirnos en mejores personas. 
¿Qué debo yo cambiar?

DE TODO UN POCO

PALABRAS PARA NO OLVIDAR 
por María Beatriz Toro de Luna

Cuando vino San Juan Pablo II a Colombia se publicó un folleto titulado "Así nos habló"  y  ahora, después de 31 años, veo que si los Colombianos hubiésemos puesto empeño en vivir como él nos dijo, nuestra patria hoy sería diferente.
Hace 31 años como ahora, con la visita del Papa Francisco, nuestros corazones han sido tocados, nos hemos emocionado, tenemos deseos de hacer de nuestra querida Colombia un lugar mejor para vivir.

¿Y cómo puedo “yo” hacer esto posible?
Ya ha salido publicado el libro con los textos de las homilías y discursos del Papa Francisco y merece la pena que yo lo compre, lo lea, lo medite, para intentar hacer lo que él me pide.  Así tú, amable lector(a) y yo, aunando esfuerzos haremos de nuestra bella Colombia una patria donde podamos vivir todos unidos con fe, alegría,  justicia, sin temor; donde el amor nos haga perdonar, sanar corazones y mitigar el sufrimiento de nuestros hermanos.

Me detengo en el lema de cada uno de nuestros queridos visitantes:
"Con la paz de Cristo por los caminos de Colombia"
"Demos el primer paso"
Estos dos lemas nos hablan de reconciliación, de paz y perdón.  
La  primera y más importante es mi propia reconciliación con Dios, conmigo, con mi entorno familiar, social y profesional. . .

Copio de los discursos de llegada en 1986 y 2017, respectivamente:
"Vengo a compartir vuestra fe, vuestros afanes, sufrimientos y esperanzas",
"Y vengo también para aprender; si aprender de ustedes, de su fe, de su fortaleza ante la adversidad"

Y me pregunto: ¿cómo es mi fe?, ¿cuáles son mis afanes, sufrimientos y esperanzas? ¿cómo es mi fortaleza ante la adversidad? ¿me sirve para resistir y acometer? …

FORMACIÓN INTEGRAL

DÍAS DE RETIRO

Así como se cuidan y desarrollan las dimensiones física, afectiva, familiar, social y profesional de una persona, también hay que invertir tiempo para cuidar el aspecto espiritual; es parte importante de la formación integral de una mujer.
Participar en unos días de retiro espiritual redunda siempre en ganancia en claridad de ideas, en crecimiento personal; en paz interior y en la confianza de saberse muy amada por Dios. Se sale feliz y con nuevas fuerzas para afrontar los retos de la vida.


MODA

LAS PRINCESITAS Y SU IMAGEN
por Eva María de Trujillo


¡Qué alegría observar a niñitas disfrazándose de princesas y soñando con vivir felices para siempre en su castillo. El vestido de princesa tiene el poder de volver a las pequeñas aún más delicadas, más encantadoras, más femeninas, más tiernas, más cándidas; este atuendo mágico repercute instantáneamente en sus movimientos y gestos; y ellas mismas saben que así son más lindas. 

Las princesitas de antaño, según los cuentos de hadas de Grimm y Andersen, esperaban ser salvadas por su príncipe; en cambio, en  las versiones modernas de Disney se lanzan a tomar en sus propias manos las riendas del destino. Pero, igual, hay una constante en ellas que es una gran cualidad: su gran poder de atracción sin provocación.  

A las princesas se les admira, se les trata con caballerosidad respetando su fragilidad. Para ser tratada como princesa, la  primera regla parece ser: saber inspirar ternura; saber gustar sin ser provocadora; saber ser atrayente sin usar armas de seducción. El encanto discreto de princesa desaparece en cuanto se falta a la finura o al pudor.

Ciertamente existen reglas para ser percibida como “princesa”. Que lo digan esas revistas especializadas en reinas y princesas de la vida real, contando, por ejemplo, todo lo que jamás puede ponerse la Duquesa de Cambridge, Kate (excelente referente de estilo clásico), o que confirmen el extenso “dress code” que debe acatar doña Letizia para no faltar al protocolo y estar a la altura que se espera de una reina. Y si hojeamos las revistas más recientes, ya vislumbramos con qué esmero se está cuidando la correcta imagen personal de la pequeña princesa de Asturias, Leonor, de apenas doce años.

Obviamente, el estilo de vida nuestro es bastante diferente al de la realeza. No vivimos en palacios, pero sí tenemos en común con reinas y princesas la responsabilidad de cuidar nuestra imagen, nuestro buen nombre y dignidad, nuestra elegancia discreta. Y de cuidar la de ‘nuestras’ princesas, formándolas bien y evitando que, en cuanto crezcan y usen sus redes sociales, ellas mismas se encarguen de estropear su imagen. 

ETIQUETA

HUMILDAD, PERDÓN, ORACIÓN
por  Lily Mosquera de Jensen

Los conceptos de humildad, perdón y oración parece que están pasados de moda, junto con otros valores como virginidad, fidelidad, piedad abnegación, sacrificio. Con mayor razón entre los jóvenes, quienes reciben continuamente la influencia de la televisión, la publicidad, las modas y que rechazan cualquier autoridad o pauta de comportamiento que no sea de su total gusto. 

Lo que inquieta poderosamente en nuestra sociedad es cómo aparece la violencia y el vandalismo incluso entre muchachos que se dicen educados, que viven rodeados de comodidades, con familias que supuestamente les dan buenos ejemplos de convivencia y sensibilidad. Esto es preocupante. ¿Qué pasa con nuestra juventud? ¿Será que alguna vez piensan en su futuro y en cómo sus actuaciones de ahora les van deparando su porvenir? 
Lo único que tengo claro es que sí piensan en tener plata y que ambicionan conformar un capital para darse comodidades y lujos. No se qué tan claro tengan, que los medios para conseguirlo deben ser rectos e implicar esfuerzo. Y esto es muy preocupante.

¿Cómo podríamos recuperar la virtud de la humildad, si entre ellos el más poderoso, rico y matón es el más ‘chévere’? El concepto de humildad está tergiversado y no saben que la verdadera humildad implica sencillez, transparencia, modestia, reserva, docilidad, obediencia, acatamiento, solidaridad.

Por otro lado, el acto del perdón es el más noble del ser humano, sin el cual el resentimiento y los deseos de venganza corroen el espíritu y hasta enferman el cuerpo. Cuando en el corazón ya no exista mala voluntad hacia nadie, entrarán la buena energía y la felicidad.

Otro manantial de energía es la oración, pero me temo que los jóvenes poco practican el arte de orar. Hay que aprender a rezar, como en el caso de cualquier otra disciplina, si se quiere buscar solución y ayuda a los problemas personales y tener paz mental.

Los jóvenes son como tierra fértil pero deben recibir semilla buena. Y los abonos, como la humildad, el perdón y la oración son el buen cultivo para que esa semilla de buen fruto.