FELIZ NAVIDAD



A nuestros amigos y benefactores deseamos una muy feliz Navidad y un buen año 2017.
Que en esta Navidad, y siempre, podamos ser instrumentos de concordia, llevando a cada hogar luz, bienestar y ternura.




ETIQUETA

EL TIEMPO DEL ADVIENTO
por  Lily Mosquera de Jensen

En esta época se nota la urgencia de la gente por comprar la felicidad. Parece que viniera empacada con los regalos, las decoraciones para la casa, la ropa nueva, las comidas y bebidas, las fiestas y bailes, la feria, los toros, todo buscando alegría, diversión y jolgorio. Parece que la Navidad trajera todos estos afanes y que la gente la midiera por el ajetreo y la actividad que representa. Pero pocos se dan cuenta que es la época para redescubrir el sentido espiritual de esta celebración y que la iluminación no sea solo en los bombillitos de colores sino dentro de nosotros mismos.
Los cristianos a veces olvidamos que los cuatro domingos que preceden a la Navidad son los del Adviento o advenimiento, cuando la liturgia prepara la venida de Cristo. En muchos países, las comunidades cristianas, no solo en las iglesias si no en los hogares, conmemoran con una corona de follaje verde, con cuatro velas, el simbolismo de esta época. Así cada domingo, durante la comida familiar, se prende una de las velas y se reza una oración de acción de gracias por lo muchos regalos que hemos recibido de Dios. 

Cuenta la tradición que el follaje en forma de círculo, de la Corona de Adviento, representa la vida eterna y la esperanza en Cristo. En algunos países, tres velas color morado simbolizan el arrepentimiento y una color rosado significa la alegría. En otros las velas representan los diferentes  aspectos de la vida de Jesús. Así cada domingo las familias manifiestan, en esta bonita costumbre, una preparación verdadera y auténtica a la celebración de la Navidad. Deberíamos nosotros prender esa corona de Adviento, estos cuatro domingos, en la sala de la casa, con toda la familia reunida, para llenarse de gozo, de paz, de alegría y redescubrir la Navidad.

Vale la pena recordar que ésta es la época de dar y de darse; de compartir lo que poseemos y también nuestro tiempo, nuestros intereses, nuestro cariño. De tal forma que podríamos participar en alguna fiesta original de Navidad como las que organiza un maravilloso pediatra amigo en las zonas marginadas de Cali, donde él personalmente y algunas personas con el mismo espíritu, llevan un rato de diversión a un grupo de madres adolescentes, entregándoles regalos, refrigerios y recreación. Decía la Madre Teresa que la caridad verdadera solo se expresa mientras se estrecha la mano de quien está necesitado. Yo añadiría que también mientras se le mira a los ojos.

Todavía podemos vivir los últimos días de Adviento prendiendo en nuestro corazón una vela de sencillez, cariño y generosidad. Veremos cómo nos sentiremos más tranquilos y más felices, porque la luz de la caridad que se prende dentro de los corazones, nos acerca a Dios.


CON DOLOR Y GRATITUD


Sentimos informar que el 12 de diciembre, en la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, ha fallecido, a la edad de 84 años, Monseñor Javier Echevarría, obispo y segundo sucesor de san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. 
Los restos mortales del Prelado reposan ya en Santa María de la Paz, en Roma. El funeral será el jueves 15 de diciembre a las 19.00 en la basílica de san Eugenio.

Sentimos con el vicario auxiliar y general de la prelatura que “...A la pena por la marcha de un padre, se une el agradecimiento por el cariño y el buen ejemplo que nos ha dado en estos 22 años como Prelado”.

Su biografía se encuentra en el siguiente enlace:
http://www.opusdei.org/es-es/article/biografia-y-fotos-de-mons-javier-echevarria/

SALUD Y BIOÉTICA

FAMILIA, SÉ LO QUE ERES
por Sonia  A. Muñoz F. MD

“Familia, sé lo que eres”. San Juan Pablo II nos habló de la importancia de la familia y acuñó esta frase, que volvemos a retomar en esta época navideña.
Lo esencial es invisible a los ojos, nos dicen en El Principito y es el amor lo que nos convoca en la familia. Amor que no podemos palpar, pero que se ve reflejado en nuestros actos de cada día.

La Navidad por tanto nos debe llevar a reflexionar sobre lo que tiene verdadera importancia en nuestra escala de valores, que generalmente es la familia y el hogar que conformamos. 
Y así sabremos cuáles son los regalos más importantes que debemos dar; los encontraremos respondiendo a estas sencillas preguntas:

- ¿Me estoy preparando para vivir un tiempo de calidad y en cantidad con los miembros de mi familia? 
- ¿Estoy dispuesta a dar regalos que tengan mucho significado y que alegren el ambiente de mi hogar, como la paciencia, la alegría, la comprensión y el perdón?
- ¿Frecuentemente me tienen que decir que baje el tono de mi voz o que utilice un vocabulario más elegante?
- ¿Doy testimonio de que la vida del matrimonio es una aventura espectacular?
- ¿Muestro el amor de Dios en el corazón por medio de mis acciones?
- ¿Hablo bien de tener hijos, de ser madre, esposa, profesional y una gran mujer?
- ¿Tengo paciencia y amor con mi familia extensa y la de mi esposo?
- ¿Procuro que las reuniones en estas fechas especiales tengan un ambiente donde lo principal sea la alegría y el amor, y no la comida y la bebida?
- ¿Soy familia y hago familia?

Reflexionemos, hagamos cambios positivos. El mejor regalo para todos es darles lo mejor de de ti misma.

AGRADECIMIENTOS


SOLIDARIDAD

Expresamos nuestros agradecimientos a todas las personas que - bien sea, con su trabajo, su donación y/o su asistencia a nuestros eventos - están apoyando las labores que este año hemos podido realizar para dar más formación a centenares de mujeres en el Valle del Cauca.



DOCTRINA Y VIDA


ADVIENTO: ESTAR PREPARADOS

por Concepción Campá

Lo mismo que en el tiempo de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. Pues, como en los días que precedieron al diluvio comían y bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día mismo en que entró Noé en el arca, y no se dieron cuenta sino cuando llegó el diluvio y los arrebató a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre (...) Velad pues, ya que no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor.(…) estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre” (Mt. 24.37-44).
Jesús está hablando a las gentes. Nosotros tenemos nuestra mirada puesta en El. Parece que está viendo aquello que nos cuenta. Sus pupilas brillan con intensidad y nos hablan del cataclismo que sucedió hace ya muchos miles de años.

Noé era justo –dice el Antiguo Testamento-, íntegro y temeroso de Dios entre sus contemporáneos (…) La tierra estaba corrompida delante de Dios (….) Entonces dijo Dios a Noé: Veo llegado el fin de toda carne porque la tierra está llena de todo iniquidad por causa de los hombres (…) Hazte un arca de maderas resinosas (…) Yo voy a arrojar sobre la tierra un diluvio de aguas (…) Todo cuanto hay sobre la tierra morirá. Contigo, en cambio, establecerá mi alianza. Hízolo así Noé, conforme Dios le mandó”. (Gen. 6, 9-21)

En los ojos de Jesús se refleja el azul del mar. Fueron aquellas aguas las que cubrieron la tierra. Los hombres, insensibles y despreocupados de Dios, van a lo suyo.
Noé fue fiel a Dios. Las gentes de su tiempo eran egoístas y se reían de las leyes de Dios. Se burlaban de Noé. “¡Estás loco! Construir un barco e impregnarlo de brea, aquí en medio del bosque.” Le tenían por un hombre extraño, ya que no seguía sus corrompidas costumbres. Pero un día “todas las fuentes del gran abismo cayeron sobre la tierra, las cataratas del cielo se abrieron y fue el diluvio durante cuarenta días y cuarenta noches” (Gen 7, 11-12).
También hoy, Jesús me enseña: ¡No dejes de hacer el bien! ¡No te olvides de rezar! ¡No seas egoísta! ¡Vive como un hijo de Dios! Como fue en tiempo del diluvio, así será el final del mundo.
Jesús, yo quiero servirte. Estar preparado siempre. Amarte a Ti es lo único verdaderamente importante. Todo lo demás quiero ponerlo en un segundo plano. Te ofrezco mi vida. Lo más grande y lo más pequeño de cada día quiero dártelo para que lo conviertas en un barco de salvación.

Ha llegado el Adviento. ¡Qué buen tiempo para remozar el deseo, la añoranza, las ansias sinceras por la venida de Cristo!  ¡por su venida cotidiana a tu alma en la Eucaristía! —Ecce veniet! —¡que está al llegar!, nos anima la Iglesia." (Forja, n. 548)

MODA

EN NAVIDAD, HACER HOGAR 
por Eva María de Trujillo


Nuestras formas de vivir, vestir, comer y comunicarnos están sujetas a muchas modas. Incluso en Navidad “vestimos” nuestra casa y el árbol, de dorado o blanco, de rojo y verde, de azul o plateado, de moños, bolas o muñecos, según las modas siempre pasajeras del momento. 

Pero en la Navidad, las personas no buscan modas nuevas, sino valoran las tradiciones que relacionan con los recuerdos de su infancia. Buscan símbolos que les dan sensación de pertenencia, de estabilidad, de calor de hogar. En una palabra, en Navidad se busca volver a la niñez, sentirse de nuevo “en casa”. 

Que lo confirmen todos los que se encuentran lejos de su tierra: nunca se es tan extranjero como en la Navidad porque se añoran como nunca los villancicos conocidos, el aroma del pernil en el horno, los sabores de golosinas de la abuela, el deleite de una bandeja de galletas o una canastilla llena de buñuelos hechos por la mamá. 
Sobre todo en la Navidad, “patria” es un conjunto de melodías, aromas, sabores y sensaciones que suman felicidad terrenal; y “hogar” es ese lugar donde uno se siente acogido y mimado como cuando era niño. 
En la Navidad, el corazón se regocija con aquellas cosas sencillas que alegran el corazón y llevan a dar sinceramente gracias a Dios por tanta ternura, por tantos dones recibidos sin haberlos merecido.

Por ello, para nosotras es tan importante que nos esmeremos en “hacer hogar”, en cuidar las tradiciones familiares, en poner el pesebre y rezar la Novena del Niño Dios, haciendo que todos se sientan “en casa” y se lleven un buen recuerdo. Somos las mujeres las que creamos, conservamos y transmitimos las costumbres del hogar. Son una riqueza invaluable y dan felicidad.
Lo esencial es “crear buenos recuerdos”. Poco importan los regalos, sino los detalles de cariño que eleven el corazón, aunque a veces nos implique hacer pequeños sacrificios para que todos puedan estar contentos.