FAMILIA

Propósito: Alegría
por  Elizabeth Aguilar
 
Hasta la fecha no he conocido a alguien que fuese tan alegre como lo fue mi esposo. Cuando falleció, me propuse hacer de mis hijos unas personas muy alegres. Cometí algunos errores en mi proyecto, como mi propósito de no llorar delante de ellos, lo cual provocó que mi hijo Juan Pablo pensara que yo no extrañaba a su padre. Afortunadamente lo corregí a tiempo y aprendimos que en ocasiones podemos llorar si nos sentimos tristes, pero que hay que animarse pronto y buscar la alegría.
No me consideraba tan alegre como mi esposo, pero siempre que alguno de los chicos se tornaba triste por algún asunto, le hacía ver la parte positiva para que él mismo superara la dificultad y sonriera nuevamente.
Mi esposo y yo éramos conscientes de que la verdadera alegría, no estaba solo en lo material, sino en los pequeños detalles, en el amor y la unión familiar.

“La alegría que debes tener no es esa que podrías llamar fisiológica”- dice san Josemaría en su libro Camino, “sino otra sobrenatural que procede de abandonar todo y abandonarte en los brazos de Dios”.
Es importante inculcarles a los hijos que le confíen todo a Dios. Si tenemos a Dios presente, El nos da la fortaleza para salir adelante frente a una dificultad y le devuelve la alegría a nuestro corazón.
Formar hijos alegres, optimistas, que sepan reír y ver el lado divertido de las cosas, es una tarea seria que los padres deben iniciar cuanto antes. En un hogar acogedor y alegre todo se pasa mejor, todos encuentran un refugio de paz al llegar.
La verdadera alegría es la que te embarga aunque carezcas de algunas cosas materiales o te encuentres lejos de las personas que amas. La verdadera alegría solo la encuentras en Dios.

VARIEDADES

Cambios extremos 
por Martha Olga Botero

No lo podemos negar; cuesta retornar a la normalidad después de la Navidad, esa época de euforia espiritual y material durante la cual la decoración de los hogares, de los negocios y de toda la ciudad cambia, al igual que la música y el ritmo de vida.
Pareciera que en diciembre brotara de la tierra un encanto que no se puede comparar con nada. Claro, es la magia de la Navidad que lo envuelve todo y a todos, creyentes y no creyentes. Todos respiramos ese mismo aire y cómo se lamenta que, pasada la fiesta de Reyes, haya que volver a lo de siempre.

Ahora comienza otro trajín, el de poner la casa en orden. Vuelve la danza de las cajas y la cinta de empacar. Sacudimos - con nostalgia - uno a uno, los adornos navideños y, en cuanto se desbarata el pesebre y el árbol, es como si se derrumbara una ilusión. Todo llega y todo pasa: las novenas, las reuniones en familia, las visitas, los aguinaldos, el bullicio… En la medida en que se van llenando las cajas, la casa palidece y los espacios se ven vacíos. Realmente es un cambio extremo.
Para que la casa no se note tan vacía, se pueden poner floreros naturales de mucho colorido y de hojas verdes, y podemos dejar algunos cojines de color en los sofás.
Pero lo más importante es la sonrisa en el rostro.

¡Que no empaquemos la alegría, ni las ilusiones! También la vida corriente tiene su encanto, y muy grande, y nuestros deberes cotidianos son precisamente aquello con lo cual nos vamos a ganar el cielo, si sabemos hacerlo todo con amor.

DOCTRINA Y VIDA

Un buen año con Dios
por  Elizabeth Aguilar
 
Al terminar el año sentí el impulso de ofrecer una misa en acción de gracias por todas las bendiciones recibidas de Dios para mi familia. Confieso que es la primera vez que lo hago y me sentí apenada por no haberle agradecido de la misma forma en años pasados, habiendo recibido tanto.
Estamos de paso por el mundo, somos peregrinos que caminan hacia Dios y el tiempo de cada uno es un regalo que nos da, para que lo llenemos de amor a Él, a quienes nos rodean, con un trabajo bien hecho, ejercitando las virtudes humanas.
Hagamos un balance del año que pasó y pidamos perdón al Señor por las faltas de amor con Él y con los demás. Seguramente fueron muchas; pero con seguridad son mayores los motivos de agradecimiento e incontables los beneficios recibidos.

Aprovechemos el año que inicia para tener propósitos concretos de aprovechar mejor el precioso tiempo y enmendar los errores del pasado.
Nos  han deseado “¡Feliz Año!” y hemos deseado a otros salud, dicha y prosperidad. Es bueno desear estos bienes, pero la verdad es que cada año trae sus alegrías y contrariedades. Este año será bueno si todo lo que nos pase nos sirve para acercarnos más a Dios, para amarlo más.


Cualquier año puede ser “el mejor año “si aprovechamos las gracias que el Señor nos da, para convertir en algo bueno lo que aparece como dificultad. Un año bueno puede ser incluso aquel en que nos descubrieron una enfermedad grave y supimos santificarnos con ella, dando ejemplo de paciencia.
No desperdiciemos ni un solo día para llenarlo de obras buenas, y si llega el desaliento, recomencemos enseguida. Aprovechemos los Sacramentos; la Confesión y la Eucaristía serán nuestra fortaleza para presentar al final del año muchos frutos agradables a Dios.

ETIQUETA

Oración de Año Nuevo 
por  Lily Mosquera de Jensen

En estos días recibí un lindo mensaje por correo electrónico del que me gustaría sacar algunos apartes, añadirle otros propios y tratar de concretar unas ideas que nos sirvan para comunicarnos con Dios en este nuevo año. Ideas sencillas, casi rutinarias, pero que vale la pena reflexionar para sacudirnos un poco ese atolondre que a veces nos lleva a mantener nuestra visión plana, pegada al piso, sin ningún enfoque sobrenatural, olvidándonos de que la única realidad evidente en nuestra existencia es el encuentro con Dios al final de nuestros días.
Que recordemos, en estos primeros días del año, dar gracias a Dios por la vida y por todo lo que hemos recibimos. Gracias por el trabajo que hicimos y por lo que pasó por nuestras manos y supimos aprovechar. Gracias por todas las personas que tuvimos cerca, que amamos y que nos dieron amor. Por las que nos ayudaron y por las que pudimos ayudar. Por el valor de los amigos de siempre y por los amigos nuevos. Que sepamos apreciarlos y apoyarlos cuando lo necesiten, sin esperar recompensa o reconocimiento. Que sepamos darnos a los demás con entrega generosa, pues solo así construimos un país justo. Que estemos dispuestos a cooperar con los buenos proyectos y propósitos en favor de los más necesitados y que nuestra colaboración no sea mezquina. Que sepamos despojarnos de nuestro egoísmo y nuestra comodidad y que nos convenzamos que para sacar adelante a Colombia se necesita el concurso de todos. Y que esta frase que la hemos oído tantas veces no nos suene igual que el viento que pasa.
Que sepamos pedir perdón, no solo a Dios sino al compañero que ofendimos o a quien no quisimos ayudar. Que pidamos perdón a Dios por nuestra frivolidad, nuestro consumismo, nuestra búsqueda de placer. Perdón por no trabajar con entusiasmo, por el tiempo perdido, por la palabra inútil y por el amor desperdiciado. Que pidamos perdón por no sacarle tiempo a la oración. Pero ahora presentemos este ratico ante Dios para pedirle perdón por los olvidos, por los descuidos, por la indiferencia y para decirle: Te amo Señor.
Ante este nuevo año que aparece con incertidumbre, sin saber si lo viviremos hasta el final, que asumamos nuestra responsabilidad con entusiasmo, valor y esperanza, pidiéndole a Dios que no nos deje equivocar, trabajando con aplomo, con austeridad, con honradez y con eficiencia. Que llevemos paz y alegría a quienes tenemos cerca y que nos llenemos de optimismo para que en nuestro diario vivir no sintamos tantas preocupaciones por lo que pueda pasar mañana, si estamos en manos de Dios.
Te pedimos, Dios mío, que nos bendigas en este nuevo año y que nuestros corazones derramen esas bendiciones a nuestro paso. Que los demás puedan descubrir tu espíritu dentro de nosotros y que podamos ser portadores de felicidad y paz. Queremos Dios mío, que esta oración no sea vana y, aunque parezcan las mismas promesas de siempre, te pedimos que nos des constancia, valor y fortaleza para cumplirlas.

MODA

Año nuevo, armario nuevo
por  Eva Maria de Trujillo

Año nuevo, vida nueva... buen momento para evaluarse y ponerse metas… también en cuanto a ropa. Nuestro ‘vestier’ puede estar muy lleno, pero a lo mejor lleno de prendas que no sirven o de errores cometidos cuando compramos sin pensar.
Es tiempo de dedicarle unas horas a depurar el vestuario:
• Compra perchas del mismo color, ganchos para faldas y estuches transparentes para darle una nueva cara a tu armario.
• Saca todo. Examina prenda por prenda, mírate al espejo con ellas. ¡Sé valiente!
• Separa la ropa en pilas: prendas que sí usas, prendas rotas que  tienen arreglo, ropa que no te sirve ya, ropa pasada de moda pero en buen estado. Despídete de atuendos que hace tiempo no usas porque no hay ocasiones para lucirlas.
• Separa las prendas que pueden modernizarse o salvarse, para llevarlas a una clínica de ropa.
• Separa otra bolsa con prendas totalmente desechadas para dárselas a personas que sí les pueden dar uso.
• Después de esta depuración, mira cuáles son tus prendas favoritas y analiza: ¿Qué tiene esa blusa que me sigo poniendo con tanto gusto a pesar de los años que tiene?  Detecta cuál es el estilo de ropa que prefieres actualmente. Descubre cuáles son hoy tus verdaderas necesidades al vestir, según tu actual estilo de vida. Es posible que hayan cambiado tus circunstancias.
• Con las prendas que aún te quedan bien, forma combinaciones y cuelga esos conjuntos:  la falda con el top y la blusa, el pantalón con su correa, la blusa y la chaqueta, el vestido con su pashmina, etc. Este método de organizar la ropa te ayudará a determinar cuántos conjuntos servibles tienes y qué piezas te harían falta para complementar conjuntos con el resto.
• Apúntalas  y esa será tu lista de compras para 2014. Llévala siempre contigo, para que no compres lo que no necesitas, sino adquieras sólo los elementos que verdaderamente renovarán tu vestuario.

SALUD Y BIOETICA

Consumo de licor… ¿social?
Por  Sonia A. Muñoz F. MD

En Colombia, el licor (etanol) es considerado como una sustancia de aceptación social; sin embargo, es depresor del Sistema Nervioso Central y sus  efectos se asocian al grado de consumo, es potencialmente adictivo e irónicamente la compra de licor tiene un impuesto a “favor de la salud”.

Hay cuatro grados de alcoholemia (medida de etanol en la sangre), cada uno con mayores efectos sobre nuestro organismo, hasta llegar incluso al coma y la muerte por depresión respiratoria. Aquí, solo me voy a referir a los grados I y II, que son los que se refieren al “bebedor social” y con los que nos hemos acostumbrado a interactuar. El grado I (50-150 mg/dl), se asocia a falta de autocrítica, locuacidad, desinhibición y deterioro de la atención. El grado II (150-200 mg/dl), con ebriedad manifiesta, lenguaje farfullante, incoordinación motora, pérdida del autocontrol y amnesias parciales, “muy convenientes en ciertas ocasiones”.
¿Nos suenan conocidos estos efectos?
Estos dos grados se refieren al patrón de consumo de tipo riesgoso, pero no desadaptativo, según la O.M.S. Entonces, ¿cuál es el problema?... pues, resulta que la edad de inicio de consumo de etanol está alrededor de los 12 años (según estudio de la Dirección Nal. de Estupefacientes, 2008) y 10 años según la realidad que estamos observando (aprenden a tomar licor generalmente en el hogar -reuniones familiares-, en compañía de sus padres y con sus pares).
En el 10% de los bebedores sociales -incluidos los menores de edad-,  su consumo se asocia con algún tipo de consecuencia: accidentes de tránsito, violencia interpersonal o intrafamiliar, conductas sexuales de riesgo,  diversas enfermedades, depresión post-consumo, malestar emocional y deterioro psicosocial con afectación de las personas del entorno.
Cuestionario CAGE:
• ¿Ha sentido usted alguna vez la necesidad de disminuir la cantidad de alcohol que toma?
• ¿Se ha sentido usted molesto porque le critican su manera de beber?
• ¿Se ha sentido usted alguna vez mal o culpable por su manera de beber?
• ¿Ha tomado usted alguna vez un trago a primera hora en la mañana, para calmar los nervios o quitarse el guayabo?
Cada respuesta positiva equivale a un punto: 1 sugiere indicio de problemas relacionados con el alcohol, 2-4 sugieren dependencia alcohólica.


Finalmente, pensemos en las consecuencias y en el ejemplo que estamos dando, antes de tomarnos el siguiente vaso de licor: “unito no más”, “el último”, ”hoy si me la pego”, “a mí me gusta que tome, porque la borrachera le da por ser cariñoso(a) o generoso(a)”…