DOCTRINA Y VIDA

Somos Familia
por Concepción Campá

Estamos en el mes de Octubre, mes del Rosario, y ahora estamos acompañando al Papa Francisco en el Sínodo de los Obispos sobre la Familia que tiene lugar en Roma con el tema "La vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo".

Por ser hijos de Dios, todos formamos en la Iglesia una gran familia, nos ayudamos, queremos saber lo que sucede en el mundo entero, gozamos con los que gozan y sufrimos con el dolor de tantos hermanos nuestros. Por esto nos interesa el Sínodo, porque somos familia.

Hace poco en Filadelfia, el Papa Francisco dijo: "Pero lo más lindo que hizo Dios –dice la Biblia– fue la familia. Creó al hombre y a la mujer; y les entregó todo; les entregó el mundo: «Crezcan, multiplíquense, cultiven la tierra, háganla producir, háganla crecer». Todo el amor que hizo en esa Creación maravillosa se lo entregó a una familia.(...) Todo el amor que Dios tiene en sí, toda la belleza que Dios tiene en sí, toda la verdad que Dios tiene en sí, la entrega a la familia."

El amor, ahí está la base de nuestra felicidad, en amar y en amar mucho. Primero a Dios, nuestro Padre, después a la  Iglesia, nuestra Madre, y con la Virgen a cada persona que tenemos cerca y también a nosotros mismos.
La belleza, la vemos a diario en la naturaleza, en un amanecer teñido de rojo o en la puesta del sol, en los pájaros, las flores, en todo lo que nos rodea. La belleza que Dios nos ha dado a cada uno, hay  que cuidarla y conservarla.
La verdad, "la verdad os hará libres”, leemos en el Evangelio de san Juan. ¿Y quién no quiere ser libre?

Demos gracias a Dios por tantos beneficios como nos da, y recemos por el Sínodo, como nos pide el Papa Francisco.

HACER HOGAR

La paz del orden
por  Elizabeth Aguilar

Cada cosa en su lugar; ese tema me ha entusiasmado desde joven. Ya casada, trabajé para que mi familia fuera ordenada y que el orden se proyectara en nuestras vidas. Con mi hijo mayor nunca tuve problema, pues desde niño ha sido el genio del orden; afortunadamente, su esposa es igual.
Acudí a mi creatividad y decidí confiscar todo lo que encontrara fuera de lugar; si querían recuperar sus artículos, debían rescatarlos pagando una cuota para nuestro fondo familiar de paseos. Con esto logré que toda la casa se mantuviera en orden, excepto los cuartos de dos miembros. Les conseguí cajas decoradas para que guardaran sus pertenencias por categorías, les enseñaba cómo hacerlo; sus cuartos quedaban relucientes, pero al otro día ya parecía que un huracán hubiese pasado.
En ocasiones, desesperada, desocupaba el closet de cada uno colocando todo sobre la cama para forzarlos, lo cual  era un error,  pues volvían a guardar todo de cualquier manera. Para no volverme una madre 'cantaletosa', recurrí al buen humor y, cuando alguno dejaba algo tirado, le colocaba un papel con una carita triste, lo cual les daba risa y ayudaba en parte. Después de muchos intentos me di por vencida, decidí ordenarlos yo misma y mirar la situación en positivo: valorar que aún los tenía en casa, pues muy pronto volarían y los extrañaría.


Para que nadie pierda la esperanza, contaré que mi esposo se convirtió en la persona más ordenada del mundo. Mi hijo mayor continúa siéndolo y su hogar es increíble. Cuando mis dos últimos hijos empacaron sus pertenencias, el uno, porque se casaba y se iba a otro país, y luego el otro porque se trasladaba a otra ciudad para trabajar, los dos donaron la mayor parte de sus pertenencias. Lo mejor de todo es que ahora, en sus propios hogares, son personas en cuyas vidas se refleja el orden.
Ya llegué a la conclusión de que uno no necesita pasarse la vida ordenando, si ponemos cada cosa en su lugar, si desechamos lo que no usamos y a otros puede servir, dejando solo lo útil y lo que nos hace feliz; así basta un leve mantenimiento de vez en cuando.
Con orden, nuestra vida se llena de paz, de alegría, y somos más eficaces en nuestro diario vivir.

SALUD Y BIOETICA

¡A reciclar!
por Sonia  A. Muñoz F. MD
 
La última Encíclica del Papa Francisco, “Laudato Si”, nos lleva a reflexionar sobre el cuidado de nuestra casa, que es el planeta tierra. Dentro de este gran tema ecológico, pensemos en  forma práctica en un aporte pequeñito pero muy valioso como es el valor de aprender a reciclar.
 “Toda pretensión de cuidar  y mejorar el mundo supone cambios profundos en los estilos de vida…” y entender el valor del reciclaje nos permite ayudar a otros que viven de recoger los materiales de desecho; de paso ahorramos un poco y además evitamos el desperdicio y la contaminación de los elementos vitales de nuestro planeta.

Sugiero estas Ideas prácticas, y ustedes pueden añadir más:
• Llevemos una bolsa de tela para el supermercado y así no utilizamos bolsas plásticas.
• Las revistas de los periódicos, las lecturas dominicales de la misa y otras revistas que ya miramos, pueden donarse a hospitales públicos o ancianatos.
• No botemos basura a la calle; podemos guardarla en el bolso o en el carro.
• A las jeringas usadas, debemos quebrarles la aguja dentro del protector.
• Clasifiquemos en diferentes bolsas: el papel, el plástico limpio, las tapas, los residuos orgánicos, las latas, el vidrio, etc.
• Las bolsas plásticas de las compras se pueden reutilizar en los tarros para la basura.
• En internet se encuentran muchas ideas para reutilizar y reciclar objetos en la casa que sirven para la decoración.
• Utilicemos las hojas impresas por un solo lado, como hojas de borrador.
• Revisemos todo lo que nos sobra o no utilizamos en casa y lo donamos a alguien que si lo necesita.
• Los residuos con sangre, como algodones o gasas, debemos ponerlos en bolsas plásticas de color rojo para que sean incineradas.
• Separemos  las pilas en un recipiente, pues son toxicas para el medio ambiente,
• Solo imprimir lo que es verdaderamente necesario,
• Procuremos que los productos de aseo sean biodegradables,
• Los medicamentos vencidos se deben llevar a las farmacias y depositarlos en recipientes especiales.

FAMILIA

Donde se aprende a amar
por Marta Cecilia Vergara A.

Daba gusto escuchar al Papa Francisco hablando sobre la familia en su viaje a Estados Unidos, mostrando cómo en el ambiente familiar es donde aprendemos a amar, donde recibimos la fe, donde puede cada uno ser como es, donde gracias al amor aprendemos a ser generosos y a respetarnos.
Nos invitaba a apreciar esos momentos en que compartimos en familia. inclusive cuando los padres discuten y los hermanos se pelean. Eso si, que siempre haya reconciliación antes de irse a dormir.
La familia es el primer lugar donde los hijos se sienten amados y aman, es donde reciben su primera y más profunda formación. Luego saldrán a construir el mundo, pero las bases de su comportamiento las han recibido en casa. Sus valores más arraigados los han aprendido en el hogar.
Si no nos amamos en la familia, ¿entonces dónde aprenderemos a amar? En la calle? En el trabajo?... ¿Qué nos hace falta en nuestro hogar? ¿Les estamos enseñando a amar a los hijos? ¿Les estamos dando buen ejemplo?. Los hijos aprenden a dar lo que reciben de sus padres.

Nos invita el Papa Francisco a reflexionar, diciendo: ¿en mi casa se grita?, ¿o se habla con amor y ternura? Es una buena pregunta. Y dice también: Que nuestros hijos encuentren siempre en nosotros referentes de comunión, no de división.

ETIQUETA

El traje oscuro
por  Lily Mosquera de Jensen

El esmoquin, del inglés “smoking” o “tuxedo”, aún no está condenado al olvido, pero sí está llamado a compartir el escenario con el llamado traje oscuro, o “dinner suit”.

Las invitaciones formales que especifican como código de vestir para los hombres un “traje oscuro”, generalmente se refieren a un vestido elegante de paño, de color negro o azul, con una camisa blanca de mancornas y una corbata sobria. Sin embargo, diseñadores de moda como Hugo Boss y Calvin Klein, introdujeron recientemente una variación de esta vestimenta, más elegante que un vestido, y más informal, o más moderno que un esmoquin. El “dinner suit”, como híbrido de los anteriores, seguramente debutará muy pronto en matrimonios y demás celebraciones formales en nuestro medio.

En una edición reciente, el New York Times publicó una interesante historia del esmoquin. Su origen se remonta a 1886, cuando un elegante empresario causó revuelo al aparecer en el Tuxedo Park Club de Nueva York vestido con chaqueta corta negra a una ceremonia de etiqueta de frac. Este traje, considerado informal en aquella época, se impuso durante más de cien años. Su apogeo lo marcaron Frank Sinatra y Cary Grant en los años 50, y su inmortalidad se debe quizás al legendario James Bond 007 en todas sus encarnaciones.

En los últimos años, este tradicional vestuario se ha transformado considerablemente, y se augura que la moda masculina seguirá innovando a un ritmo más acelerado.

Hoy en día, los hombres jóvenes alquilan esmoquin durante una larga época de sus vidas, hasta que compran para su matrimonio el primer ejemplar. Este, si los dueños no cambian de peso, se convierte en el traje único de ceremonia, a diferencia del “dinner suit”, donde la moda y la variedad permiten tener más de uno.

MODA

El desmedido afán de juventud
por Eva María de Trujillo

Observo en la mujer una cierta edad crítica, que se presenta cuando aún no ha hecho las paces con los años que tiene  y corre peligro de “hacer el oso” tratando de demostrar su juventud. 
Aunque a esas alturas de la vida debería tener bien fundamentada la autoestima y suficiente sentido común, puede caer en las trampas que le tiende la moda y la propia vanidad, y hacer el ridículo.

Mal aconsejadas, todas podemos caer. Alguna vendedora nos dice: “¡Se le ve divino!”. Primero dudamos: “¿Eso no es muy juvenil para mi?” y enseguida le creemos:  “Así se usa ahora.”
Cuando empezamos a transgredir el sentido estético y el pudor, pronto podemos caer en la frivolidad más ridícula, tratando de lucir como un “postre” a los sesenta y pico. Estas pobres víctimas de una angustiosa pelea contra la tercera edad, conocidas popularmente como “cuchibarbies”, suelen ser objeto de burlas.


¡Vivamos en paz con los años!  Aceptémoslos con gratitud, buen humor y hábitos de vida sanos;  basemos nuestra autoestima en valores distintos a la “eterna juventud”. Hay que hacerle frente a la realidad actual y no refugiarnos en mentiras y autoengaños.

Es hora de hacer la reingeniería de nuestra imagen con otra visión, sin los moldes estéticos de quinceañera, y buscar serenamente  la armonía y la dignidad. Cada etapa de la vida tiene su belleza propia, que hay que cultivar.

¿Si tienes nietos grandes y son tu orgullo, por qué insistes en desmentirlos con tu arreglo personal?

Eso sí: cuidemos la imagen con más esmero que nunca, cuidando de vernos muy naturales. Usemos colores que nos favorezcan; evitemos la ropa ajustada al cuerpo que revela sus defectos; evitemos mangas sisas y las faldas cortas por encima de la rodilla. Cuando usemos pantalón, hagamos una autocrítica severa ante el espejo, de perfil y por detrás.
No perdamos de vista las nuevas tendencias de la moda e incorporemos en nuestro vestuario  aquellos elementos que nos aporten gracia y feminidad. Seamos fieles a nuestro estilo personal y optemos por el señorío que da lo clásico.