SALUD Y BIOÉTICA

LA MUERTE DE STEPHEN HAWKING
por Sonia  A. Muñoz F. MD

Falleció, en Cambridge, el gran astrofísico del siglo XX, Stephen Hawking, el 14 de marzo de 2018. Tenía 76 años y padecía de Esclerosis Lateral Amiotrófica desde sus 21 años, enfermedad que afecta el control de los movimientos voluntarios y que lo fue dejando en estado de parálisis; “solo se podía comunicar con un ordenador que interpretaba sus gestos faciales gracias al único musculo que controlaba, el de la mejilla”.
Pese a su gran estado de discapacidad, se le llegó a comparar con físicos de la talla de Einstein o Newton. “Sus trabajos se centraron en relacionar la relatividad (la naturaleza del espacio y el tiempo) con la teoría cuántica (física de lo más pequeño) para explicar la creación y el funcionamiento del cosmos”.
Evidenció con su vida como la persona humana tiene un valor infinito, aunque esté postrado en una silla de ruedas y con movimientos más que limitados.
Demostró el valor de la libertad humana, que, aunque limitada en sus movimientos físicos, poseía capacidad intelectual, razonamiento y voluntad libre para pensar y tomar decisiones.
También probó que los límites entre la salud y la enfermedad están dentro de cada persona. A él se le habían pronosticado pocos años de vida en su juventud. Sin embargo, estaba vivo, era alegre, tenía sentido del humor y le daba sentido a su vida.
Sus aportes científicos apoyaron la teoría del “big bang”, acerca del inicio del universo, lo que no riñe con que Dios sea nuestro Creador, lo cual revela que la fe y la ciencia pueden ir de la mano.
En fin, lo que deseo resaltar más en estos tiempos relativistas y materialistas, es el valor de la vida humana, siempre y por encima de todo. 
La persona es un fin en sí misma y no un medio, del que se dispone si vive o muere por intereses de todo tipo.
Recuerdo una frase que siempre me ha impactado: “una vez visto un león, ya conocemos todos los leones. Una vez visto un hombre, solo, y si acaso, conocemos a ese hombre”. Somos únicos e irrepetibles, creados a imagen y semejanza de Dios.
Y aunque Stephen negaba la existencia de Dios y se autoproclamaba ateo, espero que por Su infinita misericordia ya esté gozando de Su presencia, comprobando que Dios sí existe...

DOCTRINA Y VIDA

LA CRUZ DE CRISTO Y MI CRUZ
por Concepción Campá

La Cruz de Cristo no es solo el madero que llevó a cuestas y en el que murió. Su Cruz fue, junto a esa, el dolor de la soledad, las injusticias que sufrió, los insultos que le dieron, la verdad anunciada y no recibida, el amor que prodigó a tantas muchedumbres que lo abandonaron; fue saber lo que su Madre estaba sufriendo, el dolor por lo que tantos le hemos ofendido, por mis pecados, lo que he hecho contra alguien o contra mí mismo.
Y mi cruz es la de cada día, aquella que llega sin esperarla y que tengo que aceptar para seguirle a Él camino del Calvario.
Mi cruz es el dolor de una pena, de una enfermedad, del cansancio del trabajo, de los disgustos con los hijos que no quieren normas, ni obedecer ni recibir consejos; es el dolor de una contrariedad familiar o profesional, de una injusticia. 
Pero Jesús me mira y me consuela, como consoló a las Santas Mujeres en el camino al Calvario y con esa mirada mi cruz se une a la de Cristo. Sigo caminando y busco a su Madre para ir con ella, consolarla con mi compañía. Llegamos al Calvario, Viernes Santo. 

Y a partir de ese día seguiré al pie de la Cruz cada vez que asista a la Santa Misa en la que se renueva el sacrificio de Cristo; allí se repite el memorial de Su Pasión y Muerte. Es allí donde yo puedo ofrecer también mi cruz para que tenga valor de  eternidad. 
Gracias, Jesús, por tu entrega sin fin. Gracias por enseñarnos a dar la vida sin esperar nada a cambio. Gracias por tanto amor como me das.

FAMILIA

DEFENDER EL MATRIMONIO
por Marta Cecilia Vergara A.

El matrimonio vale la pena defenderlo. Si un hombre y una mujer se eligieron libremente para compartir la vida, crecer y formar una familia, es importante que defiendan esa decisión de entregarse uno al otro, de construir juntos el futuro y trabajar con amor por la familia que han formado.
Los hijos reciben todo lo que los padres muestran. Aprenden de fidelidad, de amor, de compañerismo, de respeto, de trabajo, de amistad, de Dios, de solidaridad, de caridad, ... aprenden de sus padres. Siempre están buscando aprender aquello que los hace felices. Si los padres supieran que son todas esas virtudes lo que hace felices a sus hijos, por ese amor tan grande que les tienen buscarían vivirlas.
Se ha dicho muchas veces que todos los hijos son diferentes, que los padres deben educar a cada hijo de manera diferente a los demás, porque cada uno tiene su propio temperamento.
Así como cada hijo es único, cada matrimonio, cada familia es única, y corresponde a los cónyuges construir esa familia única basada en el amor. 
Pensar aunque sea un momento en la familia modelo... es un gran error. No existe familia, esposo, esposa, o hijos modelo. De los demás podemos aprender algunas cosas, cuando existe amistad y saben compartir experiencias constructivas, pero cada matrimonio adopta lo que le interesa y conviene por el bien de su familia.
Defender la propia familia es defender la propia vida. Una buena comunicación es clave para que los cónyuges crezcan como personas y como matrimonio y eduquen bien a sus hijos.


MODA

CULTURA COTIDIANA (2)
El trato delicado
por Eva María de Trujillo

Las relaciones interpersonales se han vuelto más descomplicadas, pero la informalidad no debe llevarnos a descuidar los buenos modales. No dejemos que en nuestro entorno laboral y familiar se impongan la rudeza, la falta de respeto, la ramplonería. Defendamos la delicadeza en el vocabulario, la finura en el trato entre hombre y mujer, la cordialidad respetuosa entre las generaciones, así como la modestia en el vestir.   
Promover una cultura de delicadeza implica a veces ir contra corriente. No es siempre fácil, pero recordemos que lo que decimos y hacemos consciente o inconscientemente– influye en los hábitos de otras personas. Nosotras ‘hacemos’ la cultura cotidiana. 
¿Dónde empezamos? 
Pues, con nosotras mismas. Con su manera de ser y hablar la mujer determina el tono en que se le responde; crea un clima de amabilidad en su entorno; determina la calidad de relación que se establece con ella. Las buenas costumbres y la amabilidad son “idioma materno”; se aprenden en el hogar y se ‘hablan’ en muchas partes.

Entre muchos otros, sugiero estos puntos concretos:
Palabras clave: por favor, gracias, perdón
Saludar con amabilidad a toda persona
Acoger con especial cariño al niño
Dar importancia a la persona de edad 
Hablar con suavidad, sin gritos 
Expresarse clara y correctamente
Escuchar con atención, sin interrumpir
Evitar hacer comentarios negativos sobre otros 
Agradecer todo detalle  
Prestar gustosamente un pequeño servicio
Respetar el tiempo de los demás
Respetar el espacio personal de cada persona 
Dominar la propia impaciencia y mal genio

No se trata de mera cortesía, sino de valorar la dignidad de cada persona por el hecho de serlo. Y si acaso alguna vez nos costara mucho tratar a alguien con amabilidad, apliquemos una motivación sobrenatural infalible: tratemos a la persona con todo nuestro aprecio… por amor a Dios.

ETIQUETA

DIOS EN LAS COSAS PEQUEÑAS
por  Lily Mosquera de Jensen

A Dios le gusta meterse en los detalles de nuestra vida. Dejémoslo que se meta en nuestro espíritu y en nuestro cuerpo pero luego aprendamos a descubrirlo. Es fácil verlo manifestado en la naturaleza, como en una puesta del sol, en el cielo lleno de estrellas o en un jardín de flores, en cambio nos cuesta trabajo encontrarlo en nuestro diario vivir. Nos parece que la rutina de un día de trabajo, con sus afanes y sus goces, muchas veces pequeños, sin importancia, no deja manifestar su inmensidad, su omnipotencia o su amor. 
En alguna ocasión leí, hablando de los milagros, que no se debe tener la costumbre de rezar por boberías ni pretender que Dios esté siempre ayudándonos en lo trivial, sin importancia, ni tampoco estar pidiendo milagros a toda hora. 
Yo pienso lo contrario: que lo tengamos en cuenta en todos los pequeños detalles de nuestra vida y que lo invoquemos con fe sencilla para pedir su ayuda en las circunstancias ordinarias y comunes. 
Nunca se me había ocurrido dar gracias a Dios por mi colchón cada noche, hasta que hace algunos años, fuimos a Mondomo, Cauca, a ayudar a los damnificados del terremoto y me conmovieron las caras de la gente sufrida que pedía con angustia que le regaláramos un colchón. Nuestra comodidad diaria depende de muchas cosas que pasamos desapercibidas; aprendamos a apreciarlas y así descubrir que nos podemos conectar con Dios, con más significado, en lo de todos los días. 
No siento pena de hablar de mi fe, que para algunos puede parecer una bobería. Pero como cocinera que soy, siempre que meto algo al horno, le pido a Dios que salga bueno y sabroso. Y siempre me ayuda. La persona que escribió sobre los milagros no cree que esto esté correcto. Yo seguiré haciéndolo. A veces a través de acciones triviales se puede escuchar su voz y su enseñanza, no solo en las Sagradas Escrituras o en los sermones de los pastores. Basta observar todo lo bueno que nos sucede. No es solo casualidad ni buena suerte. 
Así como trabajamos en nuestro mejoramiento físico, así debemos esforzarnos por el crecimiento espiritual, con empeño constante, con disciplina, sin desfallecer y poco a poco llegar a descubrir a Dios en las cositas pequeñas de todos los días. Y recordemos que no nos hablará a gritos sino con un susurro.


SABERES DE MUJER

APRENDER AYUDANDO

Da gusto gusta aprender y disfrutar y, al tiempo, ayudar a una buena causa. 



Las asistentes a nuestro programa Saberes de Mujer - muy variado y dirigido a la joven esposa, madre y profesional - han organizado voluntariamente una clase de ensaladas sanas, nutritivas, deliciosas, apetitosas y prácticas. 
Así han podido pasar un rato agradable, enriquecer el menú de sus hogares y, a la vez, poner cada una su granito de arena para el funcionamiento de la Fundación Los Valles que atiende a mujeres de menos recursos.