MUJER

RESPETAR PARA AMAR

"Yo ya te era fiel aun antes de conocerte..."
Eduardo Verástegui da su testimonio personal y una explicación maravillosa de cómo se valora a la mujer en este video, que es parte de una entrevista con Susana Giménez, que circula hace tiempo en las redes sociales.

En caso de no poder ver el video, ábralo en:
https://www.youtube.com/watch?v=4NmBQJuc9mQ

FAMILIA

OPORTUNIDADES EN VACACIONES
por Marta Cecilia Vergara A.

Llegó la época esperada por los hijos; son unos meses para crecer y recuperar la energía necesaria para el nuevo año escolar. Si son pequeños, se ilusionan con vacaciones recreativas como las de años anteriores, y si son mayores, sueñan con grupos de gente nueva, fiestas, viajes, deporte, etc.
Los padres, en cambio, seguimos trabajando y, en el mejor de los casos, logramos tener también nuestras vacaciones laborales para dedicarlas a la familia.

La familia es aquel lugar donde nos entregamos a los demás con amor, por el bien de cada uno, donde se aprenden las cosas más importantes, donde aprendemos a ser quienes somos.
El tiempo de vacaciones no debe ser un tiempo que  simplemente se “mata”, dedicándolo a asolearse o jugar en una pantalla. No, es tiempo precioso y una gran oportunidad para crecer en comunicación familiar, en habilidades de convivencia, en destrezas del hogar, en artes; hay nuevos temas, nuevas actividades, nuevas personas en su vida. Es un tiempo para reforzar valores familiares compartiendo, si es posible, con la familia extensa. Es un tiempo para viajar, conocer, crecer, aprender.
Si nos quedamos en casa, aunque cueste trabajo porque luchan por su independencia, es importante estar pendientes de las actividades de los adolescentes, no perderlos de vista. Muchos aprovechan parte de las vacaciones para trabajar o realizar actividades intelectuales diferentes.
Es una oportunidad para todos; a los padres nos toca ser más creativos, cambiar la rutina diaria, dejar de pensar solo en nuestros gustos y ocupaciones, para pensar más en los demás.

SALUD Y BIOÉTICA

LA NAPROTECNOLOGÍA
Ecos Congreso Familia y Fertilidad
por Sonia  A. Muñoz F. MD

La Naprotecnología es un nuevo término que significa, la tecnología al servicio de la procreación natural. Es una marca registrada, creación del Dr. Thomas Hilger, del Instituto Pablo VI para el estudio de la Reproducción Humana.
Se trata de emplear la medicina en forma restauradora de la salud ginecológica y buscar el tratamiento de la infertilidad matrimonial, con nuevos aportes científicos en el tratamiento médico y quirúrgico, que trabajan en cooperación con el ciclo natural de la procreación.
Sus valores de referencia son el respeto a la vida humana desde el momento de la concepción, el respeto al acto conyugal por ser fuente de vida y el respeto a la persona humana y a su corporalidad.
Para su entrenamiento, los médicos no pueden prescribir anticonceptivos, ni realizar o recomendar abortos, esterilización o fecundación in vitro.


El objetivo médico es llegar a hacer un diagnóstico preciso de lo que altera la fertilidad o la fisiología de la mujer y luego tratarla dentro de un marco favorable a la familia pro- vida.
Abarca también el tratamiento quirúrgico de la endometriosis, la reversión de la ligadura tubárica, estudio de los abortos involuntarios recurrentes, prevención de la prematuridad, depresión postparto, sindrome de tensión premenstrual, ovarios poliquísticos, entre otros.
Todo dentro del marco del respeto a la persona humana y la ayuda espiritual hasta la asesoría final a la adopción, cuando no se consiguen resultados médicos favorables.
Para mayor información:
Actualmente funciona un centro en Nebraska-EU con el modelo Creighton de Naprotecnología, y existen médicos certificados en este modelo en Argentina (Dra. Gloria Sanchez Zinny) y en Paraguay (Dra. Angélica Sarmiento). En Colombia asesora este modelo específico la Fundación Pro Derecho a Nacer en Bogotá (Directora Marta Elena Soto).

ETIQUETA

RECETAS Y CUMPLEAÑOS
por  Lily Mosquera de Jensen

Desde que estaba pequeña, me parece difícil de entender dos hechos bastante comunes: uno, que las personas no quieran revelar su edad, y dos, que alguien que prepare algo delicioso no quiera compartir su receta.
Yo siento lo contrario; si a alguien le gusta lo que yo cocino, me encanta enseñarle cómo hacerlo. Cocinar es compartir, y eso implica transmitir los conocimientos, experimentos, y satisfacciones de la cocina. Enseñarle a un niño una receta es continuar una tradición familiar. Mandarle una mermelada a una amiga de cumpleaños, acompañada de una tarjeta con la receta, es el mejor regalo.  Las recetas “secretas” sólo están condenadas al olvido. Las que se transmiten cobran vida y aumentan su valor al replicarse y cambiar de manos.
 
Respecto a la edad, naturalmente que al ir cumpliendo más y más años, siento el peso de los números, pero en el fondo no veo lógico el esconder los años vividos. No veo por qué debe darle pena a una persona decir su edad; si los otros creen que tiene más, pues se enterarán que es más joven y si creen que tiene menos, quiere decir que no los aparenta. Los años son como el recorrido que uno hace por la vida; si lo midiéramos en kilómetros, nos sentiríamos orgullosos.
Cada uno de esos kilómetros de vida  representa instantes o días en los que aprendemos, compartimos y crecemos. Una amiga curiosa resolvió ponerse un medidor de distancia recorrida mientras estaba todo un día haciendo las labores normales del día y al final del día, ella misma se sorprendió al darse cuenta que había caminado 6 kilómetros, sin salir de su casa! Sin duda esa distancia se recorrió haciendo obras por los demás, aprendiendo y enseñando.  Cada día recorrido es un regalo, un privilegio.¿ Por qué tratar de negarlo?
Pero a  las mujeres (y cada vez más a los hombres) nos abruma la vanidad y la mayoría no están dispuestas a contar cuántos años ha costado ese recorrido. ¿Por qué no? Admiro a una amiga, ejecutiva brillante y valiosa, bonita y elegante, quien dice su edad sin ningún reparo, aunque ya pasó de los 70 y puede darnos ejemplo de trabajar, trabajar y trabajar. Me gusta destacar la altivez de un amigo de 91 años, guapo y lleno de energía, con la vitalidad y brillantez de un hombre joven, que monta a caballo todos los domingos y está al frente de sus negocios, con su computador en su escritorio todos los días, sin doblegarse ni un instante por todo el kilometraje recorrido que lleva. El parece demostrar que los años no doblegan y que su físico lleno de vigor y dinamismo  lo ha logrado por su inmenso amor por la vida. Sin duda por eso se siente orgulloso de poder contar sus 91.
¿Qué se saca con esconder nuestras recetas y nuestra edad? Allí está todo los que hemos vivido y aprendido. De cierta manera, allí está la recopilación de nuestra vida.

MODA

ESO QUE TE HACE SER TÚ
por Eva María de Trujillo


“Lleva la moda, pero jamás dejes que la moda te lleve a ti”, me decía una experta hace años, y tenía razón, porque cambiar de “look“ en cada temporada te hará ver muy “fashion“ durante unos seis meses, pero es posible que dentro de cinco o diez años se burlen de tus fotos y tú misma las borres con desprecio porque parecías disfrazada, porque no eras tú.

Lo que importa para vestir bien no es llevar la última moda que ha salido; lo que importa no es “fashion“ sino  “style“. Las modas cambian cada temporada; pero lo que permanece es el estilo personal de cada una.


Para tener estilo hay que liberarse de la manipulación  y atreverse a ser autónoma, ser muy “tú“, tener personalidad, aunque eso signifique no llevar todas esas las prendas novedosas que llevan las demás. Tener la valentía de ser diferente. Distinguirse entre la masa no es malo, ser diferente, puede considerarse un elogio.  (¿O no te acuerdas de las declaraciones de amor que recibías de colegiala? El preámbulo del admirador generalmente era: “Tú no eres como las demás; tú eres diferente...“).

“El estilo, ¿se hace o se nace con él?” -  le preguntaron alguna vez en una entrevista a Carolina Herrera, y contestó:  “Yo creo que ambos, es un proceso de educación y de capacitación. Lo traes adentro y, sin embargo, conforme vas creciendo va cambiando, manteniendo siempre la esencia de ‘eso’ que te hace ser tú…”
En otra ocasión le preguntaron qué aconsejaría a las jóvenes que se empeñan en buscar el estilo, y respondió: “...es un concepto muy personal, no se puede comprar, aunque sí puede cultivarse...“


Deducimos que para tener estilo la palabra clave no es "comprar“ sino “cultivar“. Este verbo tiene que ver con cultura, o sea, con algo que se cuida con delicadeza, se observa, se aprende y se desarrolla. El estilo no es cosa de dinero. Es una labor diaria de la inteligencia y discernimiento.