MODA

Belleza y ancianidad
por Eva María de Trujillo


Celebraban sus bodas de oro mis padres. Mientras ellos avanzaban por el pasillo hacia el altar, alcancé a escuchar un piropo que una señora contemporánea le dedicó a mamá cuando pasó por su banca: “¡Más joven sí estabas hace 50, pero no más bella, querida!”

Era cierto. Los años pueden embellecer, pues lo bueno que hay dentro del corazón va reflejándose en el rostro y queda plasmado en las líneas de expresión. En la ancianidad ya no surten efecto los maquillajes, ni los tapujos;  la verdad no se puede ya ocultar. Cada arruga tiene significado y el rostro irradia bondad y alegría, cuando cuenta la historia de una existencia vivida con amor sirviendo a los demás.

La ancianidad no riñe con la belleza y tiene su propia moda. Me parecen hermosas las señoras mayores vestidas con sus prendas favoritas que evocan sus mejores tiempos. Admiro sus bufandas de seda, sus bolsos vintage, sus vestidos, en tonos pastel, de corte impecable, con cuellos y puños blancos, más algún detalle muy elaborado. Son francamente preciosas cada una en su estilo muy personal. En cambio, cuando las nietas las obligan a llevar algo a la última moda, generalmente se ven disfrazadas y pierden todo ese decoro.

Y si el destino las confinara a una silla de ruedas, también pueden seguir preciosas, cuando hay quien se preocupa por mantenerlas bien arregladas, como merecen, con ropa cómoda pero digna, con sus rodillas bien tapadas, el cuello adornado con una linda pañoleta o un collar, sus manos cuidadas y su cabello blanco bien peinado. Estoy segura de que desde el fondo de su corazón ellas agradecen todos esos servicios de embellecimiento.
En cambio, me dan pesar algunas otras que se ven abandonadas, embutidas en cualquier camiseta o sudadera que ellas jamás se hubieran querido poner, si no hubieran perdido toda su autonomía.
No olvidemos que toda mujer quiere verse lo más agradable posible, en todas las circunstancias de la vida. Hace una delicada obra de caridad quien ayuda a vestir dignamente a las ancianitas.

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