DE TODO UN POCO

AÑO NUEVO, VIDA NUEVA
por María Beatriz Toro de Luna

Esto lo hemos escuchado y bailado en las fiestas de fin de año: “Año nuevo, vida nueva, más alegres los días serán...”

Al finalizar el año hacemos un balance, que a veces resulta negativo porque no apreciamos todo lo recibido gratuitamente de Dios, pero también nos podemos sentir felices y supuestamente “realizados" al ver que logramos casi todo lo propuesto como meta. Después de este balance nos formulamos una lista de propósitos  para el nuevo año que tienen que ver con nuestra salud, la imagen y las finanzas personales; y entre estos están: haré ejercicio todos los días, me apuntaré a un gimnasio; me pondré a dieta, cuidaré mi salud, dejaré de ser una compradora compulsiva, seré la esposa y madre ideal, seré mejor miembro de familia, etc. Propósitos buenos y posiblemente demasiados, que pueden fallar por nuestra inconstancia y falta de seguimiento.

¿Será que lograremos esa constancia, si nuestros propósitos tienden más a darle un nuevo sentido a nuestra vida? ¿Tal vez si nos proponemos cuidar con más amor a nuestros seres queridos y al prójimo, y mejorar nuestra relación personal con Dios? 
Por ejemplo: 
1) Planear comidas más variadas y sanas para nuestra familia;  y en este caso tenemos que estudiar un poco y hasta tomar algunas clases. 
2) Hacer una labor social, como visitar a ancianos, llevar alegría a niños, trasmitir a otros lo que sabemos, comprometernos apoyando a alguna fundación;  todo eso requiere que salgamos de nuestra zona de confort personal.
3) Si nos gusta cultivar el espíritu, ¿qué tal si formamos un club de lectura con un grupo de amigas, con la orientación de una persona que conozca de buenas lecturas, literarias y formativas?
4) Y si, como  Sócrates  y su discípulo Platón, nos damos cuenta de que "solo sé que nada sé", podemos asistir a clases de doctrina, a cursos sobre la educación de los hijos, la felicidad en el matrimonio, o ponernos al día en nuevas tecnologías y temas de actualidad.

Sea cuál sea el propósito que hagamos, para que no lo dejemos tirado a la vuelta de una semana, se requiere no solo nuestro esfuerzo personal, sino el  seguimiento de una buena amiga con formación humana y moral, que sea idónea para ayudarnos y exigirnos; algo así como un coach espiritual para que en este nuevo año podamos encontrar un nuevo sentido a la vida, siendo y obrando como Dios quiere.

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