
por Sonia A. Muñoz F. MD
Cada año que finaliza nos deja buenas noticias y también algunos sinsabores. La gente no se comporta siempre como debería; en los medios de comunicación nos enteramos cómo unos hacen daño a otros, y nos preguntamos en el inicio del 2017: ¿cuál es el secreto para mejorar el mundo?
Pues no es tan complejo y lo tenemos a la mano, pero a veces no le damos la importancia que se merece: Se trata de cuidar la familia.
Es allí donde nacen las personas, donde se crían, donde se forman. Ese es el semillero para la conformación de nuevos hogares y de donde van a salir las personas que nos van a reemplazar en las nuevas generaciones.
¿Queremos que el mundo cambie para bien?
Pues examinemos como está el ambiente de nuestro propio hogar; revisemos las normas y veamos si son adecuadas a las edades de nuestros hijos; dediquemos más tiempo a permanecer juntos en las noches y a dialogar; hablemos de los sentimientos que cada uno guarda en su intimidad; mostremos a un Dios de amor y misericordia; seamos coherentes con la autoridad; no demos todo lo que nos piden – uno de los males de nuestra época es la limitada capacidad de frustración que tienen los más jóvenes -; tratemos de que todo sea ganado con base en el esfuerzo y la responsabilidad; dejemos muy en claro que libertad es diferente a libertinaje; pongamos límites a nuestras vidas; dejemos muy en claro que todos debemos hacer lo que nos corresponde, aunque cueste y no solo lo que nos gusta o lo que queremos.
Pensemos que cada persona que afecta negativamente la vida de otro - llámese delincuente, homicida, abusador, infractor, embaucador, etc. - viene de un hogar que tuvo muchas carencias afectivas, que no tuvo los padres y el amor que necesitaba.
Entonces, el año nuevo nos debe mover a ser mejores personas, excelentes padres, familiares y profesionales. ¡Solo así, nuestro mundo será cada vez mejor!
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