MODA

CULTURA COTIDIANA (1)
Cuidar las cosas
por Eva María de Trujillo

La cultura de un país - pienso - no consiste en absoluto en su capacidad de seguir las últimas modas; tampoco se limita a sus museos ni a los personajes destacados de su historia; pienso que la cultura es ante todo la forma en que viven y saben convivir sus habitantes hoy.  
Las manifestaciones culturales básicas de un pueblo se dan en la vida cotidiana: cómo habitan; con qué dignidad solucionan las necesidades básicas; cómo decoran y mantienen sus casas y objetos, cómo preparan, sirven y comen sus alimentos; cómo visten, cómo reservan su intimidad; cómo se expresan, qué vocabulario usan; cómo se divierten, de qué cosas se ríen; cómo bailan, cómo celebran; cómo se tratan entre sí, cómo trata el hombre a la mujer y viceversa, cómo tratan al anciano, cómo cuidan al desvalido, al débil; cómo conservan y valoran sus tradiciones; como cuidan sus aguas, sus animales y la naturaleza, etc. 

Por ejemplo, una vivienda se puede simplemente usar y basta; o hacerla grata, limpia y digna - por modesta que sea - y convertirla en un hogar. Es cuestión de vencer la pereza, de algo de iniciativa, autoestima y amor. El cuidado y orden de las cosas materiales no tiene que ver tanto con factores económicos sino con la formación en virtudes. También la pobreza puede ser muy digna; no necesariamente tiene que ser sinónimo de abandono. Más que del estándar económico, la cultura cotidiana depende del empeño en cuidar los detalles y darle mantenimiento a las cosas para que duren y sirvan para mucha gente y hasta por generaciones. 
Esta cultura del cuidado se diferencia muchísimo de la actitud del consumista que usa, abusa, luego bota y compra una cosa nueva para pronto volverla a botar.

Generalmente ha sido la mujer la que ha tenido el mérito de elevar el nivel cultural de su hogar, gracias a su diligencia en la  administración de su casa, cuidando y manteniendo en buen estado las cosas materiales, igual que el bienestar de su familia y las relaciones con los demás.

Entonces, ¿dónde se “hace” la cultura cotidiana? 
Pues, tú la haces, en tu casa, en tu trabajo, en tu entorno, cuidando los detalles.
Lo que eres – mamá, abuela, educadora, administradora, directora… - te lleva a esmerarte día a día por darle altura humana a todo. En otras palabras, tú tratas de “hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien“. Tú buscas la excelencia a través de pequeños detalles; y así conviertes las cosas más corrientes en algo especial. 
Poniéndole mucho amor, esto mismo puede ser un camino al cielo. 

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