FAMILIA

VIDA DE FAMILIA
por Marta Cecilia Vergara A.

En una de las reuniones de FAMOF, un programa de enriquecimiento familiar, escuché a un papá decir: “Yo no sabía que la educación de los hijos podía ser algo agradable”.

Me dio tanto gusto oír eso porque quería decir que de ahí en adelante ese papá iría descubriendo la belleza de sus hijos y los disfrutaría. Me alegré por ese padre, por esa madre, por esos hijos. Ahora pienso en lo afortunados que serán los hijos de esos hijos, porque un padre descubrió que podía disfrutar la vida familiar.

El matrimonio es una vocación, un encargo de Dios que nos puede llevar a la felicidad y de nosotros depende que las siguientes generaciones tengan bases para buscar y poder alcanzarla.
A ser papá o mamá se aprende en la propia casa, como todo, con el ejemplo de los padres. De todas formas no hay un hogar igual a otro, no hay familia perfecta ni familia modelo, cada pareja forma una nueva familia con sus características particulares. Todo lo que cada uno somos es lo que aportamos a esa nueva familia, la nuestra.

¿Es fácil educar? ¿Lo que aprendimos en casa es suficiente para aportarlo a los hijos? 
No necesariamente. Todo el mundo ha crecido con el ejemplo a veces bueno, a veces no tan bueno de los mayores, pero, ¿qué queremos para nuestros hijos? Siempre queremos que sean mejores que nosotros, más felices que nosotros, que tengan lo que no tuvimos, etc…
Así, como seres inteligentes que somos, tenemos mucho que aprender cada día para dar lo mejor en nuestro hogar.
Si lo que más enseña es el ejemplo, muchas cosas podemos ir aprendiendo en el camino para ser mejores esposos, mejores padres, y buscar que seamos más felices en la vida familiar.


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