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Redescubrir el silencio 
por  Lily Mosquera de Jensen

A través del silencio podemos construir puentes hacia nuestra propia alma.
Muchas personas, especialmente la juventud, no saben descubrir esta oportunidad. Siempre están rodeados de algún tipo de ruido, así se llame música. Me decía un padre de familia, “ellos la llaman música; yo la llamo bulla”. No solo los jóvenes; también los adultos parecen pegados a alguna comunicación electrónica que los aísla de su propio yo. Nadie quiere estar solo. Puede que físicamente esté solo, pero conectado a algún aparato.
Los sabios de las milenarias culturas orientales siempre enseñan e indican la manera cómo el ser humano debe aprender a encontrarse consigo mismo para alcanzar el equilibrio entre cuerpo, mente y emociones. De allí surgen teorías, escuelas y métodos para lograr esa armonía. Y naturalmente siempre predican la importancia de descubrir el silencio.

Esta época de Semana Santa, si antes de asistir a los oficios religiosos tenemos la suerte de conseguir aislarnos un poco, puede ofrecernos el momento que, sin buscarlo, nos estaba haciendo falta.
Si nuestro plan es ir al campo, a alguna finca, el entorno en medio de la naturaleza es el ideal. Encontramos armonía, tranquilidad, nos metemos dentro de nosotros mismos y ¿que tal si prestamos atención a nuestro corazón que no ha dejado de latir por miles de días?  Podemos escucharlo, sentirlo, sin necesidad de medirlo, solo admirarnos de su movimiento rítmico que nos da vida minuto a minuto.  ¡Qué rico no percibir ningún ruido producido por el hombre!. Solo el viento o los sonidos de la naturaleza.

Es el momento propicio para encontrarse con Dios, nuestro Creador. Igual que se les indica a los niños, nosotros los adultos solo debemos limpiar un poco aquellos puntos de contacto para que la inspiración surja y comunicarnos con ese Dios-Amor.
El nos habla en susurro. El silencio que nos rodea nos permitirá escucharlo. Quizá no hacen falta palabras; no hacen falta oraciones aprendidas de memoria. Bastan los sentimientos; es la hora del corazón.

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