FAMILIA

Un día a la vez
por  Elizabeth Aguilar

Algunas personas dicen: “si me dieran dos meses de vida”, me dedicaría a viajar, sembraría un árbol, escribiría un libro, visitaría  a mi familia y les diría que los amo, invitaría a pasear más a mi esposa, jugaría con mis hijos, escalaria un monte, me lanzaría de un paracaídas, comería todo lo que me gusta, bailaría, sonreiría, abrazaría y besaría más.; me reconciliaría con Dios, asistiría a misa; haría obras sociales y repartiría lo que tengo…, entre otras muchas cosas.
¿Por qué tenemos que esperar? ¿Por qué no vivir cada día como si fuera el último, haciendo lo que debemos y en las circunstancias que vivamos? Hay que disfrutar y aprovechar cada día con paz, con agradecimiento por lo que tenemos y con alegría, ya sea trabajando, compartiendo con la familia, estudiando, gozando unas vacaciones; dando lo mejor de ti a los que te rodean, disfrutando cada momento y sorprendiéndote, con capacidad de asombro,  como lo hacen los niños.


Dejamos de vivir y disfrutar nuestros días cuando nos mortificamos por sucesos del pasado o nos preocupamos demasiado por el futuro; también cuando le damos mucha importancia a una actividad y descuidamos lo más importante, que son nuestra alma y las personas que nos rodean.


El último día de la vida de mi esposo, muy temprano rezó sus oraciones y  compartimos un romántico desayuno, me besó y besó a sus hijos antes de salir alegre a su trabajo. Entre las anécdotas que conozco de ese su último día:  le llegó con sus palabras al corazón de un comandante del ejército, cambiando su vida y la de su familia positivamente. Visitó y se tomó una deliciosa taza de café con su madre, compró la golosina que cada día nos llevaba a casa al llegar de su trabajo y perdió la vida haciendo algo que amaba, trabajando y ayudando a una persona. No sé qué otras cosas realizó aquel día, pero estoy segura de que lo vivió plenamente, como lo hizo siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario