Llegó noviembre y, también, las lluvias que tanto necesitamos. Además y por encima de esto, recordamos que este mes la Iglesia lo dedica a nuestros hermanos difuntos que estén en el Purgatorio y necesitan de nuestra ayuda con oraciones, limosnas y, sobre todo, acordándonos de que nos pueden hacer muchos beneficios.
Mi artículo del mes pasado se llamaba “Somos Familia” y quiero demostrar que realmente lo somos. Escogí un texto del Papa Emérito Benedicto XVI, que nos da una nueva luz acerca de los que ya han ganado la batalla y están con Dios.
“…se puede dar a las almas de los difuntos « consuelo y alivio » por medio de la Eucaristía, la oración y la limosna. Que el amor pueda llegar hasta el más allá, que sea posible un recíproco dar y recibir, en el que estamos unidos unos con otros con vínculos de afecto más allá del confín de la muerte, ha sido una convicción fundamental del cristianismo de todos los siglos y sigue siendo también hoy una experiencia consoladora. ¿Quién no siente la necesidad de hacer llegar a los propios seres queridos que ya se fueron un signo de bondad, de gratitud o también de petición de perdón? (...) "
"Nuestras existencias están en profunda comunión entre sí, entrelazadas unas con otras a través de múltiples interacciones. Nadie vive solo. Ninguno peca solo. Nadie se salva solo.( …) Nunca es demasiado tarde para tocar el corazón del otro y nunca es inútil. (…) Como cristianos, nunca deberíamos preguntarnos solamente: ¿Cómo puedo salvarme yo mismo? Deberíamos preguntarnos también: ¿Qué puedo hacer para que otros se salven y para que surja también para ellos la estrella de la esperanza? “ (Benedicto XVI. Carta Encícilica Spe Salvi, n. 48)
Por la fe sabemos que todos estamos unidos; es lo que se llama la Comunión de los Santos, y en esa comunión, los vínculos familiares se hacen más fuertes porque se liberan de las reacciones humanas que muchas veces nos dificultan ser felices con quienes convivimos.
Haz un rato de oración con este texto y te maravillarás de lo cerca que te encuentras de los seres queridos que te dejaron físicamente pero que están aún más cerca de ti por su unión con Dios.
Mi artículo del mes pasado se llamaba “Somos Familia” y quiero demostrar que realmente lo somos. Escogí un texto del Papa Emérito Benedicto XVI, que nos da una nueva luz acerca de los que ya han ganado la batalla y están con Dios.
“…se puede dar a las almas de los difuntos « consuelo y alivio » por medio de la Eucaristía, la oración y la limosna. Que el amor pueda llegar hasta el más allá, que sea posible un recíproco dar y recibir, en el que estamos unidos unos con otros con vínculos de afecto más allá del confín de la muerte, ha sido una convicción fundamental del cristianismo de todos los siglos y sigue siendo también hoy una experiencia consoladora. ¿Quién no siente la necesidad de hacer llegar a los propios seres queridos que ya se fueron un signo de bondad, de gratitud o también de petición de perdón? (...) "
"Nuestras existencias están en profunda comunión entre sí, entrelazadas unas con otras a través de múltiples interacciones. Nadie vive solo. Ninguno peca solo. Nadie se salva solo.( …) Nunca es demasiado tarde para tocar el corazón del otro y nunca es inútil. (…) Como cristianos, nunca deberíamos preguntarnos solamente: ¿Cómo puedo salvarme yo mismo? Deberíamos preguntarnos también: ¿Qué puedo hacer para que otros se salven y para que surja también para ellos la estrella de la esperanza? “ (Benedicto XVI. Carta Encícilica Spe Salvi, n. 48)
Por la fe sabemos que todos estamos unidos; es lo que se llama la Comunión de los Santos, y en esa comunión, los vínculos familiares se hacen más fuertes porque se liberan de las reacciones humanas que muchas veces nos dificultan ser felices con quienes convivimos.
Haz un rato de oración con este texto y te maravillarás de lo cerca que te encuentras de los seres queridos que te dejaron físicamente pero que están aún más cerca de ti por su unión con Dios.
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