Para recuperar fuerzas, el descanso. Pero para corregir el rumbo, hay que parar y reflexionar.
Tenemos tanto por hacer que es importante lograr unos momentos de soledad y silencio para pensar, evaluar, hacer planes, definir metas y encontrarse con Dios.
Siempre estamos tomando decisiones, y tenemos la responsabilidad de tomar decisiones correctas sobre nuestra vida, sobre nuestra familia y sobre nuestra participación en la sociedad en que vivimos.
Hay tantas cosas que nos distraen a diario, como por ejemplo las redes sociales, que a veces no dedicamos el tiempo necesario al trabajo, al esposo, a los hijos, al estudio, al ejercicio, y de pronto nos vemos azarados porque nos falta tiempo de tal forma que no podemos ni siquiera dedicar tranquilamente un domingo a la familia y, por supuesto, no logramos concretar unos momentos para el recogimiento interior y la reflexión.
Vale la pena pensar si lo que hacemos en un momento dado es realmente importante o si estamos perdiendo el tiempo o si, lo que es peor, nos hace daño a nosotros y a nuestra familia.
Conviene saber si tanto "ruido" que a veces nos domina, nos lleva a ser mejores personas, a crecer en amor de Dios y a lograr nuestras metas propuestas.
¡Tómala suave! - dicen algunos, y me parece un buen consejo. Parar en medio de los afanes nos ayuda a ver lo que estamos olvidando. En la vida hay que dar más espacio a lo importante.
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