MODA

PARA DETENER LA MIRADA
por Eva María de Trujillo


Nos miran mientras interactuamos. Lo ideal es que nos miren a los ojos, pero las miradas de los demás a veces se pasean sin control por nuestro rostro y cuerpo y necesitan algo de dónde “agarrarse”, por decirlo así; necesitan detenerse por algún imán para no seguir detectando y registrando nuestros lunares, nuestras arrugas y todas las imperfecciones de nuestro peinado, nuestro vestido y nuestra figura.

Es una de las razones por las cuales nos adornamos, poniendo puntos de brillo a través de aretes, gargantillas, collares, pulseras, reloj, anillos, o a través de detalles como cuellos, mancornas, lazos, volantes, bordados, flecos, botones, hebillas, pañoletas, chalinas y demás detalles, para que atrapen la mirada y la detengan ahí y no sigan en su búsqueda.

La antigua regla de la elegancia es: poco, pero selecto. Para ofrecer un toque de brillo, no importa tanto que sean joyas genuinas o no, lo que importa es que sean selectas y pocas. Estos accesorios complementan el vestido y obran como puntos llamativos, entre los cuales se mueve y se enreda la mirada del espectador. 

Si hay un exceso de accesorios, nuestra imagen queda recargada. Por eso, los expertos recomiendan que estos “captadores de miradas” se reduzcan a 10, máximo 12. Esto incluye no sólo los aretes, collar, anillos, pulseras, reloj, sino también todo lo que destaca, como gafas, adornos en el cabello, la hebilla de la correa, cada uno de los botones vistosos que lleve la blusa, toda aplicación que tenga y  cualquier estampado llamativo. Todo eso cuenta.

Si queremos presentar una imagen equilibrada y sobria, no nos podemos colgar todo, aunque esté de moda llenarse de anillos o pulseras. La elegancia es el resultado de saber escoger y renunciar a algo más.

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