DE TODO UN POCO

CUANDO LA FAMILIA VIVE LEJOS 
por María Beatriz Toro de Luna

Ahora la mayoría de los padres tenemos a nuestros hijos viviendo en diferentes ciudades del país, y muchos, diseminados en otros continentes. Es lo que nos ha tocado vivir y tiene sus más y sus menos, como todo en la vida. 
Vivir lejos de los padres facilita la unidad de los jóvenes esposos, la cooperación entre si y valorar lo que es la familia grande; pero entre las desventajas, sentimos la ausencia física en las celebraciones alegres y en los eventos familiares dolorosos. 

Las comunicaciones efectivas e instantáneas de esta época mitigan bastante el dolor de la ausencia, pero lo real prima sobre lo virtual, y cuando nuestros hijos y nietos nos visitan, se ensancha el corazón por la alegría y felicidad, se estrechan los lazos familiares, se afianzan las costumbres, se reviven los recuerdos…
  
Con su visita se nos “complica la vida” en el buen sentido, cambiando nuestras costumbres quizá anquilosadas debido a la calma de la madurez, por aquellas novedosas de nuestros menores que nos ayudan a activar la mente y el cuerpo; y ellos también cambian ese agite de la prisa por vivir en aras de la calma que requieren sus abuelos.

Nosotros rejuvenecemos con los proyectos de los nietos y éstos adquieren la cultura de la experiencia de sus abuelos. A nosotros los mayores, hasta la salud y el ánimo se nos mejoran y logramos, gracias a la buena compañía, realizar actividades que dábamos por imposibles antes de recibir la motivación de la alegría y unidad familiar.

Los buenos hijos comprenden que, tanto en la edad madura como en la vejez, los padres necesitamos, deseamos y esperamos estos reencuentros familiares, que son fuente de gozo y sana alegría, que queremos revivir cada uno de esos momentos trascendentales de nuestra existencia sin la premura de la comunicación inmediata, con el gozo de disfrutar de nuevo de esos dones de Dios, como el nacimiento de un nuevo nieto, como los triunfos deportivos, estudiantiles y profesionales; o como la transmisión cara a cara de proyectos de vida trascendentales.  Y con todo esto también se reviven -ya sin dolor y con alegría- los momentos difíciles de la vida ya superados . 

Todo esto es un motivo más para dar gracias a Dios por todo lo bueno recibido y por lo que no nos parece bueno, pero que a la postre resultó muy bueno.

1 comentario:

  1. Qué palabras tan bonitas y sabias. Sólo cuando lo vives en tus carnes comprendes la veracidad de cada una de ellas. Gracias Tin, te queremos con todo nuestro corazón.

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