SALUD Y BIOÉTICA

TENEMOS UN ENFERMO EN CASA (1)
por Sonia  A. Muñoz F. MD

Vamos a hablar de ese momento en el que tenemos en casa un ser querido que está enfermo, o un adulto mayor, que requiere cambios y cuidados adicionales, por parte de todo el entorno familiar.
A menudo estas enfermedades son inesperadas o no estamos preparados para los cambios que produce la senilidad en esas personas importantes para nosotros.
Requieren de nuestro tiempo y cuidados, todos tenemos que asimilar la enfermedad y se altera el orden del hogar. Entonces, ¿qué hacer?

Aquí les doy algunas ideas que pueden ayudar en torno al cuidado del enfermo:

Igual que cuando estamos enfermos nosotros, no preguntarnos: ¿por qué?, sino ¿para qué?. ¿Que estamos aprendiendo de este episodio doloroso? Y ayudarle al enfermo a ver eso que estamos descubriendo.
Permitir que el enfermo viva su proceso de duelo, con las fases normales de negación de la enfermedad: enojo por considerarse una víctima injusta de la situación, negociación con Dios “déjame vivir al menos hasta que…”, depresión y, finalmente, aceptación del momento que se está viviendo.
Adaptar el hogar a las nuevas necesidades del enfermo: mover muebles, alquilar  camas o aparatos que faciliten su cuidado.
Recordar que todo enfermo tiene derecho a saber su diagnóstico y pronóstico de la enfermedad, así como a conocer su tratamiento en forma detallada, si lo requiere. 
Ocultar estos datos al enfermo, habla más de nuestros propios temores. ¡Cuando un paciente se va a morir, ya lo sabe, aunque todos pretendamos ocultárselo! Y esta persona tiene derecho a tener tiempo para organizar sus asuntos personales y espirituales.
Distraer al enfermo con actividades lúdicas, que les hagan pasar momentos amenos.
Dialogar con el enfermo acerca de los sentimientos que le producen su enfermedad, el dolor y sus limitaciones actuales.
Si hay llanto en el enfermo, permitirle que lo exprese guardando silencio, o dando un abrazo; pero acompañando en todo caso. Si el llanto se torna muy frecuente, consultar, porque puede tratarse de una depresión que requiere tratamiento. 
Permitirle al enfermo recibir ayuda espiritual y respetar sus creencias.
Realizar actividades en torno al enfermo o adulto mayor, afianzará los lazos familiares, distraerá al enfermo y al cuidador, sanará heridas, permitirá pasar momentos agradables, reunirá a personas queridas que hace tiempo no se ven y se hará la carga menos pesada.

1 comentario:

  1. El artículo me ha servido mucho para compartirlo con familias amigas un pasan por está situación. Muy buenas sugerencias.

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