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LA ELEGANCIA VA POR DENTRO
por  Lily Mosquera de Jensen

El famoso diseñador, Yves Saint Laurent, alguna vez afirmó “no conozco ninguna mujer verdaderamente elegante, cuya elegancia no sea un reflejo de belleza interior”. Este prodigio de la moda, quien sin duda conoció las mujeres más hermosas y opulentas del mundo, supo resumir con esta frase un elemento importante para nuestra sociedad de hoy.
Nuestra excesiva preocupación por la imagen, la proliferación de gimnasios, centros de estética y cirugías, así como los asesores de imagen, consultores de belleza y preparadores de reinas y modelos, son causa y efecto de una sociedad obsesionada por lo externo. Las niñas y niños de doce años prefieren ir al gimnasio que jugar o hacer deporte, y los ahorros que antes se gastaban en dulces o juguetes, ahora se reservan para comprar ropa de marca o sofisticados zapatos tenis.
¿Cómo mantener la autenticidad dentro de este mundo frívolo? ¿Cómo lograr una imagen efectiva sin volverse esclavo de lo exterior? ¿Cuál es el secreto de la belleza interior?  
A continuación algunas sugerencias prácticas:

Haga gimnasia de la mente y el espíritu. Lea artículos que le inspiren, libros de motivación, y pequeñas lecturas espirituales que le proporcionen paz interior y pautas de conducta para una vida plena. Meta a Dios en su vida y abra un espacio en su día para la oración o meditación. Si usted está en comunión con Dios, se reflejará en su cara y en su actitud.
Cultive amistades y conversaciones positivas. Rodearse de amigos optimistas, y tratar de enfocar las conversaciones por el lado bueno, en vez de caer en críticas y quejas, genera un ambiente agradable ya sea en el trabajo o en los tiempos libres. 
Haga el ejercicio de no criticar por un día. Trate de pasar una semana sin quejarse de nada. Es más difícil, pero más gratificante, de lo que uno cree.
Disfrute del aire libre. Las horas en oficinas, gimnasios y salones de clase, sentados frente a computadores o televisores, encierran la mente. Salga a caminar, juegue algún deporte afuera, o simplemente siéntese en su terraza a mirar las estrellas por un rato de noche. Entrar en contacto con la naturaleza nos da perspectiva de cuan pequeños somos y nos alimenta el espíritu.
Sea moderado. Evite los excesos en comidas y bebidas, pero también en el vestuario. No use tacones demasiado altos, ni mucho gel para peinarse, evite el perfume en abundancia, y el maquillaje recargado. No use escotes profundos ni pantalones demasiado apretados. Los hombres no traten de mostrar los músculos con camisetas ajustadas, ni se pongan las gafas más modernas. La elegancia se basa en la discreción, en la sutileza.
No sea esclavo de la imagen.  Así tenga los recursos suficientes, no compre constantemente la ropa de última moda, ni el modelo más caro de celular. Cuando compre ropa o zapatos, busque calidad. Con una o dos piezas básicas y en colores neutrales, y algunos accesorios, se puede construir un vestuario elegante y apropiado.
En esta cultura de excesos, rodeados como estamos por lo material, volvamos a lo esencial, en nuestras actividades diarias, en nuestra vida interior, y en la imagen que reflejamos. Así lograremos proyectar un aire positivo, elegante y exitoso, que no sea un espejismo sino reflejo de paz y armonía interior.

Publicado en El País, 5 de noviembre 2017 

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