MODA

ARREGLO PERSONAL y CARÁCTER
por Eva María de Trujillo


Cuando cuidamos nuestra imagen y el arreglo personal, no podemos quedarnos en lo exterior (cutis, peinado, ropa etc.), sino debemos tener el valor de mirar el espejo interior para detectar lo que allí pueda haber de feo en nuestra manera de ser.
Obviamente no nacemos iguales. Unas somos tranquilas, otras emotivas, apasionadas, explosivas, intensas, etc. Nos distinguen cualidades, unas heredadas, otras adquiridas; unas vienen con el paquete de genes, otras son producto de la educación recibida, y otras, fruto de nuestro propio esfuerzo por adquirir buenos hábitos y eliminar los malos. 

Cada una tenemos nuestro carácter que hay que forjar y seguir moldeando hasta el final de nuestros días, pues nadie puede contentarse con decir  “así nací y así me fui”; nadie puede justificar su mal genio, su rudeza o, al contrario, su susceptibilidad, alegando que ”así somos todos en mi casa”. Los malos hábitos y los caprichos sí se pueden dominar, los defectos se pueden mermar luchando, los buenos hábitos se pueden adquirir y la buena educación se puede pulir. Con un poco de esfuerzo diario, podemos y debemos mejorar siempre. Y todas tenemos cualidades buenas por desarrollar. 

Que seamos “amables”, es decir, que se nos pueda amar, que sea fácil querernos y sea grato convivir con nosotras, que seamos simpáticas, alegres, respetuosas, comprensivas y serviciales, delicadas en el trato con los demás, aunque a ratos se note que nos cuesta luchar contra nuestro egocentrismo, nuestra impaciencia o nuestro afán de dominar a los demás.

Los años jamás serán excusa para dejar de esmerarse por dominar los defectos; son como  la maleza que no se controla y brota con más fuerza. Jamás tendremos suficientes años para no vivir virtudes como la paciencia, la cortesía, la serenidad, afabilidad, lealtad, sinceridad, la gratitud y el buen humor. 
Aunque cuidáramos bien nuestra imagen exterior, de nada serviría, si nos volviéramos orgullosas, vanidosas, mandonas, sicorrígidas, envidiosas o amargadas.  

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