MODA

CULTURA COTIDIANA (2)
El trato delicado
por Eva María de Trujillo

Las relaciones interpersonales se han vuelto más descomplicadas, pero la informalidad no debe llevarnos a descuidar los buenos modales. No dejemos que en nuestro entorno laboral y familiar se impongan la rudeza, la falta de respeto, la ramplonería. Defendamos la delicadeza en el vocabulario, la finura en el trato entre hombre y mujer, la cordialidad respetuosa entre las generaciones, así como la modestia en el vestir.   
Promover una cultura de delicadeza implica a veces ir contra corriente. No es siempre fácil, pero recordemos que lo que decimos y hacemos consciente o inconscientemente– influye en los hábitos de otras personas. Nosotras ‘hacemos’ la cultura cotidiana. 
¿Dónde empezamos? 
Pues, con nosotras mismas. Con su manera de ser y hablar la mujer determina el tono en que se le responde; crea un clima de amabilidad en su entorno; determina la calidad de relación que se establece con ella. Las buenas costumbres y la amabilidad son “idioma materno”; se aprenden en el hogar y se ‘hablan’ en muchas partes.

Entre muchos otros, sugiero estos puntos concretos:
Palabras clave: por favor, gracias, perdón
Saludar con amabilidad a toda persona
Acoger con especial cariño al niño
Dar importancia a la persona de edad 
Hablar con suavidad, sin gritos 
Expresarse clara y correctamente
Escuchar con atención, sin interrumpir
Evitar hacer comentarios negativos sobre otros 
Agradecer todo detalle  
Prestar gustosamente un pequeño servicio
Respetar el tiempo de los demás
Respetar el espacio personal de cada persona 
Dominar la propia impaciencia y mal genio

No se trata de mera cortesía, sino de valorar la dignidad de cada persona por el hecho de serlo. Y si acaso alguna vez nos costara mucho tratar a alguien con amabilidad, apliquemos una motivación sobrenatural infalible: tratemos a la persona con todo nuestro aprecio… por amor a Dios.

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