MODA

SER BUEN TURISTA
por Eva María de Trujillo

En verano, parece que se barajaran los pueblos; los del norte van al sur, los del sur al norte, los de oeste al este y viceversa, a conocer, a divertirse, a tener aventuras. Ese turismo masivo, a nivel mundial,  trae beneficios pero también tiene efectos negativos ecológicos, sociales y patrimoniales.
Hay algunos visitantes loables, tranquilos y respetuosos, que son siempre bienvenidos, pero muchísima gente carece de educación para ser un buen turista.
Es cierto, todos tenemos derecho a pasar rico y a relajarnos en vacaciones, sí, pero las normas de convivencia deben acatarse dondequiera que se vaya. Las demás personas merecen nuestra consideración; tienen derecho a vivir en paz y dormir su noche aunque el viajero –que cree haberse escapado de todas sus obligaciones- solo quiera ‘rumbear’ y llegar gritando y aventando puertas a la madrugada a su alojamiento.
El comportamiento del turista educado se conoce por su cortesía haciendo fila en centrales de transporte, por su compostura en buses y aviones, por el aseo en que deja los baños. Cuanto más reducido el espacio, más consideración hay que tener con quienes lo comparten. 
En todo sitio, en la calle, en restaurantes, hoteles, museos, templos e iglesias, lugares turísticos, en campo abierto y en la playa, el buen turista se destaca por su actitud respetuosa y su vestimenta adecuada al lugar y la ocasión.
El viajero consciente se instruye sobre la cultura local, trata de entenderla, respeta las diferencias, admira, agradece y no se burla. No entra a los templos en traje de playa sino con ropa decorosa (en muchos países no le permiten el ingreso a ciertos lugares si se va con hombros y muslos.descubiertos). El buen turista no es invasivo. Respeta el culto; no se para delante del altar en plena misa a tomarse un 'selfie'. 
El turista culto evita molestar a los demás y cuida a sus hijos para que no lo hagan. No lleva música a todo volumen, no habla a los gritos, no pinta corazoncitos y su firma en las paredes; no daña patrimonio cultural, no arranca plantas.
Cuida el medio ambiente. No ensucia.  No se tira a la piscina sin haberse duchado; en las playas no deja residuos, cervezas ni pañales usados.
Evita derrochar agua y energía en su hotel, no tira toallas al piso si no hay necesidad de lavarlas. Apaga el aire cuando sale del cuarto.
El turista responsable tiene ética; apoya los artesanos locales; pero no fomenta injusticias; no va donde niños o mujeres puedan ser víctimas de algún abuso; no contribuye al maltrato animal. Rechaza las ofertas de empresarios turísticos abusivos que promueven actividades que degradan al ser humano y hacen daño a la comunidad.

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