GENTE JOVEN

IMPRESIONES DE LA BRIGADA
por Alejandra Mondragón

Una vez más emprendimos esta mañana de domingo la aventura de una nueva Brigada de Salud en una veredita olvidada de personas necesitadas. He vivido una y otra vez esta maravillosa experiencia, y precisamente hoy, después de ver el bien que se puede hacer, pensaba también en la gran evolución que ha generado en mí.
Con el paso del tiempo hemos aprendido mis amigas y yo que esto es una obra de Dios. 
Soy fisioterapeuta y desde los inicios de mi carrera me invitaron a una brigada de salud que se organizaba en el Centro Cultural Catalpa; desde entonces me apunto frecuentemente a este plan de servir con alegría y sin más interés que el de buscar el bienestar del otro a través de mi saber profesional. He aprendido sobre la optimización de los recursos como estilo común. Y tengo que confesarlo: las brigadas me han cambiado: el corazón se ha hecho más grande. Se me ha dilatado sintiendo corazones necesitados de atención y viendo rostros sonrientes y agradecidos, en ocasiones con lágrimas en los ojos.


Me he dado cuenta de que cada brigada es ocasión de crecer en confianza y fe, porque cuando estamos en las llamada "fase pre-brigada" tocamos muchas puertas pidiendo donaciones para llevar a la gente; después nos enrutamos buscando y confirmando voluntarios; escogemos una zona donde realmente pueda ser bien aprovechada la brigada y confiamos en la premisa, que para mí parece ley: "Cada cosa que llega ya tiene un dueño en la brigada, una persona que lo necesita, y nosotros solo somos un instrumento para llevársela, como si fuéramos las manos de Dios".

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