Se cumplen sueños... El miércoles, gracias a Dios, pude asistir a la audiencia papal.
Es indescriptible la emoción que se siente estando entre gente proveniente de todo el mundo y poder ver y escuchar directamente al Vicario de Cristo en la tierra.
Al mirar los esfuerzos que hacemos tantas personas de toda edad y condición para poder verlo de cerca, pensé que ahí estábamos muchísimos ‘zaqueos’ que queríamos ver al representante de Jesús en la tierra (recuerda que así se llamaba ese recaudador de impuestos que por ser de baja estatura se subió al sicomoro para ver a Jesús). ¡Y cuántos hemos escuchado también a Jesús que nos dice, como a Zaqueo: “Baja, que hoy quiero hospedarme en tu casa”!
Jesús, a diario, desea hospedarse en nuestra casa, tu casa y mi casa, tu corazón y el mío. ¿Y quizás algunas veces hemos hecho caso omiso de tan honroso ofrecimiento, por falta de tiempo, por el trabajo, por el clima, por alguna excusa o, en definitiva, por nuestras propias falencias personales?
Terminada la audiencia, a muchas de las personas que estábamos subidas en los asientos para ver al Papa (porque todos los que allí estábamos, éramos otros ‘zaqueos’) las volví a ver más tarde en la misa de 5, y eso me dio mucha alegría.
Emociona ver el cariño de los fieles por el Santo Padre, ya que él merece todo nuestro respeto, nuestro amor y especialmente nuestro apoyo con nuestra oración. Lo mejor que podemos ofrecerle como muestra de amor es la asistencia al santo sacrificio de la misa y la digna y piadosa recepción de la comunión.

De las palabras del Papa en esta catequesis me quedé con tres ideas:
• hacernos como niños, para actuar y amar con esa libertad que tiene un niño que se sabe amado por su padre;
• ser agradecidos con Dios, que nos dio su amor primero, sin pedirnos nada a cambio.
• poner solo en Él nuestra confianza, sin buscar seguridades terrenales que nos esclavizan.
Es indescriptible la emoción que se siente estando entre gente proveniente de todo el mundo y poder ver y escuchar directamente al Vicario de Cristo en la tierra.
Al mirar los esfuerzos que hacemos tantas personas de toda edad y condición para poder verlo de cerca, pensé que ahí estábamos muchísimos ‘zaqueos’ que queríamos ver al representante de Jesús en la tierra (recuerda que así se llamaba ese recaudador de impuestos que por ser de baja estatura se subió al sicomoro para ver a Jesús). ¡Y cuántos hemos escuchado también a Jesús que nos dice, como a Zaqueo: “Baja, que hoy quiero hospedarme en tu casa”!
Jesús, a diario, desea hospedarse en nuestra casa, tu casa y mi casa, tu corazón y el mío. ¿Y quizás algunas veces hemos hecho caso omiso de tan honroso ofrecimiento, por falta de tiempo, por el trabajo, por el clima, por alguna excusa o, en definitiva, por nuestras propias falencias personales?
Terminada la audiencia, a muchas de las personas que estábamos subidas en los asientos para ver al Papa (porque todos los que allí estábamos, éramos otros ‘zaqueos’) las volví a ver más tarde en la misa de 5, y eso me dio mucha alegría.
Emociona ver el cariño de los fieles por el Santo Padre, ya que él merece todo nuestro respeto, nuestro amor y especialmente nuestro apoyo con nuestra oración. Lo mejor que podemos ofrecerle como muestra de amor es la asistencia al santo sacrificio de la misa y la digna y piadosa recepción de la comunión.

De las palabras del Papa en esta catequesis me quedé con tres ideas:
• hacernos como niños, para actuar y amar con esa libertad que tiene un niño que se sabe amado por su padre;
• ser agradecidos con Dios, que nos dio su amor primero, sin pedirnos nada a cambio.
• poner solo en Él nuestra confianza, sin buscar seguridades terrenales que nos esclavizan.
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