La Base de la Elegancia
Por: Eva Maria de Trujillo
La elegancia de una mujer no está sólo en el vestido que lleva, aunque le haya costado mucho y esté a la última moda. La elegancia no es algo que ella pueda comprar y ponerse para ocasiones especiales o para tomarse una foto.
Es cierto, por supuesto, que una persona se verá mejor si ha seleccionado adecuadamente las prendas que lleva, pero se necesita algo más que ropa, zapatos y adornos para SER elegante. Precisamente ahí está la clave: la elegancia es una cualidad del SER y no del TENER.
La elegancia se da, cuando se logra la armonía de una serie de elementos “visibles”, como el arreglo personal, el porte, los gestos, los buenos modales y la delicadeza en el trato con los demás.
Esos factores “visibles“ se basan en una infraestructura humana “invisible“ que son la finura del alma, la nobleza de las intenciones y los buenos sentimientos. La base de la elegancia femenina es la delicadeza, resultado auténtico de buenas costumbres adquiridas desde niña a través del ejemplo recibido y las correcciones aceptadas como adolescente, así como del esfuerzo que como adulto se sigue haciendo por vivir a diario todas las virtudes humanas, sobre todo la sencillez, la alegría, la modestia, el pudor, la bondad.
Así como su elegancia no está en el vestido, su buena educación no es un mero barniz de cortesía hipócrita, ni un conjunto de reglas de etiqueta que sabe en teoría.
La elegancia y la delicadeza de una mujer están en su alma.
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