MODA

¿Qué es bello? 

Por: Eva Maria de Trujillo

¿Es bella una cosa porque está de moda y deja de serlo cuando dicen que ya no se usa? 
Que el ideal de belleza de la mujer ha sido variable, lo demuestra la historia del arte. Hay épocas de mujeres frágiles, de rostro pálido y enfermizo, otras, de mujeres rellenitas como las pintan Rubens o Botero. En unas culturas se consideraban bellas las caderas anchas y fértiles, en otras, por allá en Oriente,  los rostros blanqueados y  los pies diminutos.

Hoy impera la mujer tipo Barbie, la muñeca que hace 40 años reina en los juegos de niñas. Dos generaciones se han identificado con su figura idealizada que requiere un “culto al cuerpo” donde no bastan ni la gimnasia ni una sana alimentación;  ¡no! El cuerpo ahora se “trabaja” con aparatos como se tallan esculturas; se reduce con dietas hasta la anorexia; se “esculpe” con tratamientos invasivos para añadir o quitar volumen aquí o allá. Se ha impuesto una belleza artificial de rostro moldeado, nariz respingada, sonrisa diseñada,  larga melena planchada con mechas rubias y un cuerpo cuyas medidas rara vez se dan en la mujer adulta. 

Se ha llegado a confundir la belleza femenina con el poder de seducción de “hembra”. La belleza se asocia con la capacidad de estimular al varón; se busca más ser “sexy” que bella. Gran parte de la ropa que ofrece el comercio responde a esa visión y se olvida que muchas mujeres no buscan escotes, ni minifaldas, ni tienen intención de seducir a nadie; simplemente quieren verse bellas, para sentirse bien ellas mismas como personas y para presentar un aspecto agradable a su entorno. 

Existe una estética sana de mujeres de anatomía normal, tanto de solteras que son felices de serlo, como de casadas que no pretenden salir a la calle disfrazadas de seductoras.
Hay una hermosura que perdura a través de los tiempos, la belleza clásica de la mujer que es más que anatomía, es espíritu,  es misterio. La belleza verdadera es aquella armonía que agrada, porque el alma la dignifica, la eleva y provoca en el espectador una actitud de admiración desinteresada.