DOCTRINA Y VIDA

Un buen año con Dios
por  Elizabeth Aguilar
 
Al terminar el año sentí el impulso de ofrecer una misa en acción de gracias por todas las bendiciones recibidas de Dios para mi familia. Confieso que es la primera vez que lo hago y me sentí apenada por no haberle agradecido de la misma forma en años pasados, habiendo recibido tanto.
Estamos de paso por el mundo, somos peregrinos que caminan hacia Dios y el tiempo de cada uno es un regalo que nos da, para que lo llenemos de amor a Él, a quienes nos rodean, con un trabajo bien hecho, ejercitando las virtudes humanas.
Hagamos un balance del año que pasó y pidamos perdón al Señor por las faltas de amor con Él y con los demás. Seguramente fueron muchas; pero con seguridad son mayores los motivos de agradecimiento e incontables los beneficios recibidos.

Aprovechemos el año que inicia para tener propósitos concretos de aprovechar mejor el precioso tiempo y enmendar los errores del pasado.
Nos  han deseado “¡Feliz Año!” y hemos deseado a otros salud, dicha y prosperidad. Es bueno desear estos bienes, pero la verdad es que cada año trae sus alegrías y contrariedades. Este año será bueno si todo lo que nos pase nos sirve para acercarnos más a Dios, para amarlo más.


Cualquier año puede ser “el mejor año “si aprovechamos las gracias que el Señor nos da, para convertir en algo bueno lo que aparece como dificultad. Un año bueno puede ser incluso aquel en que nos descubrieron una enfermedad grave y supimos santificarnos con ella, dando ejemplo de paciencia.
No desperdiciemos ni un solo día para llenarlo de obras buenas, y si llega el desaliento, recomencemos enseguida. Aprovechemos los Sacramentos; la Confesión y la Eucaristía serán nuestra fortaleza para presentar al final del año muchos frutos agradables a Dios.

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