DOCTRINA Y VIDA

Dos personas santas
Por Concepción Campá

El mes pasado vivimos con la canonización de los dos Papas un signo de esperanza,  pues – como escribe Mons. Javier Echeverría, Prelado del Opus Dei - “allí donde florece la santidad, las crisis no tienen la última palabra”.

Recordaremos a San Juan XXIII como el Papa de la Paz, que convocó al Concilio Vaticano II. Y a San Juan Pablo II, como el Papa de la Nueva Evangelización, que remarcó el papel de los laicos en la tarea de hacer presente a Dios en la vida de las personas y de los pueblos.

Sus palabras, sus gestos, sus escritos, su entrega personal —en la salud y en la enfermedad— han sido instrumentos de los que se ha servido el Espíritu Santo, para acercar a muchísimas personas a la fuente de la gracia, y para que millares de jóvenes respondieran afirmativamente a la llamada de Cristo al sacerdocio, a la vida religiosa, al matrimonio y al celibato apostólico laical.”
“El Papa polaco nos llevó del segundo al tercer milenio, dejando un imponente legado sobre la dignidad de la persona humana, sobre el valor de la vida y de la familia, el servicio a los pobres y a los necesitados, la promoción de los derechos de los trabajadores, el amor humano y la dignidad de la mujer, y sobre tantos otros aspectos que resultan cruciales en la promoción de una existencia digna
.”


Al canonizarlos, el Papa Francisco, vicario de Cristo, nos está ayudando a ver que, para Dios,  Angelo Roncalli y  Karol Wojtyla son, sobre todo, dos personas santas, factor fundamental en la vida de cada hombre, de cada mujer.  San Juan XXIII y san Juan Pablo II fueron dos sacerdotes de gran cordialidad, de amor encendido a Dios y a todas las criaturas humanas. Santos de una pieza, unidos por un tierno amor a María, Madre de Dios y Madre nuestra.”
 
En este mes de junio, la Iglesia celebra el día 26 la fiesta de san Josemaría, otro santo relativamente nuevo, que nos ayuda y protege desde el Cielo.
 

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