El mejor papel de la mujer: la vida real
por Elizabeth Aguilar
por Elizabeth Aguilar
Según la película, cuando la famosa actriz norteamericana Grace Kelly se casó con el Príncipe de Mónaco, no tenía muy claro su sitio como princesa ni encajaba en esa sociedad, que no la miraba con buenos ojos por no proceder de la realeza.
Mónaco se encontraba en medio de una crisis política y económica cuando a Grace le ofrecen otro importante papel en una película en Hollywood. La oferta era tentadora, pues su matrimonio después de seis años tampoco marchaba bien. ¿Debo divorciarme?, se preguntaba, pero sabía que eso significaría renunciar a sus hijos y al gran amor que sentía por su esposo.
Afortunadamente pidió consejo a tiempo y lo pidió a las personas indicadas. Reaccionó y le ayudaron a luchar su amor por su esposo y sus hijos, y la conciencia del compromiso que había adquirido el día de su matrimonio al pronunciar las palabras “En la riqueza o en la pobreza…”.
En lugar de volver al cine, se propuso asumir a cabalidad el papel con el que se había comprometido en la vida real. Estudió la historia de ese país, aprendió el idioma y se formó para asumir las obligaciones de su status de princesa. Salvó a su esposo de una traición que lo hubiera llevado a ser derrocado. Se enfocó en causas humanitarias, se ganó el amor del pueblo con su sencillez, elegancia y fidelidad, logrando la paz y el bienestar para Mónaco, prestigio para su familia y algo muy importante: la admiración y el respeto de su esposo, quien la amó por siempre aun después de su muerte.
Estando yo recién casada, escuché decir a mi madre estas palabras acerca de la recién fallecida Grace Kelly. “La prensa dice que nunca se pudo hablar nada malo de esta princesa que fue un gran ejemplo para su familia y su pueblo”.
Su romántica historia, muy divulgada por las revistas, me inspiró para asumir con igual entereza las responsabilidades de mi hogar, que era mi pequeño reino, a estar siempre al lado de mi esposo, que era mi rey, y a formar con mucho amor y disciplina a mis hijos – a mis príncipes – para prepararlos también para su vida real.
Mónaco se encontraba en medio de una crisis política y económica cuando a Grace le ofrecen otro importante papel en una película en Hollywood. La oferta era tentadora, pues su matrimonio después de seis años tampoco marchaba bien. ¿Debo divorciarme?, se preguntaba, pero sabía que eso significaría renunciar a sus hijos y al gran amor que sentía por su esposo.
Afortunadamente pidió consejo a tiempo y lo pidió a las personas indicadas. Reaccionó y le ayudaron a luchar su amor por su esposo y sus hijos, y la conciencia del compromiso que había adquirido el día de su matrimonio al pronunciar las palabras “En la riqueza o en la pobreza…”.
En lugar de volver al cine, se propuso asumir a cabalidad el papel con el que se había comprometido en la vida real. Estudió la historia de ese país, aprendió el idioma y se formó para asumir las obligaciones de su status de princesa. Salvó a su esposo de una traición que lo hubiera llevado a ser derrocado. Se enfocó en causas humanitarias, se ganó el amor del pueblo con su sencillez, elegancia y fidelidad, logrando la paz y el bienestar para Mónaco, prestigio para su familia y algo muy importante: la admiración y el respeto de su esposo, quien la amó por siempre aun después de su muerte.
Estando yo recién casada, escuché decir a mi madre estas palabras acerca de la recién fallecida Grace Kelly. “La prensa dice que nunca se pudo hablar nada malo de esta princesa que fue un gran ejemplo para su familia y su pueblo”.
Su romántica historia, muy divulgada por las revistas, me inspiró para asumir con igual entereza las responsabilidades de mi hogar, que era mi pequeño reino, a estar siempre al lado de mi esposo, que era mi rey, y a formar con mucho amor y disciplina a mis hijos – a mis príncipes – para prepararlos también para su vida real.
No hay comentarios:
Publicar un comentario