Carta al Niño Dios
por Elizabeth Aguilar
por Elizabeth Aguilar
Iniciando la Navidad del año en que mi esposo perdió la vida en un accidente, su madre vino a casa trayendo un regalo muy especial para mis hijos y para mí.
Era una caja con un bello empaque. Mi hijo menor, de apenas seis años, se apresuró a quitarle el papel para ver su contenido y todos quedamos sorprendidos cuando vimos que contenía un manojo de cartas de puño y letra de mi esposo. Eran las que él le había escrito al Niño Dios y colocado en el árbol –según era tradición en casa de su madre- en sus últimas Navidades y que ella había ido guardando con mucho amor, junto con algunas de su infancia.
Mis dos hijos mayores y yo leímos con gran emoción cada una de ellas, llenándonos de alegría y de orgullo por tener un padre y esposo tan maravilloso. He querido hacer un resumen de ellas:
Siempre comenzaba diciendo: “Querido Niño Dios: Quiero darte las gracias por todo lo que me has dado en este año, por mi madre, mis hermanos, mi amada esposa y mis hijos que iluminan y llenan de alegría y paz cada día de mi vida. Gracias por la salud, por la fe, por el trabajo, por mi bello hogar, por los amigos, también por los inconvenientes que tuve, pero me ayudaron a ser mejor persona.”
Luego enumeraba su lista de regalos: “Te pido en esta Navidad: salud, sabiduría y santidad para toda la familia; que cada día sea una mejor persona para el mundo, un buen esposo y padre, y que todos los seres humanos Te conozcan y Te amen y que todos tengan lo suficiente para llevar una vida digna y llena de paz. En lo material te pido ... un par de medias o un lindo dibujo.”
Siempre cerraba la carta al Niño Dios diciéndole: “Recuerda que Te amo.”
Era una caja con un bello empaque. Mi hijo menor, de apenas seis años, se apresuró a quitarle el papel para ver su contenido y todos quedamos sorprendidos cuando vimos que contenía un manojo de cartas de puño y letra de mi esposo. Eran las que él le había escrito al Niño Dios y colocado en el árbol –según era tradición en casa de su madre- en sus últimas Navidades y que ella había ido guardando con mucho amor, junto con algunas de su infancia.
Mis dos hijos mayores y yo leímos con gran emoción cada una de ellas, llenándonos de alegría y de orgullo por tener un padre y esposo tan maravilloso. He querido hacer un resumen de ellas:
Siempre comenzaba diciendo: “Querido Niño Dios: Quiero darte las gracias por todo lo que me has dado en este año, por mi madre, mis hermanos, mi amada esposa y mis hijos que iluminan y llenan de alegría y paz cada día de mi vida. Gracias por la salud, por la fe, por el trabajo, por mi bello hogar, por los amigos, también por los inconvenientes que tuve, pero me ayudaron a ser mejor persona.”
Luego enumeraba su lista de regalos: “Te pido en esta Navidad: salud, sabiduría y santidad para toda la familia; que cada día sea una mejor persona para el mundo, un buen esposo y padre, y que todos los seres humanos Te conozcan y Te amen y que todos tengan lo suficiente para llevar una vida digna y llena de paz. En lo material te pido ... un par de medias o un lindo dibujo.”
Siempre cerraba la carta al Niño Dios diciéndole: “Recuerda que Te amo.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario