SALUD Y BIOETICA

Ecos del VII Congreso Internacional de la Familia. 
Hogar y Empresa: ¡Sí se puede!

ECOLOGÍA HUMANA, “EL GRAN DESAFÍO” 
C. Conen, Instituto de la familia, Universidad de la Sabana, Colombia-Argentina.

por Sonia  A. Muñoz F. MD

Hoy se habla de ecología vs. contaminación ambiental; pues, en la vida moderna existe también la contaminación afectiva, caracterizada por la violencia, adicciones, delincuencia, deserción escolar y  trastornos psico-afectivos. En el estudio “Los 10 principios de Princeton” 2004, se concluye que la raíz de estos fenómenos es la falta de afecto que padecen las nuevas generaciones.
La ecología humana tiene tres ámbitos de acción: político, empresarial y familiar;  cuyas metas son reducir la contaminación afectiva y reubicar a la familia como el hábitat espiritual por naturaleza -único lugar donde somos valorados incondicionalmente y nos aceptan como somos-.

El ámbito político busca reconocer que la familia es un punto de encuentro, que promueve bienes y que es la sociedad la que necesita de la familia. Cuando la familia se deteriora las sociedades se estancan, por ejemplo al 2014 hay 16 países en el mundo que no están en posición de hacer recambio generacional. Generar acciones públicas subsidiarias a favor de la familia - ayudas económicas y tributarias, fomentar la educación para el amor sólido, etc.

En el ámbito empresarial hay compañías que contaminan la familia, tratan a las personas como recursos (que si lo son el dinero y las máquinas) y los esposos están sin tiempo y agotados, promoviendo el desgaste en las relaciones familiares. También existen empresas más rentables, que facilitan en sus políticas institucionales la integración familia-trabajo y ven a la familia del empleado como un cliente de interés.

El ámbito familiar promueve,  pasar de una paternidad centrada en los padres, que ven al hijo como objeto de placer y consumo, a una paternidad centrada en los hijos, con autoridad firme y calidez afectiva. También busca entusiasmar a los hijos para el matrimonio, mostrándoles en la convivencia diaria,  que casarse es un acto de amor que aumenta la capacidad de amar; que el matrimonio es un acto jurídico y no un contrato, que se hace por confianza y no por compromiso. Mostrar el alto valor estratégico del matrimonio, respecto de amar a otro ser humano y procrear- formar  otros ciudadanos. La razón final es que vale la pena casarse porque si dos bautizados se casan generan el “hecho impresionante” de traer a Cristo al espacio y tiempo de cada matrimonio.

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