
por Eva Maria de Trujillo
Vestir es una forma de comunicación. Las mujeres sabemos que, según el modo de arreglarnos, podemos pasar o desapercibidas, o al contrario, podemos agradar y alegrar, podemos enaltecer una ocasión e iluminar el panorama, podemos atraer, pero también – y eso no es lo mismo – podemos provocar, abochornar, despertar emociones e instintos básicos.
Las más jóvenes ni se imaginan las consecuencias que trae una determinada forma de vestir. Ignoran que ser atractiva no es lo mismo que ser provocativa. Inocentemente usan ropa frívola que ofrece el comercio y, buscando ser aceptadas en su entorno, imitan lo que ven usar a las compañeras vanidosas que tienen un desmedido afán de exhibirse.
No saben que el vestido emite un mensaje que recibe respuesta. Con su manera de vestir en forma insinuante, determinan la calidad o el “nivel” de relación que se puede abordar con ellas. Según la perciben, así las tratan. Así como ellas se presentan, así les salen al encuentro.
Conviene preguntarle a la chica: ¿Cómo quieres tú que te traten? ¿Qué clase de relación buscas?
No se trata de renunciar a embellecerse ni de esconder el cuerpo. Se trata de autoestima, conciencia del propio valor como persona; se trata de presentarse de tal manera que el otro responda con respeto y admiración.
Se equivocan las que creen que son más femeninas mostrando mucha piel y escotes profundos, usando prendas apretadas o demasiado cortas, porque con el exagerado énfasis en sus atributos sexuales, ellas mismas se degradan a objeto. Tarde se dan cuenta de que, cuando lo erótico se pone en primer plano, el resto de la persona queda opacada; se “despersonaliza”, se vuelve una cosa.
Las más jóvenes ni se imaginan las consecuencias que trae una determinada forma de vestir. Ignoran que ser atractiva no es lo mismo que ser provocativa. Inocentemente usan ropa frívola que ofrece el comercio y, buscando ser aceptadas en su entorno, imitan lo que ven usar a las compañeras vanidosas que tienen un desmedido afán de exhibirse.
No saben que el vestido emite un mensaje que recibe respuesta. Con su manera de vestir en forma insinuante, determinan la calidad o el “nivel” de relación que se puede abordar con ellas. Según la perciben, así las tratan. Así como ellas se presentan, así les salen al encuentro.
Conviene preguntarle a la chica: ¿Cómo quieres tú que te traten? ¿Qué clase de relación buscas?
No se trata de renunciar a embellecerse ni de esconder el cuerpo. Se trata de autoestima, conciencia del propio valor como persona; se trata de presentarse de tal manera que el otro responda con respeto y admiración.
Se equivocan las que creen que son más femeninas mostrando mucha piel y escotes profundos, usando prendas apretadas o demasiado cortas, porque con el exagerado énfasis en sus atributos sexuales, ellas mismas se degradan a objeto. Tarde se dan cuenta de que, cuando lo erótico se pone en primer plano, el resto de la persona queda opacada; se “despersonaliza”, se vuelve una cosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario