Acabo de ver por TV el oficio del Jueves Santo celebrado por el Papa Francisco para los presos del complejo penitenciario de Rebibbia, en la periferia de Roma. ¡Qué belleza el Papa celebrando la Misa de la Cena del Señor, con el lavatorio de pies a doce presos y a un niño, hijo de una de las reclusas! Lloraban ellos y ellas y yo también he llorado.
El Papa, en la homilía, se veía tan conmovido que sus palabras fueron lentas, salidas del corazón y dichas para llegar al corazón de cada uno de ellos. Repetía una y otra vez que Cristo “nos ama a todos hasta el punto de dar la vida por nosotros” y que cada uno puede decir “ha dado su vida por mí”. Aseguró que “el amor de Jesús no defrauda jamás, porque no se cansa de amar, como no se cansa de perdonar, no se cansa de abrazarnos”.
Este es el ejemplo que nos da, para que aprendamos a ser misericordiosos, como lo fue Jesús que se acercaba al pobre, al paralítico, a la mujer adúltera, a la samaritana...
Y ahora en esta Semana Santa se acerca a tí y a mí y nos dice: He muerto en la Cruz para salvarte, para que tú también me ayudes a salvar a otros con tu fe mejor vivida.
En Jueves Santo, se conmemora el sacerdocio, la Eucaristìa y la caridad.
Es un día para reflexionar: ¿Tengo algo que perdonar? ¿Tengo algo que debo compartir con alguien? ¿Debo acercarme al sacramento de la confesión para que sea Dios el que me perdone?
Estas y muchas más preguntas nos podemos hacer en estos días santos. Recemos, acompañemos al Señor, y recomencemos una vida nueva, de amor, de perdón y de paz.
El Papa, en la homilía, se veía tan conmovido que sus palabras fueron lentas, salidas del corazón y dichas para llegar al corazón de cada uno de ellos. Repetía una y otra vez que Cristo “nos ama a todos hasta el punto de dar la vida por nosotros” y que cada uno puede decir “ha dado su vida por mí”. Aseguró que “el amor de Jesús no defrauda jamás, porque no se cansa de amar, como no se cansa de perdonar, no se cansa de abrazarnos”.
Este es el ejemplo que nos da, para que aprendamos a ser misericordiosos, como lo fue Jesús que se acercaba al pobre, al paralítico, a la mujer adúltera, a la samaritana...
Y ahora en esta Semana Santa se acerca a tí y a mí y nos dice: He muerto en la Cruz para salvarte, para que tú también me ayudes a salvar a otros con tu fe mejor vivida.
En Jueves Santo, se conmemora el sacerdocio, la Eucaristìa y la caridad.
Es un día para reflexionar: ¿Tengo algo que perdonar? ¿Tengo algo que debo compartir con alguien? ¿Debo acercarme al sacramento de la confesión para que sea Dios el que me perdone?
Estas y muchas más preguntas nos podemos hacer en estos días santos. Recemos, acompañemos al Señor, y recomencemos una vida nueva, de amor, de perdón y de paz.
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