por María Beatriz Toro de Luna
Hace 40 años un grupo de señoras de Cali, interesadas la formación integral de la mujer de toda edad y clase social, fundó la que hoy conocemos como Corporación para la Formación de la Mujer.
Gracias a este arrojo femenino, hoy disfrutamos de diferentes centros culturales, educativos e instituciones que contribuyen a nuestra formación espiritual, humana, profesional y familiar.
No ha sido una labor fácil. Los recursos económicos obtenidos para ésta se deben a la generosidad de personas, empresas y a la entrega generosa de aquellas que durante estos 40 años han hecho peticiones económicas de toda índole.
Estas mujeres han dejado huella que es referente de vida. Dejaron su huella en su núcleo familiar, profesional y social. Y bajo su influjo muchas más ayudan a los demás a ser mejores, a ser santos, siendo ellas mismas un poco mejores cada día.
Como un homenaje a todas aquellas de quienes tanto he aprendido me propongo y les propongo una lucha en lo pequeño y cotidiano, tal como nos lo han trasmitido.
• Saludar amablemente con una sonrisa a todos familia, amigos, vecinos, la persona que nos sirve, el portero, el que barre nuestra calle.
• Practicar la regla de oro "hacer a los demás lo que queremos nos hagan"
• Estar bien presentadas tanto en la intimidad del hogar como en la calle.
• Pensar bien del otro, evitar toda crítica fundada o infundada.
• Escuchar con verdadera atención a quien nos habla.
• Contribuir económicamente y divulgar las actividades espirituales, formativas, sociales y culturales de la Corporación.
• Realizar con la mayor perfección humana nuestro trabajo ordinario.
• Hacer la vida más agradable a los demás.
• Mantener un trato sencillo y diario con Dios.
• Frecuentar los sacramentos
• Y lo más importante: luchar por la santidad personal en medio del mundo, así haya que volver a empezar a cada instante.
Gracias a este arrojo femenino, hoy disfrutamos de diferentes centros culturales, educativos e instituciones que contribuyen a nuestra formación espiritual, humana, profesional y familiar.

Estas mujeres han dejado huella que es referente de vida. Dejaron su huella en su núcleo familiar, profesional y social. Y bajo su influjo muchas más ayudan a los demás a ser mejores, a ser santos, siendo ellas mismas un poco mejores cada día.

• Saludar amablemente con una sonrisa a todos familia, amigos, vecinos, la persona que nos sirve, el portero, el que barre nuestra calle.
• Practicar la regla de oro "hacer a los demás lo que queremos nos hagan"
• Estar bien presentadas tanto en la intimidad del hogar como en la calle.
• Pensar bien del otro, evitar toda crítica fundada o infundada.
• Escuchar con verdadera atención a quien nos habla.
• Contribuir económicamente y divulgar las actividades espirituales, formativas, sociales y culturales de la Corporación.
• Realizar con la mayor perfección humana nuestro trabajo ordinario.
• Hacer la vida más agradable a los demás.
• Mantener un trato sencillo y diario con Dios.
• Frecuentar los sacramentos
• Y lo más importante: luchar por la santidad personal en medio del mundo, así haya que volver a empezar a cada instante.
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