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La mamá y la mesa
Por: Lily Mosquera de Jensen

Este Día de la Madre, podemos hacerlo diferente y llenarlo de propósitos nobles y promesas frecuentes, con una decisión fácil que puede cambiar nuestras vidas: recuperar y enriquecer el rato en familia que pasamos en la mesa del comedor.
Para muchos, las comidas son hábitos que ya tenemos establecidos. Algunos, por fortuna, comen en familia en la mesa, y otros frente al televisor, en bandejas, o cada uno a horas diferentes. Con las siguientes pautas, podemos lograr que este espacio se convierta en un rato positivo y valioso de acercamiento familiar que quedará como costumbre entre las generaciones siguientes.
  • Trate siempre de tomar una de las tres comidas sentados a la mesa, a una hora determinada. Ya sea el desayuno, antes de que los niños se vayan al colegio, o la cena, establezca una de las  comidas en las cuales todo el mundo haga el esfuerzo de llegar a la misma hora. Si tiene hijos adolescentes o ya adultos, trate de que lleguen a la hora,  a comer todos juntos. Incúlqueles el respeto por esta ocasión de encuentro familiar.
  • Preocúpese por que la comida esté rica. Así sea un jugo de naranja recién exprimido en la mañana, o una cena casera, el rato solo será tan sabroso como los platos que se sirvan.
  • Transmita algo positivo cada vez que se siente a la mesa. Algunos tienen la bonita costumbre de empezar con una oración de acción de gracias. Otros se turnan para contar alguna anécdota agradable del día, o alguna lección aprendida de generosidad o compasión. Que ese rato juntos también alimente el espíritu.
  • Dele espacio a los niños. Evite la conversación “de grandes” durante toda la cena. Los temas de tragedias o enfermedades y las discusiones sobre asuntos que no son de su interés, los tornan distantes y ausentes. Pregunte a sus hijos por sus amigos, sus actividades, y sus planes. Cuénteles de su trabajo e intereses.
  • Acostumbre a sus hijos a comer bien y con modales. Este espacio en familia puede servir para corregir con suavidad, los codos sobre la mesa o hablar con la boca llena, pero no convierta el comedor en un centro de correcciones,  donde cada bocado es fiscalizado!
  • Guarde espacio para la risa. Una mesa donde el buen humor, la levedad y las anécdotas divertidas fluyen, es el espacio ideal para fortalecer la familia. Cuando sus hijos crezcan y formen sus hogares, el recuerdo de una mesa bien servida, con comida rica, sonrisas y cariño, será el mejor legado.

En este nuevo Día de la Madre,  esforcémonos por cultivar el amor desde el centro de nuestro propio corazón, y dentro de las paredes de nuestros hogares. En la mesa del comedor, se cultivan buenas relaciones y se disipan odios, se discuten temas de actualidad y se eliminan las barreras generacionales.  En el centro de la mesa está Dios, y es allí donde encontramos la verdadera paz.

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