MODA

El desmedido afán de juventud
por Eva María de Trujillo

Observo en la mujer una cierta edad crítica, que se presenta cuando aún no ha hecho las paces con los años que tiene  y corre peligro de “hacer el oso” tratando de demostrar su juventud. 
Aunque a esas alturas de la vida debería tener bien fundamentada la autoestima y suficiente sentido común, puede caer en las trampas que le tiende la moda y la propia vanidad, y hacer el ridículo.

Mal aconsejadas, todas podemos caer. Alguna vendedora nos dice: “¡Se le ve divino!”. Primero dudamos: “¿Eso no es muy juvenil para mi?” y enseguida le creemos:  “Así se usa ahora.”
Cuando empezamos a transgredir el sentido estético y el pudor, pronto podemos caer en la frivolidad más ridícula, tratando de lucir como un “postre” a los sesenta y pico. Estas pobres víctimas de una angustiosa pelea contra la tercera edad, conocidas popularmente como “cuchibarbies”, suelen ser objeto de burlas.


¡Vivamos en paz con los años!  Aceptémoslos con gratitud, buen humor y hábitos de vida sanos;  basemos nuestra autoestima en valores distintos a la “eterna juventud”. Hay que hacerle frente a la realidad actual y no refugiarnos en mentiras y autoengaños.

Es hora de hacer la reingeniería de nuestra imagen con otra visión, sin los moldes estéticos de quinceañera, y buscar serenamente  la armonía y la dignidad. Cada etapa de la vida tiene su belleza propia, que hay que cultivar.

¿Si tienes nietos grandes y son tu orgullo, por qué insistes en desmentirlos con tu arreglo personal?

Eso sí: cuidemos la imagen con más esmero que nunca, cuidando de vernos muy naturales. Usemos colores que nos favorezcan; evitemos la ropa ajustada al cuerpo que revela sus defectos; evitemos mangas sisas y las faldas cortas por encima de la rodilla. Cuando usemos pantalón, hagamos una autocrítica severa ante el espejo, de perfil y por detrás.
No perdamos de vista las nuevas tendencias de la moda e incorporemos en nuestro vestuario  aquellos elementos que nos aporten gracia y feminidad. Seamos fieles a nuestro estilo personal y optemos por el señorío que da lo clásico.

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