HACER HOGAR

La paz del orden
por  Elizabeth Aguilar

Cada cosa en su lugar; ese tema me ha entusiasmado desde joven. Ya casada, trabajé para que mi familia fuera ordenada y que el orden se proyectara en nuestras vidas. Con mi hijo mayor nunca tuve problema, pues desde niño ha sido el genio del orden; afortunadamente, su esposa es igual.
Acudí a mi creatividad y decidí confiscar todo lo que encontrara fuera de lugar; si querían recuperar sus artículos, debían rescatarlos pagando una cuota para nuestro fondo familiar de paseos. Con esto logré que toda la casa se mantuviera en orden, excepto los cuartos de dos miembros. Les conseguí cajas decoradas para que guardaran sus pertenencias por categorías, les enseñaba cómo hacerlo; sus cuartos quedaban relucientes, pero al otro día ya parecía que un huracán hubiese pasado.
En ocasiones, desesperada, desocupaba el closet de cada uno colocando todo sobre la cama para forzarlos, lo cual  era un error,  pues volvían a guardar todo de cualquier manera. Para no volverme una madre 'cantaletosa', recurrí al buen humor y, cuando alguno dejaba algo tirado, le colocaba un papel con una carita triste, lo cual les daba risa y ayudaba en parte. Después de muchos intentos me di por vencida, decidí ordenarlos yo misma y mirar la situación en positivo: valorar que aún los tenía en casa, pues muy pronto volarían y los extrañaría.


Para que nadie pierda la esperanza, contaré que mi esposo se convirtió en la persona más ordenada del mundo. Mi hijo mayor continúa siéndolo y su hogar es increíble. Cuando mis dos últimos hijos empacaron sus pertenencias, el uno, porque se casaba y se iba a otro país, y luego el otro porque se trasladaba a otra ciudad para trabajar, los dos donaron la mayor parte de sus pertenencias. Lo mejor de todo es que ahora, en sus propios hogares, son personas en cuyas vidas se refleja el orden.
Ya llegué a la conclusión de que uno no necesita pasarse la vida ordenando, si ponemos cada cosa en su lugar, si desechamos lo que no usamos y a otros puede servir, dejando solo lo útil y lo que nos hace feliz; así basta un leve mantenimiento de vez en cuando.
Con orden, nuestra vida se llena de paz, de alegría, y somos más eficaces en nuestro diario vivir.

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