Por: Martha Olga Botero
Que grandioso es tener un
padre, porque nos da amor, seguridad y sustento, y que duro es no tenerlo. Para
un niño que pierde a su padre la vida es muy difícil, y no solo para él, sino también
para la mamá. ¿Cuántas mamás tienen que ser padres y cuantos padres tienen que
ser madres?, ¿por qué rompen las parejas o Dios llama a uno de los dos a su
presencia? Esos roles trocados son muy complicados de vivir.
Hay un dicho popular que
reza así: las cosas no se aprecian si no cuando se pierden.
Esposas, las invito a poner
el 100% de su afán por no dejar que sus hijos se queden sin papá. Pídanle con
mucha devoción al Espíritu Santo, para que ponga en sus mentes las soluciones
ante cualquier dificultad que surja en el seno de la familia y hagan de su
hogar un equipo tan maravilloso que no se separe, ni se ofendan, ni se rechace
a ninguno de sus integrantes.
Como en un equipo de fútbol el papá es el delantero, la mamá la defensa y los hijos quienes arman esa jugada magistral que los llena de gozo y hace que salten de alegría, se abracen y tomen un nuevo aire para armar la próxima jugada. El Señor es el portero que tapa una mala jugada y deja entrar el balón de los eventos que verdaderamente le convienen.
¡Feliz día papá!
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