MODA


Hablemos de transparencias 
Por: Eva Maria de Trujillo

En climas cálidos, por las tardes y noches se imponen prendas confeccionadas en hermosísimas telas vaporosas, como gasas, tules, muselinas y chifones de seda, cuya delicadeza y caída suave favorecen la silueta femenina. 

Para no distraer las miradas y lograr una imagen armónica, en las blusas evitaremos que se trasluzca la ropa interior, usando por debajo un top del mismo tono. Lo mismo vale para las blusas de encajes.   

Tratándose de faldas o vestidos elaborados en una o varias capas de velos, tanto lisos como estampados o plisados, obviamente cuidaremos que la prenda ya esté prevista de un fondo de charmeuse o de seda del mismo color y que tenga el largo adecuado. 

Pero, aún así, hay que cerciorarse bien, pues aunque en el almacén la prenda nos hubiera parecido suficientemente encubridora, a veces sucede que las telas tan etéreas se vuelven traicioneras cuando hay efectos de contraluz - tanto a pleno sol como delante de reflectores en la noche - y se producen transparencias involuntarias que convierten la prenda en una radiografía, si no se ha tenido la precaución de colocar un material opaco debajo. 

Las prendas blancas en general, también las confeccionadas en lino, tanto blusas como pantalones y faldas, requieren de un estricto autoexamen delante del espejo. Ellas dan una atrayente apariencia de máxima perfección, de frescura  y parecen “de azúcar”, pero pierden toda elegancia en cuanto se marca la ropa interior. 

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