Este mes celebramos a la mujer, conscientes de las maravillas que a lo largo de todos los siglos se han realizado gracias a ella, en ella y a través de ella.
Damos gracias a la mujer-madre, a la mujer-esposa, a la mujer-trabajadora, la mujer-educadora, la mujer-hija, la mujer-hermana, y con palabras del Papa Juan Pablo II en su Carta a las Mujeres decimos: “Te doy gracias, mujer, por el hecho mismo de ser mujer! Con la intuición propia de tu femineidad enriqueces la comprensión del mundo y contribuyes a la plena verdad de las relaciones humanas.”
El puesto de la mujer está al lado del varón; ella no es ni superior ni inferior a él. Mujer y varón son complementarios y su tarea es construir juntos una familia y una sociedad más humanas.
Valorando la diferencia entre varón y mujer y respetando su igualdad de derechos, dejamos en el pasado al machismo, la subordinación, el igualitarismo y otros errores concernientes al rol de la mujer. Soñamos con que, en un clima de colaboración y respeto, mujer y varón aporten cada uno lo suyo para construir una “familia con padre” y una “sociedad con madre”.
Para ello se necesita que la sociedad valore la familia, el trabajo de la mujer en el hogar, las funciones maternas y que en el mundo laboral se opere un cambio de mentalidad, dejando atrás la actitud anti-maternidad, para lograr un sistema laboral flexible que evite el agotamiento de la mujer cuyo deber es atender a dos frentes, su trabajo y su hogar.
En cierta forma, el hombre está en deuda con la mujer, y la sociedad también. Soñemos con que un día “será un honor para la sociedad hacer posible a la madre...“
Porque al lado de madre y padre, en la familia, es donde el niño hace su primer aprendizaje en verdad y bondad, y experimenta lo que significa amar y ser amado, y de esta forma es consciente de ser una persona y puede convertirse en un elemento valioso para la sociedad.
Damos gracias a la mujer-madre, a la mujer-esposa, a la mujer-trabajadora, la mujer-educadora, la mujer-hija, la mujer-hermana, y con palabras del Papa Juan Pablo II en su Carta a las Mujeres decimos: “Te doy gracias, mujer, por el hecho mismo de ser mujer! Con la intuición propia de tu femineidad enriqueces la comprensión del mundo y contribuyes a la plena verdad de las relaciones humanas.”
El puesto de la mujer está al lado del varón; ella no es ni superior ni inferior a él. Mujer y varón son complementarios y su tarea es construir juntos una familia y una sociedad más humanas.
Valorando la diferencia entre varón y mujer y respetando su igualdad de derechos, dejamos en el pasado al machismo, la subordinación, el igualitarismo y otros errores concernientes al rol de la mujer. Soñamos con que, en un clima de colaboración y respeto, mujer y varón aporten cada uno lo suyo para construir una “familia con padre” y una “sociedad con madre”.
Para ello se necesita que la sociedad valore la familia, el trabajo de la mujer en el hogar, las funciones maternas y que en el mundo laboral se opere un cambio de mentalidad, dejando atrás la actitud anti-maternidad, para lograr un sistema laboral flexible que evite el agotamiento de la mujer cuyo deber es atender a dos frentes, su trabajo y su hogar.
En cierta forma, el hombre está en deuda con la mujer, y la sociedad también. Soñemos con que un día “será un honor para la sociedad hacer posible a la madre...“
Porque al lado de madre y padre, en la familia, es donde el niño hace su primer aprendizaje en verdad y bondad, y experimenta lo que significa amar y ser amado, y de esta forma es consciente de ser una persona y puede convertirse en un elemento valioso para la sociedad.
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