DOCTRINA Y VIDA

María Ampuero, una gran mujer
por Concepción Campá

El 14 de febrero de 1930, mientras celebraba la Santa Misa, San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, descubrió otro aspecto decisivo  de aquel querer divino:  Dios también quería que el camino para buscar la santidad en la vida ordinaria, fuera para las mujeres.

Hablar de “los principios” de algo querido por Dios, nos lleva a pensar en quienes trabajan y empiezan a abrir brecha en un país, en una ciudad. 

María Ampuero de la Vega fue una de ellas, porque desde que esta española llegó a Bogotá, el 24 de octubre de 1961, se dedicó durante 54 años sin descanso a impulsar el desarrollo del Opus Dei en Colombia, primero desde Bogotá y durante varios años en y desde la ciudad de Cali, donde dejó imborrables recuerdos de su entereza en la fe, su audacia y su fortaleza de carácter.

María, con su distinguido porte externo, atrayente en su elegante sencillez y dotada de una gran inteligencia, se mostraba ágil y concreta para solucionar posibles dificultades y emprender nuevas tareas. Gracias a su afán de almas, fueron muchas las personas que se acercaron a Dios a través de su apostolado constante y con su total entrega.

Ella fue ejemplo de piedad, laboriosidad y vivió un práctico sentido de la sobriedad y el desprendimiento y ese estar en los detalles pequeños.

Tuvo un gran cariño a las familias de quienes se acercaban a las distintas labores de la Obra y entendió a plenitud  la vocación de las agregadas y supernumerarias del Opus Dei, a quienes quiso con obras y de verdad.

Alegre, generosa y siempre dispuesta a servir, no se dejaba vencer ni por su edad, ni por algunos dolores que tuvo a consecuencia de los años; nos dio lecciones de vida hasta en sus últimos días de situación posquirúrgica, hasta su viaje definitivo, el 15 de febrero, después del rezo del Ángelus en la ciudad de Bogotá.
 

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