MUJER

La esencia de lo femenino
por Eva Maria de Trujillo

Tu mundo empieza en los cálidos brazos de una mujer, percibiendo su voz y su sonrisa; ella te limpia y arregla para que los demás también te quieran; te proporciona el alimento físico y afectivo adecuado a tu edad; te enseña a reír, a caminar, a hablar y a portarte como un ser humano; te da lo que sabe que es bueno para ti; te enseña a obrar el bien y a evitar el mal, su voz va formando tu código ético; ella  te cuida de los peligros; te enseña a compartir, imparte justicia y te reconcilia con tu hermano; siembra paz cuando hay discordia en el hogar; intuye la necesidad de quienes están a su lado; trata a cada uno según lo que precisa en ese momento de su vida; se desvive por cada uno en la enfermedad y la adversidad, y  siempre hace un gran esfuerzo por seguir sonriendo, aunque esté vencida del cansancio del trabajo, de preocuparse por todos y por remediar el desorden que le han dejado.

Para lograr todo eso, la naturaleza ha dotado a la mujer de fortaleza y de tenacidad, casi heroicas, aunque generalmente son imperceptibles, porque, aparentemente, ella parece ser solo suavidad, hermosura, delicadeza, ternura y vulnerabilidad.


¿Cuál será entonces la esencia de lo femenino?
Es una actitud básica, arraigada en la estrecha relación que la mujer guarda con la vida. Así como su cuerpo se va preparando para la maternidad y ella se involucra toda su existencia en acoger a un nuevo ser humano, así también su estructura psíquica favorece una relación cercana con todas las personas que le rodean, tanto en su trabajo, como en su familia o su entorno social. Tiene una sensibilidad especial para percibir la necesidad del otro y darse cuenta de sus sentimientos y conflictos internos.


La esencia femenina  está en la  ”ética del cuidado“. Se siente  responsable del bienestar del ser humano, desde el no-nacido, desde el más pequeño e indefenso, hasta el adulto mayor y el enfermo más desvalido de la sociedad. 


Gracias a esa apertura maternal de la mujer hacia cada persona, nuestro mundo no es solo un campo de batalla, sino un lugar con oasis de ternura y comprensión; y este mundo podría ser aún más “humano”, si  toda mujer aceptara serlo y realmente quisiera ser femenina, sin prestarse a los juegos absurdos que le propone una cultura pornificada, explotadora y destructora, en los cuales ella sale perdiendo porque van contra su propia naturaleza.

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